No se demoraron, tras publicarse la baja del sátrapa cubano, las declaraciones del congresista por Florida Lincoln Díaz-Balart, sobrino de la primera mujer de Castro y significado ultraconservador, no sólo por sus antecedentes familiares batistianos y su lógica oposición a Castro, sino también por su habitual defensa de los intereses de aliados como Marruecos o Israel. El cinco de agosto Díaz-Balart instó a su gobierno a presionar hacia “una transición democrática en Cuba”, criticando la orientación del gobierno español en esa materia. Sin embargo, parece que lo que más teme el gobierno norteamericano en estos momentos es la avalancha de inmigrantes que se prevé al menor signo de apertura del régimen caribeño.
Se impone la paciencia, como ha recordado Andrés Oppenheimer, editor de The Miami Herald y columnista de más de cuarenta importantes diarios del continente, premio Pulitzer, analista político de la CNN, autor, entre otros, del libro La hora final de Castro (1993) y sin duda uno de los periodistas más influyentes de Hispanoamérica, en quien podemos reconocer la voz del anticastrismo inteligente. En ese sentido, acaba de hacerle al presidente Bush cinco recomendaciones: mantener un “perfil bajo” en sus declaraciones; autorizar los contactos directos con La Habana; preparar un fondo de reconstrucción de Cuba o, como dice con más cinismo, “unas zanahorias para poner sobre la mesa”; iniciar ya los necesarios “cabildeos” en el Congreso; y actuar de común acuerdo con Europa e Iberoamérica. También Oppenheimer insiste en la importancia del papel de España y lamenta que Bush haya desoído las llamadas del presidente Zapatero. Posiblemente éste no sea el estadista que los cubanos desearían ver al frente del gobierno español, pero aún queda tiempo para encarar la situación con inteligencia y justicia. Ojalá. Última Hora.
13 agosto 2006
30 julio 2006
El Líbano no es para simples
El embrollo no puede ser más complicado. A la simpleza de reducir el actual conflicto a una fase más del ya centenario enfrentamiento judeoárabe se opone una realidad cuajada de contradicciones. Hezbolá ha sido condenada por un jeque cuvaití y recientemente objeto de una fetua dictada por otro saudí. Los gobiernos árabes se lavan las manos ante lo que parece, como ha señalado muy acertadamente Marcos Aguinis en La Nación [véase aquí su artículo], una operación de limpieza en que Israel pone la escoba y los regímenes sunníes aplauden disimuladamente; y es que Hezbolá es uno de los brazos más activos y sanguinarios del Irán de los ayatolás, y no olvidemos que el islam chií aspira a la restauración del califato. El régimen sirio, de orientación laica, apoya a los fanáticos de Hamás y Hezbolá en su oposición a la existencia tanto de Israel como de Palestina (la Gran Siria sigue en su horizonte). Europa y los Estados Unidos asignan a la ONU el papel de coartada. Israel ni se inmuta y sigue asesinando civiles.
Entre tanto, el presidente Zapatero, que debió dejar de leer en 1989, se coloca el kefieh palestino y luego recula y dice que se trata de un gesto sin importancia; dados el simbolismo enorme del pañuelo a cuadros y los innumerables muertos a que va asociado, uno no puede imaginar a qué dará importancia este señor. El inefable Blanco ofende a Israel, estado al que pese a su sistemático desprecio del derecho internacional llamamos amigo, y luego se ve igualmente obligado a envainársela... Por fortuna, absolutamente nadie en el ámbito internacional toma en serio lo que diga el gobierno español; si no fuera así, quizá nos hallaríamos ante una delicada situación. Última Hora.
Entre tanto, el presidente Zapatero, que debió dejar de leer en 1989, se coloca el kefieh palestino y luego recula y dice que se trata de un gesto sin importancia; dados el simbolismo enorme del pañuelo a cuadros y los innumerables muertos a que va asociado, uno no puede imaginar a qué dará importancia este señor. El inefable Blanco ofende a Israel, estado al que pese a su sistemático desprecio del derecho internacional llamamos amigo, y luego se ve igualmente obligado a envainársela... Por fortuna, absolutamente nadie en el ámbito internacional toma en serio lo que diga el gobierno español; si no fuera así, quizá nos hallaríamos ante una delicada situación. Última Hora.
02 julio 2006
Creer o saber
Una amiga me comenta sus avances en su curso de masaje. Ha aprendido a darlos con ciertos principios de fisioterapia y de anatomía muy correctos; sin embargo, al mismo tiempo se va introduciendo en el terreno de las creencias infundadas que en determinados ambientes cumplen el papel del conocimiento científico. Mi amiga ahora quiere aprender reflexología podal (por ejemplo, para curar una migraña mediante la manipulación de los pulgares de los pies) y, cuando uno opina que esto es un cuento, cierra el debate algo ofendida con una afirmación: “pues yo me lo creo”.
Sorprenden estas fes, cada vez más frecuentes en personas con estudios superiores, intereses artísticos y aparentemente capaces de manejar sus vidas en términos racionales. El “me lo creo” sustituye a todo razonamiento basado en el método científico, arrinconado éste por retóricas pseudocientíficas tan absurdas como las que pregonan la existencia del chi o energía natural del universo, un concepto perfectamente ajeno a la realidad empírica. Jamás entregaríamos a un charlatán nuestra gestión financiera, porque no se asocia placebo a la compra de acciones sin valor; pero sí nuestra salud. Contribuyen a esto el extendido prestigio de toda tradición que no sea la nuestra, obviando que ha sido la medicina occidental la que ha erradicado en Asia plagas y enfermedades que las medicinas orientales jamás habían combatido eficazmente; y el componente psicoterapéutico o de consuelo que presentan estas prácticas a medio camino entre la filosofía y la mitología. Lo cual no impide que quienquiera que haga valer su pensamiento crítico perciba claramente que acupuntura, homeopatía y reflexología no sanan: medran sólo en la confluencia de un crédulo y un embaucador, como el tarot, la astrología o los embustes de Iker Jiménez. Última Hora. Luke.
Sorprenden estas fes, cada vez más frecuentes en personas con estudios superiores, intereses artísticos y aparentemente capaces de manejar sus vidas en términos racionales. El “me lo creo” sustituye a todo razonamiento basado en el método científico, arrinconado éste por retóricas pseudocientíficas tan absurdas como las que pregonan la existencia del chi o energía natural del universo, un concepto perfectamente ajeno a la realidad empírica. Jamás entregaríamos a un charlatán nuestra gestión financiera, porque no se asocia placebo a la compra de acciones sin valor; pero sí nuestra salud. Contribuyen a esto el extendido prestigio de toda tradición que no sea la nuestra, obviando que ha sido la medicina occidental la que ha erradicado en Asia plagas y enfermedades que las medicinas orientales jamás habían combatido eficazmente; y el componente psicoterapéutico o de consuelo que presentan estas prácticas a medio camino entre la filosofía y la mitología. Lo cual no impide que quienquiera que haga valer su pensamiento crítico perciba claramente que acupuntura, homeopatía y reflexología no sanan: medran sólo en la confluencia de un crédulo y un embaucador, como el tarot, la astrología o los embustes de Iker Jiménez. Última Hora. Luke.
18 junio 2006
No se llamaba España
Érase una vez un país que sufrió un terrible atentado terrorista. Tres días después estaban previstas elecciones. El líder de la oposición se hizo una foto al lado del presidente del gobierno y prohibió a sus seguidores hacer uso partidista de las luctuosas circunstancias. Así y todo, la ciudadanía castigó la colaboración del gobierno en la invasión ilegal de otro país y el líder de la oposición ganó las elecciones con un margen brevísimo.
En su programa, el nuevo presidente proponía iniciativas que afectaban de forma importante a la estructuración del estado y al concepto de nación y que eran cuestionadas por amplísimos sectores de la ciudadanía. Por sí solo, el partido del nuevo presidente no reunía escaños suficientes, pero si unía sus fuerzas a las de un partido muy minoritario, situado explícitamente contra la misma existencia del estado, podría formar mayoría. Sin duda ello le costaría concesiones impopulares, que no contribuirían a cicatrizar las heridas recién sufridas, pero tendría el poder asegurado. Mas el presidente electo era un estadista responsable y comprendió que su victoria se había producido en circunstancias muy extraordinarias y que las elecciones no son un cheque en blanco. En lugar de aprovechar la ocasión, decidió consultar a todos los partidos y formar un gobierno de concentración nacional en que estuviese representado el arco más amplio posible del electorado. El nuevo presidente y sus socios coyunturales emplearon sus esfuerzos en esclarecer con urgencia lo acaecido, porque lo consideraban una prioridad nacional, y pospusieron toda reforma que no fuera asumida por todos. Al cabo de dos años, con la sombra del atentado lejos y la atmósfera política normalizada, el presidente convocó unas nuevas elecciones y las ganó en paz. Última Hora.
En su programa, el nuevo presidente proponía iniciativas que afectaban de forma importante a la estructuración del estado y al concepto de nación y que eran cuestionadas por amplísimos sectores de la ciudadanía. Por sí solo, el partido del nuevo presidente no reunía escaños suficientes, pero si unía sus fuerzas a las de un partido muy minoritario, situado explícitamente contra la misma existencia del estado, podría formar mayoría. Sin duda ello le costaría concesiones impopulares, que no contribuirían a cicatrizar las heridas recién sufridas, pero tendría el poder asegurado. Mas el presidente electo era un estadista responsable y comprendió que su victoria se había producido en circunstancias muy extraordinarias y que las elecciones no son un cheque en blanco. En lugar de aprovechar la ocasión, decidió consultar a todos los partidos y formar un gobierno de concentración nacional en que estuviese representado el arco más amplio posible del electorado. El nuevo presidente y sus socios coyunturales emplearon sus esfuerzos en esclarecer con urgencia lo acaecido, porque lo consideraban una prioridad nacional, y pospusieron toda reforma que no fuera asumida por todos. Al cabo de dos años, con la sombra del atentado lejos y la atmósfera política normalizada, el presidente convocó unas nuevas elecciones y las ganó en paz. Última Hora.
04 junio 2006
Los asesinatos de Ishaqi
La vida de un combatiente no vale menos que la de un civil; pero el que dispara contra un soldado, al menos, respeta las normas que en un contexto tan alterado como la guerra nos permite hablar de respeto de la ley, justicia y todas esas zarandajas con las que queremos diferenciarnos de los niños y de las fieras. Si entendemos que toda muerte causada por el hombre constituye una tragedia, ésta pierde cualquier vestigio de moralidad cuando la muerte deja de contemplarse como un mal menor para ser percibida como un fin en sí. No hay nada más perverso ni más torpe que una tragedia sin catarsis.
El vídeo de la BBC con que nos desayunamos anteayer viene a confirmar (tras Abu Graib, tras Haditha, tras todas las matanzas conocidas y por conocer) que en Irak se han perdido los precarios referentes morales que movían a algunos de los que apoyaron o han participado en la ocupación de Irak. La precipitación, la ansiedad, el deseo de venganza y el nihilismo que se instalan en las tropas tras años de una guerra sin cuartel, sin popularidad y sin visos de solución hacen que cada día que pasa Irak se asemeje más a Vietnam. Más de treinta mil civiles muertos y un puesto a la cabeza de la lista de violadores de los derechos humanos en el último informe anual de Amnistía Internacional colocan al gobierno Bush en sus horas más bajas. La resistencia iraquí, mientras, atenta a diario contra las instalaciones petrolíferas del país, cuya producción ha descendido en picado junto con la inversión internacional. Los invasores ni siquiera han alcanzado el que era su objetivo estratégico: ¿cómo van a justificar sus crímenes? Última Hora.
El vídeo de la BBC con que nos desayunamos anteayer viene a confirmar (tras Abu Graib, tras Haditha, tras todas las matanzas conocidas y por conocer) que en Irak se han perdido los precarios referentes morales que movían a algunos de los que apoyaron o han participado en la ocupación de Irak. La precipitación, la ansiedad, el deseo de venganza y el nihilismo que se instalan en las tropas tras años de una guerra sin cuartel, sin popularidad y sin visos de solución hacen que cada día que pasa Irak se asemeje más a Vietnam. Más de treinta mil civiles muertos y un puesto a la cabeza de la lista de violadores de los derechos humanos en el último informe anual de Amnistía Internacional colocan al gobierno Bush en sus horas más bajas. La resistencia iraquí, mientras, atenta a diario contra las instalaciones petrolíferas del país, cuya producción ha descendido en picado junto con la inversión internacional. Los invasores ni siquiera han alcanzado el que era su objetivo estratégico: ¿cómo van a justificar sus crímenes? Última Hora.
21 mayo 2006
Una de indios
Por las noches, antes de dormir, estoy leyendo un libro apasionante titulado Exploradores, comerciantes y tratantes de esclavos: la Vieja Ruta Española (1678-1850). Su autor, Joseph P. Sánchez, que dirige el Spanish Colonial Research Center de Albuquerque, narra la historia de los hombres que, desde sus bases neomexicanas y californianas, exploraron, abrieron rutas y dieron impulso a la posterior colonización del actual suroeste de los Estados Unidos. Sí, tienen ustedes razón: uno está en el mundo porque tiene que haber de todo.
No obstante (y no es que quiera justificar mi excentricidad: a mis años la tengo muy asumida), a poca imaginación que uno tenga, el relato de aquellos pioneros suscita gran interés. Militares, frailes y civiles aragoneses, catalanes, castellanos, vascos o mallorquines fundan ciudades hoy metropolitanas, vadean a caballo ríos colosales, sufren frío en las Rocosas y sed en el Mojave, conviven con los hopis, negocian con los yutas, temen los ataques de apaches, navajos y comanches... Situar a aquellos pioneros carpetovetónicos en los escenarios en que estamos acostumbrados a reconocer a la familia de mormones en carreta o a John Wayne pegando tiros contiene el estimulante aroma de la paradoja.
Es aún más chocante, inmersos como estamos en una sociedad dominada en lo público por el aberrante prestigio de la exclusión, leer la siguiente frase del profesor Sánchez: “Junto a los incontables indios hoy anónimos que cazaban, vivían y morían en las desolaciones de Utah, y que guiaron a los españoles a través de sus territorios, esos antiguos exploradores forman parte de la historia nacional de los Estados Unidos”. A esto se le llama comprender las raíces plurales de toda identidad, entendida ésta de forma inteligente y, por tanto, generosa. A lo demás: nacionalismo. Última Hora. Luke. Periodista Digital.
No obstante (y no es que quiera justificar mi excentricidad: a mis años la tengo muy asumida), a poca imaginación que uno tenga, el relato de aquellos pioneros suscita gran interés. Militares, frailes y civiles aragoneses, catalanes, castellanos, vascos o mallorquines fundan ciudades hoy metropolitanas, vadean a caballo ríos colosales, sufren frío en las Rocosas y sed en el Mojave, conviven con los hopis, negocian con los yutas, temen los ataques de apaches, navajos y comanches... Situar a aquellos pioneros carpetovetónicos en los escenarios en que estamos acostumbrados a reconocer a la familia de mormones en carreta o a John Wayne pegando tiros contiene el estimulante aroma de la paradoja.
Es aún más chocante, inmersos como estamos en una sociedad dominada en lo público por el aberrante prestigio de la exclusión, leer la siguiente frase del profesor Sánchez: “Junto a los incontables indios hoy anónimos que cazaban, vivían y morían en las desolaciones de Utah, y que guiaron a los españoles a través de sus territorios, esos antiguos exploradores forman parte de la historia nacional de los Estados Unidos”. A esto se le llama comprender las raíces plurales de toda identidad, entendida ésta de forma inteligente y, por tanto, generosa. A lo demás: nacionalismo. Última Hora. Luke. Periodista Digital.
20 mayo 2006
Hombre, por Dios
Uno ha de confesar su admiración hacia el sentido pragmático del Opus Dei, esta organización bastante más católica que cristiana cuyos cerebros grises propusieron a los editores de El código Da Vinci la publicación de Camino. En Doubleday se prometen ventas millonarias con su particular e inteligente adhesión al “perdona nuestras ofensas”... Si Dan Brown tiene derecho a forrarse con un libro sin valor, ¿por qué no van a poder hacerlo también los herederos de Escrivá de Balaguer? Ni que habláramos de cosas espirituales. Última Hora.
23 abril 2006
Eduardo sin Cristina
Con los seres que nos abandonan para siempre se va una parte de lo que fuimos. Cuando la pérdida es muy cercana, morimos un poco: es tanto lo que compartimos con quien se fue, y tan intenso, que lo que sobrevive de nosotros nos parece harto poco. Es cierto eso de que las pérdidas son irreparables, y es cierto que nunca volveremos a ser quienes éramos, y en los momentos que siguen a los hechos luctuosos algunos tienden a pensar en términos de punto final.
Pero es punto y seguido. El tiempo pasa sin que podamos hacer nada –ni a favor ni en contra. La muerte es consecuencia de numerosas causas de las que, en el mejor caso, sólo alcanzamos atisbos, e igualmente tampoco determinamos sino una pequeña parte de cómo la vida cicatriza. Un buen día nos encontramos con que ha transcurrido la jornada sin que hayamos dedicado algún momento al recuerdo doloroso. Otro día descubrimos que podemos pasar por cierto lugar, que nos parecía firmemente establecido en nuestra geografía del luto, y no nos duele. La mejor noche es aquélla en que volvemos a soñar con la persona que perdimos y en su rostro, por primera vez desde que se fue, ya no están los rasgos de la enfermedad. Sonríe, escucha un disco, fríe unos huevos: en nuestro sueño ya no muere permanentemente. Tengo la experiencia y ese despertar es, por mucho que se demore, ineludible y luminoso.
Hasta que llega esa mañana, sin embargo, todo duele. Son las agujetas que nos deja en el alma la muerte para persuadirnos de que ha ganado. Pero no. Tampoco vencemos nosotros; es un combate sin final, pero sigue siendo vida. Aunque ahora sea otra. Última Hora.
Pero es punto y seguido. El tiempo pasa sin que podamos hacer nada –ni a favor ni en contra. La muerte es consecuencia de numerosas causas de las que, en el mejor caso, sólo alcanzamos atisbos, e igualmente tampoco determinamos sino una pequeña parte de cómo la vida cicatriza. Un buen día nos encontramos con que ha transcurrido la jornada sin que hayamos dedicado algún momento al recuerdo doloroso. Otro día descubrimos que podemos pasar por cierto lugar, que nos parecía firmemente establecido en nuestra geografía del luto, y no nos duele. La mejor noche es aquélla en que volvemos a soñar con la persona que perdimos y en su rostro, por primera vez desde que se fue, ya no están los rasgos de la enfermedad. Sonríe, escucha un disco, fríe unos huevos: en nuestro sueño ya no muere permanentemente. Tengo la experiencia y ese despertar es, por mucho que se demore, ineludible y luminoso.
Hasta que llega esa mañana, sin embargo, todo duele. Son las agujetas que nos deja en el alma la muerte para persuadirnos de que ha ganado. Pero no. Tampoco vencemos nosotros; es un combate sin final, pero sigue siendo vida. Aunque ahora sea otra. Última Hora.
09 abril 2006
Concursos de misses
Uno tendía a pensar que cuando una muchacha en torno a la tierna edad de dieciocho años, con el cuerpo de pan recién horneado y la personalidad, en cambio, semicruda, decide presentarse a un certamen de belleza, la explicación radica en que ha leído poco, tiene escasa estima por su condición de mujer y, además, está muy mal aconsejada por unos padres que tampoco deben dedicar gran consideración al complemento espiritual que suele acompañar al cuerpo femenino. Pero quizá se tratase de puro vicio de criticar: si tantas personas siguen estos espectáculos, deben ser algo honesto y saludable.
La televisión, la publicidad y las pasarelas nos revelan la verdadera vía de la redención femenina. ¿Que es usted desgraciada? Pues deje de ser un callo, mujer. No es el mundo el que se equivoca cuando la juzga por su físico: es usted la que absurdamente se empecina en ser solamente inteligente, eficiente y honrada. Déjese de tonterías y opérese ya esa birria de tetas. Guste a los hombres. Abrace la cosmética. No estudie un máster: actualice su vestuario. So fea.
Qué ingenuos ésos que inducen a sus hijas a formarse como personas antes que a comerciar con su imagen; a cultivar virtudes ciudadanas en vez de recoger las rosas de su juventud. Es comprensible que los medios dediquen mucho más tiempo a un concurso de misses que a los malos tratos domésticos, la discriminación laboral, el proxenetismo, la violación y, en otros ámbitos, la lapidación de las adúlteras, la ablación, la exclusión de la escuela, la imposición del matrimonio, esto es, la venta de las hijas al mejor postor... Pero discúlpenme; está saliendo por la tele Miss Baleares en un bikini escuetísimo y tengo que dejarles. Última Hora.
La televisión, la publicidad y las pasarelas nos revelan la verdadera vía de la redención femenina. ¿Que es usted desgraciada? Pues deje de ser un callo, mujer. No es el mundo el que se equivoca cuando la juzga por su físico: es usted la que absurdamente se empecina en ser solamente inteligente, eficiente y honrada. Déjese de tonterías y opérese ya esa birria de tetas. Guste a los hombres. Abrace la cosmética. No estudie un máster: actualice su vestuario. So fea.
Qué ingenuos ésos que inducen a sus hijas a formarse como personas antes que a comerciar con su imagen; a cultivar virtudes ciudadanas en vez de recoger las rosas de su juventud. Es comprensible que los medios dediquen mucho más tiempo a un concurso de misses que a los malos tratos domésticos, la discriminación laboral, el proxenetismo, la violación y, en otros ámbitos, la lapidación de las adúlteras, la ablación, la exclusión de la escuela, la imposición del matrimonio, esto es, la venta de las hijas al mejor postor... Pero discúlpenme; está saliendo por la tele Miss Baleares en un bikini escuetísimo y tengo que dejarles. Última Hora.
26 marzo 2006
Vuelven los liberales
Hubo un tiempo en que los liberales españoles se pudieron sentir representados en el seno del Partido Popular. Fue aquella época en que José María Aznar transformó la alianza en partido, absorbió al PL y al PDP, se desprendió del uniforme, limó su discurso y relevó a un Felipe González sospechoso de haber reorganizado el terrorismo de estado. Aquellos jóvenes de derechas parecían distintos a lo que había sido la derecha española de toda la vida; y lo eran, ciertamente, aunque ahora, a la vista de su posterior radicalización en el poder y de su actual deriva hacia el extremo (más táctica que ideológica, pero perniciosísima en todo caso), cualquiera diría que los últimos setenta años hubiesen transcurrido.
Y, sin embargo, el verdadero liberalismo sigue existiendo. Muchos militantes del Partido Popular, barones incluidos, no comulgan con los postulados ni con las actitudes de la jauría enloquecida que hoy dirige el PP. No puedo imaginar a Jaume Matas ni a Alberto Ruiz-Gallardón haciendo gala de la torpeza, la impudicia y los modales casi tabernarios de Eduardo Zaplana y Ángel Acebes. Por no hablar de corrupción urbanística y financiación ilegal de partidos, que todos suponemos practican en sus diversos niveles todos los partidos que tocan poder, sin que ellos apenas hagan nada por tranquilizarnos.
Afortunadamente, hoy existe una alternativa: Ciudadanos, con tres escaños en el parlamento catalán por los que nadie hubiese apostado un día antes de las elecciones. Me consta que muchos votantes, incluidos muchos que lo han sido del PP y del PSOE, esperan como agua de mayo que el partido que preside Albert Rivera siga creciendo también fuera de Cataluña, se fortalezca en lo referido a estructura y cuadros y presente candidaturas en sus respectivas circunscripciones. Esos electores, como quien firma estas líneas, creen que lo mejor de nuestro muy imperfecto régimen –aquello que eleva a Europa por encima del ultracapitalismo norteamericano y del desprecio por las libertades de los demás continentes– en esencia sigue siendo lo que aportaron a Occidente las revoluciones francesa y norteamericana y las que las sucedieron a lo largo del siglo XIX. Defienden un modelo nacional de libertades para todos y confían en que son posibles una política territorial que no hable de exclusiones, sino de unidad en la diversidad, y un liberalismo de matices sociales que fuera de lo privado no deba nada a la Iglesia. No se echarán en brazos de fieras hambrientas ni votarán movidos por la ira. Son liberales, y lo que hoy les ofrecen el PP y el PSOE no les satisface. Última Hora. Periodista Digital.
Y, sin embargo, el verdadero liberalismo sigue existiendo. Muchos militantes del Partido Popular, barones incluidos, no comulgan con los postulados ni con las actitudes de la jauría enloquecida que hoy dirige el PP. No puedo imaginar a Jaume Matas ni a Alberto Ruiz-Gallardón haciendo gala de la torpeza, la impudicia y los modales casi tabernarios de Eduardo Zaplana y Ángel Acebes. Por no hablar de corrupción urbanística y financiación ilegal de partidos, que todos suponemos practican en sus diversos niveles todos los partidos que tocan poder, sin que ellos apenas hagan nada por tranquilizarnos.
Afortunadamente, hoy existe una alternativa: Ciudadanos, con tres escaños en el parlamento catalán por los que nadie hubiese apostado un día antes de las elecciones. Me consta que muchos votantes, incluidos muchos que lo han sido del PP y del PSOE, esperan como agua de mayo que el partido que preside Albert Rivera siga creciendo también fuera de Cataluña, se fortalezca en lo referido a estructura y cuadros y presente candidaturas en sus respectivas circunscripciones. Esos electores, como quien firma estas líneas, creen que lo mejor de nuestro muy imperfecto régimen –aquello que eleva a Europa por encima del ultracapitalismo norteamericano y del desprecio por las libertades de los demás continentes– en esencia sigue siendo lo que aportaron a Occidente las revoluciones francesa y norteamericana y las que las sucedieron a lo largo del siglo XIX. Defienden un modelo nacional de libertades para todos y confían en que son posibles una política territorial que no hable de exclusiones, sino de unidad en la diversidad, y un liberalismo de matices sociales que fuera de lo privado no deba nada a la Iglesia. No se echarán en brazos de fieras hambrientas ni votarán movidos por la ira. Son liberales, y lo que hoy les ofrecen el PP y el PSOE no les satisface. Última Hora. Periodista Digital.
08 marzo 2006
No era nada fácil
No era fácil atacar este asunto. En La lista de Schindler sí lo era identificar a los malos; en Munich, en cambio, cada espectador llega al cine con ideas propias acerca de quiénes son responsables y quiénes víctimas del desastre palestino-israelí. Spielberg tenía un comprometido reto ante sí –básicamente, abordar el conflicto entre el derecho propio a la justicia y el de los demás a la vida– y no es hombre que se deje asustar por los retos. La ley del talión, hoy más de moda que nunca, dista mucho de ser una reliquia bíblica y evoluciona en espiral. Sólo algo que reprochar: quienes dudan en el filme son siempre judíos; los palestinos, en cambio, aparecen como bárbaros irreflexivos y sedientos de sangre o como hipócritas interesados... Mantener una ecuanimidad estricta y aportar soluciones era tarea imposible; y, sin embargo, el judío y occidental Spielberg alcanza un éxito: acerca a judíos y occidentales cierta creíble autocrítica basada en consideraciones universales subyacentes también al más genuino –y olvidado– judaísmo. No era fácil. Última Hora.
05 marzo 2006
Mequetrefes
Que el Congreso se haya negado a reconocer en su reciente declaración institucional el papel protagonista del Rey en el malogro del tejerazo de 1981 sólo es una prueba más del momento de indignidad política que atravesamos. Siendo necesaria la unanimidad en la aprobación de tales declaraciones, ERC y EA impusieron su impresión de que resulta “excesiva” la importancia que suele concederse al Rey en aquella jornada. Los partidos del Congreso se avinieron a hacer desaparecer la palabra “Rey” del texto definitivo y a equiparar la actuación de la Corona a las del resto de instituciones y agentes sociales.
Si no tuviéramos memoria, no sabríamos que las cosas no sucedieron así. Con el gobierno y ambas cámaras secuestradas, la Generalitat y la Lehendakaritza en fuga, los sindicatos enmudecidos y una junta de subsecretarios como único vestigio del ejecutivo, sólo la autoridad de don Juan Carlos y la firmeza de sus convicciones democráticas hicieron frente a los golpistas. Sólo tras la intervención del soberano los blindados regresaron a los cuarteles y el pueblo se echó a la calle. Confirmando su deriva hacia la definitiva desvinculación con respecto a sus representados, y so capa de consenso, los diputados han vuelto a primar el corto plazo más mezquino sobre el respeto a la verdad y la debida cortesía institucional. ¿Tan desmemoriados nos consideran? Pero no lo somos; y también recordaremos esta vergüenza.
Mientras tanto, el monarca oye, calla y, siempre al servicio de quienes gratuitamente lo agravian, no dudaría en devolverles de nuevo la libertad de hacerlo si otra asonada la pusiese en peligro... Los grandes hombres quedan para la historia; a cambio, soportemos que los mequetrefes disfruten sus cinco minutos sobre el escenario. Última Hora.
Si no tuviéramos memoria, no sabríamos que las cosas no sucedieron así. Con el gobierno y ambas cámaras secuestradas, la Generalitat y la Lehendakaritza en fuga, los sindicatos enmudecidos y una junta de subsecretarios como único vestigio del ejecutivo, sólo la autoridad de don Juan Carlos y la firmeza de sus convicciones democráticas hicieron frente a los golpistas. Sólo tras la intervención del soberano los blindados regresaron a los cuarteles y el pueblo se echó a la calle. Confirmando su deriva hacia la definitiva desvinculación con respecto a sus representados, y so capa de consenso, los diputados han vuelto a primar el corto plazo más mezquino sobre el respeto a la verdad y la debida cortesía institucional. ¿Tan desmemoriados nos consideran? Pero no lo somos; y también recordaremos esta vergüenza.
Mientras tanto, el monarca oye, calla y, siempre al servicio de quienes gratuitamente lo agravian, no dudaría en devolverles de nuevo la libertad de hacerlo si otra asonada la pusiese en peligro... Los grandes hombres quedan para la historia; a cambio, soportemos que los mequetrefes disfruten sus cinco minutos sobre el escenario. Última Hora.
28 febrero 2006
¿Cuál debe ser la respuesta de Occidente a la violencia islámica?
Desde la opulencia es muy fácil reclamar actitudes civilizadas a aquéllos a quienes contribuimos a oprimir y empobrecer. También es fácil generalizar respecto a la barbarie contra la realidad insoslayable: el mundo islámico comprende mil doscientos millones de personas (campesinos, artistas, panaderos, madres, filósofos) que, por pacíficas que puedan ser, no se olvidarán súbitamente de Jerusalén, Guantánamo, Abu Graib... Cuando bajemos del pedestal del poder –manchado de petróleo y de sangre– comenzará el diálogo. Hasta entonces, que no nos pase nada. Última Hora.
05 febrero 2006
Más sobre Ceuta, Melilla, España...
Es curioso cómo los asuntos que a uno en principio le parecen menos polémicos suelen atraer más comentarios. Uno de mis breves anteriores, dedicado a la -no por esperada menos impertinente- injerencia de las autoridades marroquíes en la tímida visita del presidente del gobierno a las ciudades españolas del norte de África, genera varios argumentos que creo debo contestar.
Jamás las tribus bereberes del norte de lo que hoy se denomina Marruecos se sintieron miembros de ese estado. Ni siquiera hoy podría asegurarse que los rifeños no preferirían un estado propio o, incluso, pertenecer a España antes que ser súbidtos del sátrapa alauí. Ni su existencia ni sus circunstancias guardan relación con las ciudades españolas del norte de África. Por otro lado, Ceuta no fue conquistada por los españoles, sino por los portugueses; España la heredó de ellos. Melilla sí fue conquistada por España, exactamente igual que antes Granada, Toledo, Valencia o Tarragona e igual que Navarra aún años después; pero su carácter de conquista no es motivo suficiente para dudar de su españolidad, porque no estamos hablando de la conquista de una colonia, sino de la de un territorio que desde entonces forma parte integrante de la nación. Como Vladivostok en Rusia; como Normandía en Francia; como el Algarve o las Azores en Portugal; como Nápoles en Italia. Tampoco es motivo para dudar de la españolidad de Ceuta y Melilla el hecho de que sus circunstancias geoestratégicas determinen una estrecha vinculación con el Ejército; que yo sepa, la presencia continuada de cuarteles militares en un territorio no indica su condición ajena, sino, precisamente, la soberanía efectiva del estado a que pertenece.
Pero todo esto resulta secundario con respecto a la verdadera causa de estas polémicas. Me inspiran mucha curiosidad todas esas personas, generalmente de izquierdas y la mayoría de buena fe, que, contra el sentido común histórico, aceptarían de buen grado un referéndum en Cataluña o Euskadi, o directamente su independencia, porque es muy democrático y muy estupendo, y en cambio defienden a capa y espada la marroquinidad de Ceuta y Melilla sin atender a que su población -incluso la musulmana- pretende seguir siendo española; tal vez ceutíes y melillenses no sean dignos de ese respeto a que los nacionalistas catalanes y vascos son tan acreedores. Esas mismas personas, por otro lado, en el caso de Gibraltar suelen anteponer al derecho internacional los deseos de los llanitos de ser británicos, porque, "total, a mí un peñón más o menos me da lo mismo".
¿Cuál es la diferencia que hace que estas personas empleen criterios tan incuestionablemente dispares aplicados a casos en parte semejantes, dependiendo de la soberanía que se cuestione? Que en unos casos se trata de defender la integridad de España y en otros de menoscabarla; y como el de España es un concepto desprestigiado para la izquierda, en San Sebastián hay que votar, clarísimo, pero en Melilla no. Porque de lo que se trata es de denostar a España y todo lo que huela a español, que es algo muy anticuado y seguramente fascista. Y antes que mostrar aprecio por la idea de España, es preferible hacerlo por cualquiera de quienes la combaten o estorban: los nacionalismos periféricos -incluidos los que incurren en terrorismo-, el tirano de Rabat, el ocupante británico. Es como la memez de no pronunciar nunca la palabra "España", sino "Estado español", no vaya a ser que nos salga un sarpullido.
Entregadas a este fin fundamentalmente denigrador, esas personas asumen como naturales definiciones tan falaces como las que leo todos los días en la prensa y pretenden justificar el sinsentido nacionalista, del siguiente tenor: "el estado plurinacional de los Reyes Católicos y de Felipe II", o "un estado en cuya legalidad quepan todas las naciones que existen en su territorio desde la caída del Imperio Romano" (impresionante descubrimiento). Vamos, que hay que comulgar con anacronismos, tergiversaciones, inconsecuencias y lo que haga falta con tal de no herir la susceptibilidad de los nacionalistas, de quienes todos reconocen se mueven "por sentimientos". No vale que nosostros nos movamos por razones, no. A los melillenses, en cambio, sí podemos herirles, porque su nacionalismo español es carca.
Vamos a dejarnos de tonterías: aquí nadie pretende ser más demócrata, ni más práctico, ni más justo, ni más nada. Aquí lo que pasa es que en lugar de estudiar historia vivimos de consignas y fútbol. Para los progres menos reflexivos, España es caca y meterse con ella queda mejor. Todavía duelen en nuestros oídos las palabras que el otro día y a media tarde dedicó a España en TV3 (recordémoslo: una televisión pública) un desquiciado Pepe Rubianes, para gran regocijo del conductor del programa: "Que se vaya a la mierda la puta España." "Que se metan a España en el puto culo a ver si les explotan los huevos." "A mí la unidad de España me suda la polla por delante y por detrás." Esto, de haber sucedido en Francia (lo cual es impensable), habría supuesto el paro perpetuo para el imbécil malhablado, para quien lo contrató y para el presentador que le rió la gracia, y eso con independencia del contexto en que hubieran sido pronunciadas. En España no pasa nada. Pero, eso sí, que nadie ose criticar aun educadamente al nacionalismo, porque éste clamará -arrogándose injustamente la representación de todos los catalanes o del pueblo vasco- al cielo de las libertades democráticas... De igual modo, llevar el nombre de España en la boca a todas horas debe ser mucho más patriótico y de orden y por esa razón tan sólida hay que comprar cava extremeño en Navidad. Hoy he vuelto a recibir un correo electrónico deplorable en que se insta al odio a los catalanes y a todo lo catalán. Circulan constantemente. También sé que es probable que algunos de mis suscriptores se den de baja de este blog a raíz de la publicación de estas notas apresuradas: los más nacionalistas porque desprecio y siempre despreciaré esa faramalla de prejuicios y falsedades que ellos llaman ideología; aquéllos que confían en la actual cúpula del Partido Popular porque los llamo y llamaré siempre usurpadores y manipuladores de la patria -además de torpes. Contra argumentos, consignas. Es así de sencillo y triste, pero así nos conducimos unos y otros.
Cada vez estoy más convencido: no me cansaré de repetir que no todas las ideas son válidas ni respetables, y cuando una persona o un colectivo (por muy amplio que éste sea) están equivocados hay que decírselo cuando aún es tiempo, antes de que se produzca, por ejemplo, un Holocausto, la quema de los conventos, un 11-S... Y los nacionalistas catalanes, vascos y gallegos, y también los del género nacional-aznarista, están sumamente equivocados; y los ciudadanos progresistas que históricamente se han dejado arrastrar por el prejuicio antiespañol y dejan en manos de personajes como Eduardo Zaplana o Ángel Acebes la defensa del concepto de España, son gravemente irresponsables y deberían tomar nota de la relación que mantienen con su patria los ciudadanos de izquierdas en Francia o el Reino Unido, por ejemplo. Así hay que decirlo cuantas veces sea necesario. Pero es que, además, no estoy dispuesto a que me comparen con ellos. Estoy muy convencido de que no ser nacionalista me hace -en el ámbito que corresponda y sólo en ése- infinitamente superior a los nacionalistas y a quienes se dejan engañar por su discurso, y por tanto los complejos sobran tanto como las generalizaciones. También sobran los odios: ante el error sólo cabe la tolerancia y mucha pedagogía.
Jamás las tribus bereberes del norte de lo que hoy se denomina Marruecos se sintieron miembros de ese estado. Ni siquiera hoy podría asegurarse que los rifeños no preferirían un estado propio o, incluso, pertenecer a España antes que ser súbidtos del sátrapa alauí. Ni su existencia ni sus circunstancias guardan relación con las ciudades españolas del norte de África. Por otro lado, Ceuta no fue conquistada por los españoles, sino por los portugueses; España la heredó de ellos. Melilla sí fue conquistada por España, exactamente igual que antes Granada, Toledo, Valencia o Tarragona e igual que Navarra aún años después; pero su carácter de conquista no es motivo suficiente para dudar de su españolidad, porque no estamos hablando de la conquista de una colonia, sino de la de un territorio que desde entonces forma parte integrante de la nación. Como Vladivostok en Rusia; como Normandía en Francia; como el Algarve o las Azores en Portugal; como Nápoles en Italia. Tampoco es motivo para dudar de la españolidad de Ceuta y Melilla el hecho de que sus circunstancias geoestratégicas determinen una estrecha vinculación con el Ejército; que yo sepa, la presencia continuada de cuarteles militares en un territorio no indica su condición ajena, sino, precisamente, la soberanía efectiva del estado a que pertenece.
Pero todo esto resulta secundario con respecto a la verdadera causa de estas polémicas. Me inspiran mucha curiosidad todas esas personas, generalmente de izquierdas y la mayoría de buena fe, que, contra el sentido común histórico, aceptarían de buen grado un referéndum en Cataluña o Euskadi, o directamente su independencia, porque es muy democrático y muy estupendo, y en cambio defienden a capa y espada la marroquinidad de Ceuta y Melilla sin atender a que su población -incluso la musulmana- pretende seguir siendo española; tal vez ceutíes y melillenses no sean dignos de ese respeto a que los nacionalistas catalanes y vascos son tan acreedores. Esas mismas personas, por otro lado, en el caso de Gibraltar suelen anteponer al derecho internacional los deseos de los llanitos de ser británicos, porque, "total, a mí un peñón más o menos me da lo mismo".
¿Cuál es la diferencia que hace que estas personas empleen criterios tan incuestionablemente dispares aplicados a casos en parte semejantes, dependiendo de la soberanía que se cuestione? Que en unos casos se trata de defender la integridad de España y en otros de menoscabarla; y como el de España es un concepto desprestigiado para la izquierda, en San Sebastián hay que votar, clarísimo, pero en Melilla no. Porque de lo que se trata es de denostar a España y todo lo que huela a español, que es algo muy anticuado y seguramente fascista. Y antes que mostrar aprecio por la idea de España, es preferible hacerlo por cualquiera de quienes la combaten o estorban: los nacionalismos periféricos -incluidos los que incurren en terrorismo-, el tirano de Rabat, el ocupante británico. Es como la memez de no pronunciar nunca la palabra "España", sino "Estado español", no vaya a ser que nos salga un sarpullido.
Entregadas a este fin fundamentalmente denigrador, esas personas asumen como naturales definiciones tan falaces como las que leo todos los días en la prensa y pretenden justificar el sinsentido nacionalista, del siguiente tenor: "el estado plurinacional de los Reyes Católicos y de Felipe II", o "un estado en cuya legalidad quepan todas las naciones que existen en su territorio desde la caída del Imperio Romano" (impresionante descubrimiento). Vamos, que hay que comulgar con anacronismos, tergiversaciones, inconsecuencias y lo que haga falta con tal de no herir la susceptibilidad de los nacionalistas, de quienes todos reconocen se mueven "por sentimientos". No vale que nosostros nos movamos por razones, no. A los melillenses, en cambio, sí podemos herirles, porque su nacionalismo español es carca.
Vamos a dejarnos de tonterías: aquí nadie pretende ser más demócrata, ni más práctico, ni más justo, ni más nada. Aquí lo que pasa es que en lugar de estudiar historia vivimos de consignas y fútbol. Para los progres menos reflexivos, España es caca y meterse con ella queda mejor. Todavía duelen en nuestros oídos las palabras que el otro día y a media tarde dedicó a España en TV3 (recordémoslo: una televisión pública) un desquiciado Pepe Rubianes, para gran regocijo del conductor del programa: "Que se vaya a la mierda la puta España." "Que se metan a España en el puto culo a ver si les explotan los huevos." "A mí la unidad de España me suda la polla por delante y por detrás." Esto, de haber sucedido en Francia (lo cual es impensable), habría supuesto el paro perpetuo para el imbécil malhablado, para quien lo contrató y para el presentador que le rió la gracia, y eso con independencia del contexto en que hubieran sido pronunciadas. En España no pasa nada. Pero, eso sí, que nadie ose criticar aun educadamente al nacionalismo, porque éste clamará -arrogándose injustamente la representación de todos los catalanes o del pueblo vasco- al cielo de las libertades democráticas... De igual modo, llevar el nombre de España en la boca a todas horas debe ser mucho más patriótico y de orden y por esa razón tan sólida hay que comprar cava extremeño en Navidad. Hoy he vuelto a recibir un correo electrónico deplorable en que se insta al odio a los catalanes y a todo lo catalán. Circulan constantemente. También sé que es probable que algunos de mis suscriptores se den de baja de este blog a raíz de la publicación de estas notas apresuradas: los más nacionalistas porque desprecio y siempre despreciaré esa faramalla de prejuicios y falsedades que ellos llaman ideología; aquéllos que confían en la actual cúpula del Partido Popular porque los llamo y llamaré siempre usurpadores y manipuladores de la patria -además de torpes. Contra argumentos, consignas. Es así de sencillo y triste, pero así nos conducimos unos y otros.
Cada vez estoy más convencido: no me cansaré de repetir que no todas las ideas son válidas ni respetables, y cuando una persona o un colectivo (por muy amplio que éste sea) están equivocados hay que decírselo cuando aún es tiempo, antes de que se produzca, por ejemplo, un Holocausto, la quema de los conventos, un 11-S... Y los nacionalistas catalanes, vascos y gallegos, y también los del género nacional-aznarista, están sumamente equivocados; y los ciudadanos progresistas que históricamente se han dejado arrastrar por el prejuicio antiespañol y dejan en manos de personajes como Eduardo Zaplana o Ángel Acebes la defensa del concepto de España, son gravemente irresponsables y deberían tomar nota de la relación que mantienen con su patria los ciudadanos de izquierdas en Francia o el Reino Unido, por ejemplo. Así hay que decirlo cuantas veces sea necesario. Pero es que, además, no estoy dispuesto a que me comparen con ellos. Estoy muy convencido de que no ser nacionalista me hace -en el ámbito que corresponda y sólo en ése- infinitamente superior a los nacionalistas y a quienes se dejan engañar por su discurso, y por tanto los complejos sobran tanto como las generalizaciones. También sobran los odios: ante el error sólo cabe la tolerancia y mucha pedagogía.
Democracia e intereses
Resulta que si un fiscal mantiene criterios diferentes a los del partido en el gobierno, es fulminado a las primeras de cambio. Si el presidente de una Caja no se ajusta a las exigencias de los políticos que controlan la entidad, es sustituido. Si la persona que dirige una televisión pública no cumple con las expectativas del partido mayoritario, es reemplazada. Cuando una importante empresa de energía se opone en libre competencia a otra empresa rival más cercana al grupo político en el poder y al grupo mediático que lo apoya, le cae una OPA. El acceso al CGPJ, al Tribunal Supremo y al Tribunal Constitucional está igualmente determinado por la coyuntura política.
Tan absoluto control de las instituciones públicas y privadas que articulan el estado por la aritmética parlamentaria puede parecer signo de democracia genuina, y quizá lo sería si las mayorías parlamentarias representasen con fidelidad los deseos de la ciudadanía. Lo cierto, me temo, es que nadie debe su acta de diputado a la defensa independiente de unos principios asumidos por una voluntad popular críticamente formada, sino sólo –en virtud de un sistema electoral perverso y de la televisión– a la cúpula de un partido; y en éstas no prevalece el interés público, sino un denso entramado de intereses económicos en que no importa tanto qué beneficia al ciudadano (al trabajador, al inmigrante, al medio ambiente, al hombre y la mujer libres, al niño que necesita educación de calidad) como qué es lo que permite mantener intactas las cuotas de poder de quienes deben disfrutarlas. Así de triste es nuestro estado de derecho, porque así lo queremos. Y si no, que se lo pregunten a Eduardo Fungairiño. Última Hora.
Tan absoluto control de las instituciones públicas y privadas que articulan el estado por la aritmética parlamentaria puede parecer signo de democracia genuina, y quizá lo sería si las mayorías parlamentarias representasen con fidelidad los deseos de la ciudadanía. Lo cierto, me temo, es que nadie debe su acta de diputado a la defensa independiente de unos principios asumidos por una voluntad popular críticamente formada, sino sólo –en virtud de un sistema electoral perverso y de la televisión– a la cúpula de un partido; y en éstas no prevalece el interés público, sino un denso entramado de intereses económicos en que no importa tanto qué beneficia al ciudadano (al trabajador, al inmigrante, al medio ambiente, al hombre y la mujer libres, al niño que necesita educación de calidad) como qué es lo que permite mantener intactas las cuotas de poder de quienes deben disfrutarlas. Así de triste es nuestro estado de derecho, porque así lo queremos. Y si no, que se lo pregunten a Eduardo Fungairiño. Última Hora.
03 febrero 2006
No te jode
Lo único que nos faltaba es que sea el señor Benabdelá, ministro marroquí de Comunicación (que es como llama aquel régimen al jefe de Propaganda), quien evalúe la oportunidad de las visitas del presidente del gobierno español a dos ciudades españolas. Propongo que algún portavoz del gobierno Zapatero señale la inoportunidad de la próxima visita del déspota alauí a, no sé, por ejemplo, Fez. Y, de paso, la ilegalidad de sus visitas a El Aaiún. Las del déspota y las de sus tanquetas. Última Hora.
22 enero 2006
El gen de medusa
No salgo de mi estupor: investigadores de la Universidad Nacional de Taiwan han obtenido varios ejemplares de cerdo verde fluorescente. Como lo oyen. Este hallazgo, que no desmerecería en el laboratorio del profesor Bacterio, dista no obstante de ser una broma: permitirá, al parecer, allanar el camino de los trasplantes de órganos de animales al ser humano. El marrano fosforito tiene la virtud de que sus vísceras también son fluorescentes, lo que permite practicar ciertas constataciones sin necesidad de técnicas de algún modo cruentas, y esto significará una mejor calidad de vida de los cerdos de laboratorio y, ojalá, una aceleración en el desarrollo de tratamientos para el cáncer humano: sorprendente. Pero más sorprendente es la forma en que se logró este animal transgénico: se inyectó el gen que codifica la GFP (proteína verde fluorescente) de cierta medusa en fetos de cerdo. Afortunadamente, los cerdos sólo brillan en verde bajo la luz ultravioleta; si no, imaginen el susto de las pobres gestantes tras el parto. Por no hablar del mosqueo de los verracos.
¿Imaginan las posiblidades del descubrimiento aplicado a la vida pública? El gen de la brillantez de Ruiz-Gallardón inyectado a tiempo en el feto (con perdón) de José Blanco o el de la templanza de Eduard Punset en el de Ángel Acebes habrían mejorado sin lugar a dudas el panorama nacional. Algún gen de Maria Antònia Munar en el embrión de Carod-Rovira habría dado lugar a un separatismo infinitamente más sexy. En cambio, de la implantación de cualquier gen democrático en el feto de Arnaldo Otegi, me temo, poco hubiéramos podido esperar salvo el rechazo. Para eso, el gen de medusa: fluorescente, al menos, habríamos podido aprovechar el resultado para la ciencia. Última Hora.
¿Imaginan las posiblidades del descubrimiento aplicado a la vida pública? El gen de la brillantez de Ruiz-Gallardón inyectado a tiempo en el feto (con perdón) de José Blanco o el de la templanza de Eduard Punset en el de Ángel Acebes habrían mejorado sin lugar a dudas el panorama nacional. Algún gen de Maria Antònia Munar en el embrión de Carod-Rovira habría dado lugar a un separatismo infinitamente más sexy. En cambio, de la implantación de cualquier gen democrático en el feto de Arnaldo Otegi, me temo, poco hubiéramos podido esperar salvo el rechazo. Para eso, el gen de medusa: fluorescente, al menos, habríamos podido aprovechar el resultado para la ciencia. Última Hora.
18 enero 2006
Lo malo conocido
Los cananeos empezaron a darse estopa en el suelo que hoy ocupa el estado de Israel hará cinco mil años. Vinieron hebreos, arameos, egipcios, asirios, romanos, persas, árabes, francos, turcos y, hace unos cien años, esos europeos de religión judía e ideología sionista que se llaman a sí mismo israelíes, y todos repartieron leña. Con esta perspectiva, ignoro qué relevancia estadística pueda tener que Ariel Sharon ya no pueda ordenar más asesinatos; pero el espíritu de superación de los israelíes es proverbial. Última Hora.
16 enero 2006
Ni tanto ni tan calvo
Seguramente sólo los más enrocados en la España del 39 desearían ver de nuevo los tanques en las calles. Pero son muchos los españoles que no entienden que su gobierno castigue las manifestaciones ciertamente extraviadas del teniente general Mena, quien, sin mucha diplomacia, ha recordado que la obligación de respetar la Constitución vigente atañe a todos; y, en cambio, admita entre sus socios discursos que abiertamente promueven la insumisión hacia la carta magna. ¿Quién dijo que la demagogia debía guardar apariencias? Última Hora.
02 enero 2006
¿Año nuevo, vida nueva?
Vida nueva. Y si no que se lo pregunten a Rajoy, a Aguirre, a Bono... O a los fumadores, que en ciertos lugares se verán relegados a la condición de factores de insalubridad e infractores de la ley; que ya era hora. Aunque hay cosas que no cambiarán: el peinado de la Reina, la inexplicable atención de los españoles a las chorradas de Ana Obregón, la coña macarra y lúcida de Bernardo José Mora, la hemiplejia de Beckham, Dios en los colegios... Última Hora.
29 diciembre 2005
Vanagloria
Aunque sé que no parece muy científico, los años me han enseñado que hay pocos dichos tan atinados como el que afirma que la cara es el espejo del alma. Sólo hay que aprender a observar los detalles. Por eso nunca me cupo duda alguna de que Benedicto XVI es un personaje soberbio y brillantísimo. Por ambas cosas le supongo el muy pecaminoso gozo de haber alcanzado lo máximo a que un clérigo puede aspirar: sabe que nadie lo merecía más. Última Hora.
24 diciembre 2005
Y tú más
Las valiosas aportaciones de los señores Zapatero y Rajoy al debate ("patriotas de hojalata", "bobo solemne" y demás brillanteces) nos permiten hablar de una nueva era en el discurso público. Ahora podremos dirigir ad hominem la grisura paradójica de Pepe Blanco o la pasmosa ignorancia del sentido del humor de Esperanza Aguirre. Por toda razón llamaremos patoso a Moratinos y mariquita a Zerolo; a Zaplana chulo y a Aznar bajito, feo y bigotudo. Las palabras de los demagogos dejarán de ser estériles como huevo de gallina no galleada. Ahora, al menos, serán insultos: hermosa siembra. Última Hora.
19 diciembre 2005
Viene en la Biblia
Supongo que el mismo impulso integrista de preservar inamovibles los propios sistemas de valores –islámico, marxista o WASP, da igual– mueve a las elites iraníes, norcoreanas, nigerianas, chinas y estadounidenses a asemejarse en la aplicación de la pena capital a los más indefensos de sus delincuentes, pese al esencial contrasentido que supone y a su probada ineficacia. Toda idea absoluta va más allá que el derecho: no busca la reparación de la ofensa, ni la rehabilitación del delincuente. Necesita venganza. Última Hora.
04 diciembre 2005
Otros modelos educativos
Por ejemplo: en Alemania, que es una república federal de libro, todas las escuelas de la nación (porque allí todos saben de qué se está hablando cuando alguien pronuncia esta palabra) enseñan exactamente el mismo programa. Nada de competencias en el diseño curricular para los länder. Eso sí, los alemanes aprenden inglés y matemáticas por un tubo. ¿Será que son prácticos, eficaces, inteligentes? ¿O serán más bien unos despreciables centralistas encubiertos? ¿No se dan cuenta los bávaros, o los sajones, digo yo, vamos, por decir, del terrible menoscabo que de esta forma se perpetra contra su identidad?
Otro ejemplo: el Consejo de Educación de Kansas, un órgano donde cristianos militantes ocupan un 60% de los asientos, aprobó recientemente planes de estudios que ponen en duda las teorías de Darwin y equiparan la validez de evolucionismo y creacionismo a la hora de explicar el origen de la vida. Algunos de los miembros de dicho consejo se mostraron contrarios al evolucionismo por ser “ofensivo para la cristiandad”. Otros –en minoría– se lamentaron de que Kansas sea a partir de ahora el hazmerreír de los Estados Unidos y del mundo entero. Se trata, no obstante, del quinto estado norteamericano en el que instancias oficiales promueven la fe en Dios Creador en detrimento de una teoría basada en explicaciones naturales, corroborada por numerosas evidencias y aceptada casi unánimemente por la comunidad científica. Antes lo hicieron Ohio, Minesota, Nuevo México y Pensilvania, pese a que la Constitución de los Estados Unidos excluye la religión de las aulas.
En educación, como en todo lo demás, siempre hay otros modelos, y adoptar el propio no es otra cosa que optar. En nuestro caso, optar entre educación o más basura. Última Hora.
Otro ejemplo: el Consejo de Educación de Kansas, un órgano donde cristianos militantes ocupan un 60% de los asientos, aprobó recientemente planes de estudios que ponen en duda las teorías de Darwin y equiparan la validez de evolucionismo y creacionismo a la hora de explicar el origen de la vida. Algunos de los miembros de dicho consejo se mostraron contrarios al evolucionismo por ser “ofensivo para la cristiandad”. Otros –en minoría– se lamentaron de que Kansas sea a partir de ahora el hazmerreír de los Estados Unidos y del mundo entero. Se trata, no obstante, del quinto estado norteamericano en el que instancias oficiales promueven la fe en Dios Creador en detrimento de una teoría basada en explicaciones naturales, corroborada por numerosas evidencias y aceptada casi unánimemente por la comunidad científica. Antes lo hicieron Ohio, Minesota, Nuevo México y Pensilvania, pese a que la Constitución de los Estados Unidos excluye la religión de las aulas.
En educación, como en todo lo demás, siempre hay otros modelos, y adoptar el propio no es otra cosa que optar. En nuestro caso, optar entre educación o más basura. Última Hora.
28 noviembre 2005
Valiente hijo de puta
Parece ser que Augusto Pinochet ha manifestado a los suyos sus "deseos de morir" al celebrar su nonagésimo cumpleaños bajo arresto domiciliario. Qué listo, el abuelo: primero desea -y ejecuta- la muerte de todos los que le estorban a él y a sus aliados norteamericanos, incluido el presidente de la República, y en el proceso se forra el bolsillo. Ahora, crucificado por esta casta de rojos ingratos, se siente triste -pobre viejito tierno- y desea el propio final... Lo bueno de que exista gente como él es que nos ponen el listón tan bajo que los demás nos llenamos de autoridad sin apenas esfuerzo, nos sentimos bellísimas personas casi gratis. Porque nosotros no deseamos su muerte, como no deseábamos la de sus víctimas (¿no es algo natural no desear muertes...?). Sólo necesitamos justicia.
23 noviembre 2005
Me preguntan si el Canal Cuatro responde a las expectativas
Uno lleva sin ver la tele desde que a Fidel Castro le creció el bigote. Cuatro informativos, el ataque a las Torres Gemelas, un par de conciertazos los sábados por la mañana, ahora que la nena tiene dos años y hace frío. Ya, ni siquiera, los partidos del Madrid. Lo que uno se pregunta es cómo es posible que, habiendo visto televisión durante cuarenta, quince, incluso sólo dos años de su vida, y sin ser miembro del Gobierno, alguien siga teniendo expectativa alguna acerca de un nuevo canal comercial. Última Hora.
19 noviembre 2005
Referentes públicos
¿Qué esperanzas podemos depositar en nuestra clase política si el presidente del gobierno, según la última encuesta del CIS (controlado por el gobierno), suspende en la intención de voto -es decir, ha dilapidado el enorme caudal de confianza que se le otorgó- y el líder de la oposición queda aún muy por debajo en este pseudojuicio popular? ¿Qué, si el ministro más valorado es José Bono, un personaje tan simpático como manifiestamente primario? Los políticos de corte intelectual (Alberto Ruiz-Gallardón, Josep Borrell), independientemente del partido al que pertenezcan, ceden protagonismo ante el acoso de bestias pardas y demagogos profesionales, de incapacidad más que probada (Esperanza Aguirre, Javier Caldera, Pepe Blanco), y aquéllos que a lo largo de estos años demostraron un saludable rigor ético (Pablo Castellano, Eduard Punset, Manuel Pimentel) se refugian en tertulias radiofónicas o televisivas, o en el ámbito privado. No es de extrañarse que muchos españoles no estén orgullosos de serlo: ¿qué referentes tienen? ¿Ronaldo? ¿Eto'o?
14 noviembre 2005
Ze's page

Ze Frank combina el vídeo, la fotografía, aplicaciones informáticas sencillas, un indudable dominio del arte escénico y de la expresión corporal y una marcada vis comica que impregna todo lo que toca de un humor ácido, a veces no muy sutil pero siempre provocador. Se trata de mucho más que una página personal –incluso por su amplitud–, y así lo atestiguan premios y referencias en diarios de varios continentes y revistas como Time Out New York, Forbes o Discover. 13 Newsletter.
11 noviembre 2005
Administración y demagogia
A mí me parece que nuestras autoridades tienen unas miras demasiado cortas para quienes representan al pueblo balear y deben encarnar su progreso en el siglo XXI. Vamos, que no veo yo por qué limitarnos a una Consejería de Inmigración o una Oficina para el Cambio Climático. Ya puestos, ¿para cuándo una Dirección General de Apoyo a los Pueblos Indígenas del Mundo? ¿Y el Negociado de Pandemias Aviares, tan urgente? Por no hablar de la deseada Agencia Espacial Balear. ¿A qué están esperando? Última Hora.
10 noviembre 2005
En Francia
La combinación de injusticia social y radicalismo ideológico es causa de desastre ineludible. Porque extremistas los hay siempre; pero a lo largo de las últimas décadas sólo habían conseguido, como mucho, asomarse a los parlamentos. El ascenso del ultraderechismo en Francia había señalado la gravedad de la situación; y, sin embargo, la Unión que pretendíamos era la Europa opaca de los banqueros, muy alejada del crisol cultural y social que históricamente la ha hecho tan rica. Ahora subirá Le Pen: para qué queremos más. Última Hora.
06 noviembre 2005
Cataluña no es una nación
Pues no. Y no es tan terrible. Me niego a pasar por cavernícola furioso, enemigo del pueblo catalán por no opinar igual que algunos. Hemos soportado durante tanto tiempo el discurso nacionalista que muchos han creído que es progresista. Pero no: las fuerzas del progreso –hasta que Franco acaparó el nombre de España– se caracterizaron por combatir las tensiones centrífugas que, qué paradoja, coincidían con lo más ultra del conservadurismo carlistón.
Mariano Rajoy erró el otro día cuando desdeñó el federalismo, que posiblemente es la solución de todos nuestros males. La autonomía ha beneficiado a las regiones más débiles, y seguirá haciéndolo si no se convierte en factor de diferenciación; el problema de nuestro ordenamiento es que nunca estuvo cerrado, que las competencias fueron siempre prendas de cambalache: víctimas de las mayorías simples. En todo lo demás acertó un Rajoy mucho más brillante y moderado de lo que gustaría a sus rivales: la nación comporta soberanía, ésta corresponde al pueblo español y para modificar la Constitución no valen vías de hecho. Tendría guasa que las Cortes aprobaran una norma inconstitucional y, sobre todo, contraria al sentir de los españoles. Hace tiempo que los políticos ignoran a los ciudadanos, pero esto acaba pasando factura.
Es necesaria una defensa pacífica y no vergonzante de las propias convicciones. Y la de la mayoría es que no hay otra nación que España. Si quieren, otro día lo aclaramos, más allá de la desinformación, la manipulación de la Historia y los equilibrios de demagogos más apegados al poder que a los principios, dispuestos a sustituir su bandera por una pegatina del Barça con tal de quedarse. Y es que el Estado no es un campo de fútbol. Última Hora.
Mariano Rajoy erró el otro día cuando desdeñó el federalismo, que posiblemente es la solución de todos nuestros males. La autonomía ha beneficiado a las regiones más débiles, y seguirá haciéndolo si no se convierte en factor de diferenciación; el problema de nuestro ordenamiento es que nunca estuvo cerrado, que las competencias fueron siempre prendas de cambalache: víctimas de las mayorías simples. En todo lo demás acertó un Rajoy mucho más brillante y moderado de lo que gustaría a sus rivales: la nación comporta soberanía, ésta corresponde al pueblo español y para modificar la Constitución no valen vías de hecho. Tendría guasa que las Cortes aprobaran una norma inconstitucional y, sobre todo, contraria al sentir de los españoles. Hace tiempo que los políticos ignoran a los ciudadanos, pero esto acaba pasando factura.
Es necesaria una defensa pacífica y no vergonzante de las propias convicciones. Y la de la mayoría es que no hay otra nación que España. Si quieren, otro día lo aclaramos, más allá de la desinformación, la manipulación de la Historia y los equilibrios de demagogos más apegados al poder que a los principios, dispuestos a sustituir su bandera por una pegatina del Barça con tal de quedarse. Y es que el Estado no es un campo de fútbol. Última Hora.
01 noviembre 2005
Lo que le espera
Doña Leonor será un día lejano reina de España. Reina de España pese a los conservadores rancios que criticaron el matrimonio desigual de sus padres. Reina de España pese a los progres a quienes, aun apolillada, satisfaría más una bandera tricolor. Reina de España pese a los monárquicos recalcitrantes, que habrían preferido un varoncito con todo lo que Dios manda tener. Reina de España pese a los pelmas de los nacionalistas, sus prebendas, sus estatutos que a pocos interesan, sus complicidades, sus boinas y, ay, su sempiterna primera página. Reina de España pese a los peñafielillos que, aparte no haber tenido nunca ni idea de qué era eso de lo que hablaban tanto y con tanta presunta autoridad, han decidido que morder la mano de quienes les han dado de comer toda la vida es hoy mucho más rentable. Reina de España pese a las feministas de tertulia televisiva que hoy se felicitan por algo tan irrelevante como el sexo de un bebé. Reina de España pese a los rumores que envidiosos, cotillas, malintencionados e incautos propagaron acerca de ligaduras de trompas y otras sandeces. Reina de España pese a la constitución vigente a fecha de su nacimiento. Reina de España pese a los reportajes del Hola. Reina de España pese a que la mitad de sus antepasados no tuviesen la sangre ni remotamente azul. Doña Leonor será reina de España, sí, pese a todos. Y, sin embargo, al servicio de todos: es la cruz de su familia. Última Hora.
23 octubre 2005
Sonrisas y lágrimas
Uno es de la opinión de que, cuando el sonriente señor Zapatero negocia con Marruecos a propósito de inmigración o de cualquier otro asunto, debe explicar con claridad qué es lo que da, a cambio de qué y exactamente de qué manera garantiza el régimen marroquí el cumplimiento de los compromisos contraídos en condiciones de respeto a unos derechos humanos que incluso al sur del Gurugú constituyen obligación legal. Tiquismiquis que es uno.
Entre otras cosas, ese régimen con el que negociamos es culpable del saqueo de la nación saharaui. Es causante de un alto número de presos políticos, desaparecidos, casos de tortura y de restricción de la libertad de expresión y de otras muchas libertades, todo lo cual ha sido denunciado públicamente por Amnistía Internacional repetidas veces. La cúpula gobernante marroquí, y ello incluye a la familia de Mohamed VI, es beneficiaria directa de las pingües ganancias de las mafias que explotan el comercio de las drogas y el indigno tráfico de inmigrantes que de cuando en cuando siembra de cadáveres las costas de Fuerteventura o las vallas de Ceuta y Melilla.
Esas connivencias son hoy las nuestras. Tenemos la evidencia sonrojante de que los expulsados de las ciudades autónomas han sido expuestos por las autoridades alauíes a una muerte lenta y cruel en el desierto. Y no asombra tanto su falta de escrúpulos morales como la desfachatez demostrada, insólita incluso en quienes gozan del respaldo de los gobiernos francés y norteamericano, probablemente muy inclinados a concederlo a aliados más fiables –menos menesterosos– que el señor Zapatero. Éste debe explicar qué razones, aparte la necesaria vecindad, lo animan a mantener relaciones amistosas con un déspota responsable de tantos crímenes. Última Hora.
Entre otras cosas, ese régimen con el que negociamos es culpable del saqueo de la nación saharaui. Es causante de un alto número de presos políticos, desaparecidos, casos de tortura y de restricción de la libertad de expresión y de otras muchas libertades, todo lo cual ha sido denunciado públicamente por Amnistía Internacional repetidas veces. La cúpula gobernante marroquí, y ello incluye a la familia de Mohamed VI, es beneficiaria directa de las pingües ganancias de las mafias que explotan el comercio de las drogas y el indigno tráfico de inmigrantes que de cuando en cuando siembra de cadáveres las costas de Fuerteventura o las vallas de Ceuta y Melilla.
Esas connivencias son hoy las nuestras. Tenemos la evidencia sonrojante de que los expulsados de las ciudades autónomas han sido expuestos por las autoridades alauíes a una muerte lenta y cruel en el desierto. Y no asombra tanto su falta de escrúpulos morales como la desfachatez demostrada, insólita incluso en quienes gozan del respaldo de los gobiernos francés y norteamericano, probablemente muy inclinados a concederlo a aliados más fiables –menos menesterosos– que el señor Zapatero. Éste debe explicar qué razones, aparte la necesaria vecindad, lo animan a mantener relaciones amistosas con un déspota responsable de tantos crímenes. Última Hora.
09 octubre 2005
Salinas de Baleares
Cuando es necesario que una institución privada programe una exposición para que sepamos algo de esas joyas de nuestro patrimonio que son las salinas, es que algo no funciona. El magnífico montaje que abre Sa Nostra hasta finales de noviembre en la calle Concepción, Les salines de les Balears: el paisatge inventat, viene a paliar en parte el desinterés que por esta manifestación de la cultura balear y por su conservación demuestran las instituciones públicas.
Miquel Frontera, biólogo prestigioso y excelente fotógrafo, ha coordinado una labor de campo y de documentación inédita en ese terreno. Sus conmovedoras imágenes del paisaje salinero realzan el aspecto estético que estas industrias presentan, en peculiar intersección de botánica, zoología y geología. Frontera es también autor de los textos de un catálogo editado con un gusto exquisito y todo el rigor exigible, que será desde ahora referencia bibliográfica. A uno le gustaría poder llenar siempre la columna de elogios tan merecidos.
La exposición y su catálogo sirven al visitante para conocer el vocabulario particular y preciso que atañe al laboreo de la sal, que no quedó bien recogido en los mejores diccionarios generales, como el Alcover-Moll. Pero también para enredarse minuciosamente en sus aspectos técnicos, su historia, su geografía, su naturaleza y su etnografía; o para asistir, en un salto atrás de medio siglo, a las faenas propias de una durísima actividad tradicional que supuso un recurso fundamental en las economías insulares. La selección de fotografías de archivo es bellísima; destaca la serie de Català-Roca de los años cincuenta. Cuando uno sabe que sólo las salinas de Formentera han sido protegidas mediando declaración de Bien de Interés Cultural, que sólo las de Ibiza han sido estudiadas con cierta intensidad y que la mayor parte de ellas duermen un sueño de abandono y amenazan con desaparecer, uno no entiende nada. Última Hora.
Miquel Frontera, biólogo prestigioso y excelente fotógrafo, ha coordinado una labor de campo y de documentación inédita en ese terreno. Sus conmovedoras imágenes del paisaje salinero realzan el aspecto estético que estas industrias presentan, en peculiar intersección de botánica, zoología y geología. Frontera es también autor de los textos de un catálogo editado con un gusto exquisito y todo el rigor exigible, que será desde ahora referencia bibliográfica. A uno le gustaría poder llenar siempre la columna de elogios tan merecidos.
La exposición y su catálogo sirven al visitante para conocer el vocabulario particular y preciso que atañe al laboreo de la sal, que no quedó bien recogido en los mejores diccionarios generales, como el Alcover-Moll. Pero también para enredarse minuciosamente en sus aspectos técnicos, su historia, su geografía, su naturaleza y su etnografía; o para asistir, en un salto atrás de medio siglo, a las faenas propias de una durísima actividad tradicional que supuso un recurso fundamental en las economías insulares. La selección de fotografías de archivo es bellísima; destaca la serie de Català-Roca de los años cincuenta. Cuando uno sabe que sólo las salinas de Formentera han sido protegidas mediando declaración de Bien de Interés Cultural, que sólo las de Ibiza han sido estudiadas con cierta intensidad y que la mayor parte de ellas duermen un sueño de abandono y amenazan con desaparecer, uno no entiende nada. Última Hora.
25 septiembre 2005
Lenguaje sexista
Con el loable propósito de eliminar la discriminación en el lenguaje, el Institut Balear de la Dona publicó en 2001 un cuaderno que llega ahora a mis manos y me llena de estupor. Se titula el folleto Llenguatge no sexista, y en él algún funcionario sin formación ni supervisión confunde el culo con las témporas.
Cuando se recomienda no decir “advocat”, sino “advocada”, no se violenta ningún principio de la lengua. Bien al contrario, tanto el catalán como el castellano tienen recursos naturales para evolucionar en un sentido no sexista, y uno de ellos es la flexibilidad de los sufijos de que el latín los proveyó. No sucede lo mismo cuando se nos propone sustituir “Tots els seleccionats” por “Tothom que hagi estat seleccionat”. En el lenguaje oral, la economía de recursos suele hacernos evitar las perífrasis innecesarias en favor de expresiones más breves y operativas. Además, “los seleccionados” no tiene marca de género y los hablantes ya conocen que el masculino plural sirve para designar elementos de sexo masculino y femenino conjuntamente; igual que no precisamos sustituir “los padres” por “el padre y la madre”, ni “els candidats” por (¡asómbrense!) “les persones que presentin la seva candidatura”. Por último, si pretendiésemos evitar todo vestigio varonil cuando aludimos a ambos sexos, tampoco podríamos usar “tothom”, que en su raíz incluye de forma evidentísima al hombre y no a la mujer.
Una consideración superficial –no científica– de la lengua empuja a algunos a invertir caudales públicos en majaderías, por lo demás de imposible cumplimiento. Es deseable no aplicar la demagogia al lenguaje y reconocer que discriminatorio no es llamar a la señora de la limpieza “señora de la limpieza”, sino menospreciar su oficio o su persona por el hecho de serlo. También sería deseable que quienes pretenden darnos lecciones previamente estudiasen un poco. Última Hora.
Cuando se recomienda no decir “advocat”, sino “advocada”, no se violenta ningún principio de la lengua. Bien al contrario, tanto el catalán como el castellano tienen recursos naturales para evolucionar en un sentido no sexista, y uno de ellos es la flexibilidad de los sufijos de que el latín los proveyó. No sucede lo mismo cuando se nos propone sustituir “Tots els seleccionats” por “Tothom que hagi estat seleccionat”. En el lenguaje oral, la economía de recursos suele hacernos evitar las perífrasis innecesarias en favor de expresiones más breves y operativas. Además, “los seleccionados” no tiene marca de género y los hablantes ya conocen que el masculino plural sirve para designar elementos de sexo masculino y femenino conjuntamente; igual que no precisamos sustituir “los padres” por “el padre y la madre”, ni “els candidats” por (¡asómbrense!) “les persones que presentin la seva candidatura”. Por último, si pretendiésemos evitar todo vestigio varonil cuando aludimos a ambos sexos, tampoco podríamos usar “tothom”, que en su raíz incluye de forma evidentísima al hombre y no a la mujer.
Una consideración superficial –no científica– de la lengua empuja a algunos a invertir caudales públicos en majaderías, por lo demás de imposible cumplimiento. Es deseable no aplicar la demagogia al lenguaje y reconocer que discriminatorio no es llamar a la señora de la limpieza “señora de la limpieza”, sino menospreciar su oficio o su persona por el hecho de serlo. También sería deseable que quienes pretenden darnos lecciones previamente estudiasen un poco. Última Hora.
11 septiembre 2005
Que no nos pase nada
En los Estados Unidos muchos han empezado a advertir que el gobierno federal, tradicionalmente despreocupado de los asuntos sociales, se muestra también incapaz de atender graves emergencias como la derivada del paso del Katrina por las tierras del viejo sur. Quienes votaron a George Bush hijo (que, recordemos, no fueron ni de lejos la mayoría de los norteamericanos) se cuestionan el peso de esas ineficacias, que ahora aparecen como renuncias, cuando la política exterior que el presidente había ofrecido como prioridad y en la que había basado su prestigio tampoco da los frutos deseados. Incrustado en un inmenso avispero oriental, el ejército de las barras y las estrellas gasta ya más dinero del que se gastaba en Vietnam y registra un sinfín de bajas a diario en un conflicto al que no se le vislumbra final –ya no digamos final feliz. Bush podría estar quemado antes de que acabe el año.
Pero aún le queda un largo mandato por delante. El Partido Republicano debería estar preocupado: los últimos años de gobierno de un presidente que ya no necesita ser popular, porque una segunda reelección le está constitucionalmente vedada, y que mantiene con las grandes empresas probados vínculos de interés que tendrá que satisfacer, tal vez sirvan para arruinar el caudal electoral del partido. Ése será el momento de un candidato demócrata con tirón personal, con una trayectoria profesional brillante, con un pasado muy próximo a la Casa Blanca, con virtudes públicas demostradas –entre ellas la lealtad, la flexibilidad y el sentido de la oportunidad– y con un rival debilitado por años de desgobierno republicano. Varios de esos requisitos le fallaron a Al Gore en su día. Hoy, si yo tuviera fortuna, la apostaría a que la próxima presidenta de los Estados Unidos será Hillary Rodham Clinton.
Entre tanto, un Bush sin nada que perder puede entregar más, si cabe, el gobierno de la nación más poderosa del planeta a los grandes grupos petroleros y armamentísticos que decidieron la invasión de Afganistán e Irak y que han patrocinado el retroceso de las libertades que tan abiertamente ha corrompido los usos políticos norteamericanos. Virgencita... Última Hora.
Pero aún le queda un largo mandato por delante. El Partido Republicano debería estar preocupado: los últimos años de gobierno de un presidente que ya no necesita ser popular, porque una segunda reelección le está constitucionalmente vedada, y que mantiene con las grandes empresas probados vínculos de interés que tendrá que satisfacer, tal vez sirvan para arruinar el caudal electoral del partido. Ése será el momento de un candidato demócrata con tirón personal, con una trayectoria profesional brillante, con un pasado muy próximo a la Casa Blanca, con virtudes públicas demostradas –entre ellas la lealtad, la flexibilidad y el sentido de la oportunidad– y con un rival debilitado por años de desgobierno republicano. Varios de esos requisitos le fallaron a Al Gore en su día. Hoy, si yo tuviera fortuna, la apostaría a que la próxima presidenta de los Estados Unidos será Hillary Rodham Clinton.
Entre tanto, un Bush sin nada que perder puede entregar más, si cabe, el gobierno de la nación más poderosa del planeta a los grandes grupos petroleros y armamentísticos que decidieron la invasión de Afganistán e Irak y que han patrocinado el retroceso de las libertades que tan abiertamente ha corrompido los usos políticos norteamericanos. Virgencita... Última Hora.
06 septiembre 2005
Pero, vamos, mejor que se dediquen a otra cosa
Enredado en la telaraña de unos estatutos que nadie, salvo los profesionales del nacionalismo, siente la necesidad de reformar, el trío cómico compuesto por Pasqual Maragall, José Luis Rodríguez Zapatero y Josep Lluís Carod-Rovira puede haber hecho más daño a la cohesión y a la serenidad nacionales que años de crímenes batasunos. El hecho es que en los últimos años hemos introducido en el lenguaje vicios que será difícil erradicar y que apuntan a un concepto no unitario de España conseguido por la puerta falsa: lo que ellos querían, porque así muchos seguirán comiendo del presupuesto del Estado.
Cuando el presidente Maragall habla de eurorregión o de Països Catalans, bascula entre lo regional y lo europeo, prescindiendo de cualquier instancia legitimadora que huela un poco a España, por mucho que las que él propone sean mucho más etéreas, cuando no ajenas a la realidad histórica y social. Cuando asegura no querer ofender a “los amigos de Aragón”, emplea una categoría similar a las que empleamos con nuestros amigos árabes, el país vecino o las naciones hermanas de Hispanoamérica: no son nuestros compatriotas, sino nuestros amigos, vecinos, hermanos o tal vez primos lejanos, y somos tan sumamente tolerantes que los admitimos en sociedad; condicionada, claro está, al cumplimiento de nuestros intereses antes que al de los suyos. Cuando cualquiera habla de otra nación que no sea España no está empleando una palabra sin mayor trascendencia, como se empeñan en hacernos creer desde el gobierno socialista: si no tuviera importancia, los nacionalistas no la reivindicarían tanto. Afirmar frívolamente que no nos vamos a pelear por las palabras es desconocer por qué el hombre es tan sumamente superior al chimpancé, pese a ese 99 por ciento de genética común. Cuando se habla de nación de naciones se cae en un absurdo conceptual y legal que no se sostiene, y alguien debería explicar este afán por caer en absurdos indignos de la categoría intelectual que se les supone a nuestros representantes. Es mucho más honesto –por inexacto que sea– manifestar la creencia de que España no es una nación.
Todo demagogo sabe bien que para medrar debe manipular los sentimientos de su audiencia a través de un lenguaje torticero, que no responda a la realidad sino a la visión de la realidad que más le conviene. Hoy la demagogia se disfraza de nacionalismo y, con el apoyo de los tontos útiles que gobiernan en Madrid y de los inútiles que les hacen la oposición a éstos, pasa de puntillas por encima de problemas muy reales como la corrupción en la financiación de los partidos o la gestión absolutamente impúdica de los recursos públicos en, por ejemplo, la apertura de canales de televisión ruinosos y sin interés alguno, imponiendo en el discurso cotidiano el sexo de los ángeles o la reforma del estatuto. El asunto no es preocupante por la reforma estatutaria en sí, que podría ser una aspiración legítima y que la autoridad constitucional pondrá en su momento y sin aspavientos electoralistas en el sitio que corresponda. Sí preocupa por los usos lingüísticos y sentimentales que contribuye a establecer y que hacen que el corazón de muchos españoles siga distanciándose poco a poco de su patria.
De ello se derivarán escasas consecuencias legales o políticas –nada aterroriza más a un poltrón nacionalista que un eventual cumplimiento de sus aspiraciones soberanistas: ¿qué tendrá que inventar luego?–, pero una ciudadanía sin apego a su país compone una nación desarticulada, desprovista de cierta ética pública que es muy necesaria y sin la cual no puede funcionar correctamente. A los señores Maragall, Zapatero y Carod-Rovira habrá que darles muchísimas gracias por su esfuerzo.
Cuando el presidente Maragall habla de eurorregión o de Països Catalans, bascula entre lo regional y lo europeo, prescindiendo de cualquier instancia legitimadora que huela un poco a España, por mucho que las que él propone sean mucho más etéreas, cuando no ajenas a la realidad histórica y social. Cuando asegura no querer ofender a “los amigos de Aragón”, emplea una categoría similar a las que empleamos con nuestros amigos árabes, el país vecino o las naciones hermanas de Hispanoamérica: no son nuestros compatriotas, sino nuestros amigos, vecinos, hermanos o tal vez primos lejanos, y somos tan sumamente tolerantes que los admitimos en sociedad; condicionada, claro está, al cumplimiento de nuestros intereses antes que al de los suyos. Cuando cualquiera habla de otra nación que no sea España no está empleando una palabra sin mayor trascendencia, como se empeñan en hacernos creer desde el gobierno socialista: si no tuviera importancia, los nacionalistas no la reivindicarían tanto. Afirmar frívolamente que no nos vamos a pelear por las palabras es desconocer por qué el hombre es tan sumamente superior al chimpancé, pese a ese 99 por ciento de genética común. Cuando se habla de nación de naciones se cae en un absurdo conceptual y legal que no se sostiene, y alguien debería explicar este afán por caer en absurdos indignos de la categoría intelectual que se les supone a nuestros representantes. Es mucho más honesto –por inexacto que sea– manifestar la creencia de que España no es una nación.
Todo demagogo sabe bien que para medrar debe manipular los sentimientos de su audiencia a través de un lenguaje torticero, que no responda a la realidad sino a la visión de la realidad que más le conviene. Hoy la demagogia se disfraza de nacionalismo y, con el apoyo de los tontos útiles que gobiernan en Madrid y de los inútiles que les hacen la oposición a éstos, pasa de puntillas por encima de problemas muy reales como la corrupción en la financiación de los partidos o la gestión absolutamente impúdica de los recursos públicos en, por ejemplo, la apertura de canales de televisión ruinosos y sin interés alguno, imponiendo en el discurso cotidiano el sexo de los ángeles o la reforma del estatuto. El asunto no es preocupante por la reforma estatutaria en sí, que podría ser una aspiración legítima y que la autoridad constitucional pondrá en su momento y sin aspavientos electoralistas en el sitio que corresponda. Sí preocupa por los usos lingüísticos y sentimentales que contribuye a establecer y que hacen que el corazón de muchos españoles siga distanciándose poco a poco de su patria.
De ello se derivarán escasas consecuencias legales o políticas –nada aterroriza más a un poltrón nacionalista que un eventual cumplimiento de sus aspiraciones soberanistas: ¿qué tendrá que inventar luego?–, pero una ciudadanía sin apego a su país compone una nación desarticulada, desprovista de cierta ética pública que es muy necesaria y sin la cual no puede funcionar correctamente. A los señores Maragall, Zapatero y Carod-Rovira habrá que darles muchísimas gracias por su esfuerzo.
Humo: no, gracias
A propósito de la llamada ley antitabaco del Gobierno Balear, la obligación de quien legisla –porque considera lo dispuesto necesario para el bien común– es imponer el cumplimiento de la ley. Las inspecciones y las sanciones, siempre que sean efectivas, conseguirán que el ciudadano advierta la necesidad de respetar los derechos ajenos y propios, reconocerán el esfuerzo de quien cumple y desanimarán al que no lo hace. ¿Recuerdan las protestas, cuando se impuso el cinturón de seguridad? ¡Qué incómodo era, y qué injusta la imposición...! Hoy todos lo usamos, y gracias a él se salvan muchas vidas. Última Hora.
05 septiembre 2005
El bien común
Todos fuman; ¿por qué no voy a hacerlo yo? Si el vecino no retira su antena ilegal, yo no quito la mía. Total, antes de mear yo, la esquina ya estaba meada. Ése aparcó en la plaza de minusválidos, así que yo también. Me llevo sobres de la oficina, todos lo hacen. Si no vendo mi voto, otro concejal lo hará y, para eso, lo vendo yo. Hay más piscinas como la mía... Son frases que escuchamos a diario. Y el bien común sale siempre perjudicado de estos desprecios. Última Hora.
01 septiembre 2005
Milongas
¿Que el golf es estupendo para la salud, porque paseas mucho? Y, para pasear, ¿no sería mejor liberar zonas verdes naturales, sin necesidad de modificar el paisaje atrozmente ni causar tamaño gasto de agua...? ¿Que no es un deporte de ricos? ¿Y por qué de Brasil y Camerún sólo nos llegan futbolistas...? ¿Que promueve el turismo de calidad? Pero, vamos a ver, ¿desde cuándo se preocupan los promotores baleares por la calidad...? Si quieren hacer negocios, allá ellos; pero que no nos vendan motos. Última Hora.
28 agosto 2005
Intervenciones humanitarias
La dureza con que nos sacude la realidad cuando un puñado de españoles pierden la vida y la conmiseración que sentimos hacia las víctimas y sus familias no deben empañar la percepción despierta que de esa realidad debemos aspirar a ejercer. Y, dicho sin ambages, la presencia de España en Herat so capa de intervención humanitaria es un alarde de hipocresía. En Afganistán son exigibles los mismos escrúpulos que el PSOE manifestaba con respecto a Irak cuando se trataba de defenestrar al gobierno Aznar.
Olvidamos la historia más reciente con incuria similar a la que aplicamos a siglos pasados. Parece que muchos hayan transcurrido desde que el gobierno de los Estados Unidos –una nación conmocionada por los atentados de 2001– decidiera aprovechar aquella tesitura para invadir un país soberano y asegurarse a sangre y fuego los oleoductos que los talibanes iban a entregar a los chinos. Parece que al presidente Zapatero no le preocupa colaborar con un gobierno señalado por Amnistía Internacional como una de las mayores amenazas contra los derechos humanos en el mundo.
Ninguno de los problemas de Afganistán se ha solventado; alguno, como el de la difusión masiva de los opiáceos, se ha intensificado. Pero el petróleo centroasiático está en buenas manos gracias a, entre otras, las tropas españolas. Por eso vamos a mandar más. ¿En tan poco cifra la inteligencia de los españoles el señor Zapatero, que cree que sustituir un escenario por otro bastará para apaciguar su repugnancia a participar en aventuras imperiales? ¿O acaso tiene razón? Última Hora.
Olvidamos la historia más reciente con incuria similar a la que aplicamos a siglos pasados. Parece que muchos hayan transcurrido desde que el gobierno de los Estados Unidos –una nación conmocionada por los atentados de 2001– decidiera aprovechar aquella tesitura para invadir un país soberano y asegurarse a sangre y fuego los oleoductos que los talibanes iban a entregar a los chinos. Parece que al presidente Zapatero no le preocupa colaborar con un gobierno señalado por Amnistía Internacional como una de las mayores amenazas contra los derechos humanos en el mundo.
Ninguno de los problemas de Afganistán se ha solventado; alguno, como el de la difusión masiva de los opiáceos, se ha intensificado. Pero el petróleo centroasiático está en buenas manos gracias a, entre otras, las tropas españolas. Por eso vamos a mandar más. ¿En tan poco cifra la inteligencia de los españoles el señor Zapatero, que cree que sustituir un escenario por otro bastará para apaciguar su repugnancia a participar en aventuras imperiales? ¿O acaso tiene razón? Última Hora.
07 agosto 2005
Abdalá IV
Los numerosos miembros de la dinastía saudí se adscriben a clanes, grupos de poder determinados sencillamente por filiación con una madre común entre decenas de hermanos de padre; pero también, muchas veces, por la ideología. No da igual que el sucesor sea enemigo del yihadismo o básicamente antisionista. Las alianzas en el Golfo y el suministro de petróleo a Occidente dependen del respeto que sienta el nuevo monarca árabe –y sus súbditos– hacia la red que dirige Osama ben Laden. Respeto o simpatía. Última Hora.
06 agosto 2005
Vuelve el miedo
¿Recuerdan la guerra fría? No hace tanto: la hidra soviética podía aniquilarnos de un teclazo, y el hecho de que la única hecatombe atómica de la historia hubiera sido ordenada por Harry Truman, hace ahora sesenta años, no parecía importar. Hoy, cuando no existe la URSS pero sí adinerados grupos yihadistas –tan pérfidos como aquellos burócratas, pero más fanáticos, más expertos en tecnologías, menos controlables y más proclives al sacrificio propio y ajeno–, cine y televisión vuelven a azotarnos con el fantasma de la amenaza nuclear. Última Hora.
02 agosto 2005
Tribunales para delitos de género: ¿otra vez?
Los tribunales especiales, cuya existencia parece contradecir el espíritu general del derecho procesal, sólo se justifican si logran atender con eficacia un tipo de delito cuya especificidad requiera conocimientos especiales por parte del juez o cuando la urgencia de su prevención exija sentencias especialmente celéricas. Si el delito, por grave que sea, no resulta jurídicamente complejo y, en la práctica, se producen –por falta de previsión o financiación– atascos similares a los que sufren los tribunales ordinarios y, por ende, nuevas víctimas en la calle, alguien es reo de demagogia. Última Hora.
31 julio 2005
Videntes
Denunciaba hace unos meses un vidente con negocio en Palma que dos tunantes habían utilizado su prestigioso nombre para estafar a tres incautos a razón de 6.000 euros por cabeza. El valioso sortilegio consistía en “una caja con un rollito de gasa en el interior, fijado con cera y aderezado con unas hierbas”, cuyos beneficios, según aseguraban los dos sinvergüenzas, “eran inmediatos y fabulosos”. Lo primero que se me ocurrió fue preguntar a los lectores, a modo de concurso bobo, cuántos artículos creen que tendría yo que publicar en Última Hora para ganar 18.000 euros. Pueden escribirme: al que dé con el número le regalaré una cajita con gasa, cera, hierbas y pelo de pequinés, un recurso infalible para la adivinación de la bonoloto y de los antojos de embarazada.
Lo segundo que se me viene a las mientes lo dijo ya hace mucho tiempo Nietzsche, quien en El gay saber señaló uno de los síntomas de la corrupción de un pueblo: la fe en “todo lo que está bien dicho”, con independencia de su contenido o, lo que viene a ser lo mismo, la legitimación de la superstición y el prejuicio en el discurso público. Cuando brujas, videntes y curanderos dan tanto trabajo a los medios de comunicación, y no precisamente en los espacios cómicos en que deberían permanecer confinados, es que algo muy grave nos sucede. Lo único que ahora nos falta es que uno de estos personajes venga a protestar su honradez cuando alguien utiliza su nombre, tantas veces empleado en abusar de la buena fe del prójimo, para hacer lo mismo en su propio lucro.
En Internet encontrarán una página desopilante en la que un tipo con mucha guasa, de nombre Juan Dámaso, afirma tener un don. “Os digo lo que ocurrirá”, dice. “Si ocurre lo que predigo, gano yo. Si no ocurre, pues gana la banca”. A base de vaticinar majaderías como “Famoso presentador morirá el miércoles”, “Arnaldo Otegi y un virus asolarán el mundo”, “Michael Jackson intentará suicidarse” o “Ahora Euskadi querrá una atmósfera vasca”, consigue mantener con “la banca” un pulso apretado, garantizado por la táctica de predecir hechos para cuya resolución sólo caben dos salidas. El cálculo de probabilidades le asegura un cincuenta por ciento de tino, lo cual, para este tipo de profesionales (especialmente para aquellos con cierta capacidad retórica), suele ser más que suficiente... Hay un delito de estafa tipificado en nuestro Código Penal que nunca he entendido por qué la Justicia no aplica en estos casos. Porque con la sátira de Juan Dámaso nos reímos; pero que algunos timadores no estén entre rejas es para llorar. Última Hora.
Lo segundo que se me viene a las mientes lo dijo ya hace mucho tiempo Nietzsche, quien en El gay saber señaló uno de los síntomas de la corrupción de un pueblo: la fe en “todo lo que está bien dicho”, con independencia de su contenido o, lo que viene a ser lo mismo, la legitimación de la superstición y el prejuicio en el discurso público. Cuando brujas, videntes y curanderos dan tanto trabajo a los medios de comunicación, y no precisamente en los espacios cómicos en que deberían permanecer confinados, es que algo muy grave nos sucede. Lo único que ahora nos falta es que uno de estos personajes venga a protestar su honradez cuando alguien utiliza su nombre, tantas veces empleado en abusar de la buena fe del prójimo, para hacer lo mismo en su propio lucro.
En Internet encontrarán una página desopilante en la que un tipo con mucha guasa, de nombre Juan Dámaso, afirma tener un don. “Os digo lo que ocurrirá”, dice. “Si ocurre lo que predigo, gano yo. Si no ocurre, pues gana la banca”. A base de vaticinar majaderías como “Famoso presentador morirá el miércoles”, “Arnaldo Otegi y un virus asolarán el mundo”, “Michael Jackson intentará suicidarse” o “Ahora Euskadi querrá una atmósfera vasca”, consigue mantener con “la banca” un pulso apretado, garantizado por la táctica de predecir hechos para cuya resolución sólo caben dos salidas. El cálculo de probabilidades le asegura un cincuenta por ciento de tino, lo cual, para este tipo de profesionales (especialmente para aquellos con cierta capacidad retórica), suele ser más que suficiente... Hay un delito de estafa tipificado en nuestro Código Penal que nunca he entendido por qué la Justicia no aplica en estos casos. Porque con la sátira de Juan Dámaso nos reímos; pero que algunos timadores no estén entre rejas es para llorar. Última Hora.
30 julio 2005
Amistades peligrosas
Con la retirada de nuestras tropas de Irak, muchos creyeron que había llegado una etapa insólita de nuestra historia en que el gobierno iba a actuar impulsado por motivos éticos. Otros supusimos que la oportunidad electoral coincidía entonces con la voluntad popular, pero aplaudimos las promesas cumplidas... Hoy se confirma el fondo paleto y amoral de una política exterior desnortada. ¿Cómo se puede condenar Guantánamo y promover al mismo tiempo la venta de armas a un régimen que ejecuta diez mil ciudadanos al año? ¿Para que gane dinero Telefónica...? Última Hora.
26 julio 2005
Tiempo es lo que sobra
Si consideramos que en Vietnam o en las guerras mundiales murieron muchos más civiles (por no hablar de las campañas de Ramsés II), la verdad es que 25.000 víctimas civiles en Irak en dos años no son para tanto. Para alcanzar marcas históricas podemos esperar muchos años. No piensen en cada huérfano, viuda, violada o mutilado como si fueran ustedes mismos o sus hijos, condenados a vivir la muerte, segundo a segundo, el resto de sus vidas. Consideren todo en términos estadísticos: verán cómo el asunto mejora mucho. Última Hora.
12 julio 2005
Bodas, sin adjetivo
Cuando la alegría por la ley justa se diluya en la rutina y el primer alboroto se reduzca a un ritmo menos artificial, dejará de haber bodas hetero y bodas homo y todos seremos más personas. Probablemente las plumas y los tacones languidecerán y a nadie llamará la atención que en el restaurante, en la mesa de al lado, dos chicas se cojan de la mano y se miren a los ojos. Entre tanto, y dado que padecemos tantos folclores excesivos, suframos éste como signo de la deseable igualdad. Última Hora.
11 julio 2005
Con el pene hemos topado
Es perfectamente legítimo que los obispos españoles se manifiesten en público. Es más: uno diría que su condición de pastores los obliga a adoptar posturas visibles en defensa de su confesión. Ahora bien: ¿ustedes los recuerdan en las manifestaciones contra la participación española en la invasión de Irak? ¿Se manifestaron alguna vez contra los crímenes de Franco, Pinochet o Videla, contra la violencia misógina, contra los tráficos de armas, diamantes o pateras? Que cada uno saque sus consecuencias; a mí, sus prioridades no me parecen cristianas, sino enfermas. Última Hora.
04 julio 2005
Matices
Cuando Pere Bonnín matiza sus afirmaciones sobre Castilla y España se revela como lo que verdaderamente es: un hombre de matices; y entiéndase esto como sincero elogio. Sí: Austrias y Borbones escogieron una de las lenguas, una de las religiones y uno de los modelos administrativos de los que disponía su imperio; en particular, los que más garantías de modernidad le ofrecían en aquel momento. Similar procedimiento fue empleado en todos los estados (todavía no naciones) que maduraron en la Edad Moderna: la monarquía francesa arrinconó el provenzal y el bretón y masacró a los hugonotes; la británica se desentendió de las lenguas gaélicas y persiguió los católicos; y los judíos fueron exterminados por doquier. En estos comportamientos públicos influyeron, desde luego, los factores ideológicos, pero sobre todo los más pragmáticos intereses de las clases dominantes. Responsabilizar a los pueblos presuntamente favorecidos (castellanos, ingleses, franceses del norte) de decisiones históricas a las que fueron tan ajenos como las minorías presuntamente ninguneadas, sobre injusto, sería poco inteligente.
Desde el siglo XIX, no obstante, se incorporan al ideario colectivo los conceptos de nación y de soberanía nacional, y luego los de libertades públicas y democracia, y hoy día los errores sí son perfectamente atribuibles a los pueblos que los cometen o los toleran... Qué triste espectáculo el de mi querida Plaza Mayor de Salamanca, el otro día. Triste e indignante. Me consta, y así lo gritaré mientras pueda, que los castellanos que allí se manifestaron no son todos los castellanos; que muchos se avergüenzan de los vítores fascistas, las proclamas anticatalanas, los argumentos gruesos y los insultos personales. Pero ello no me consuela ante la constatación de que tan numerosa grey (porque otro nombre no cabe darle) corra al llamado de un Partido Popular cuyos actuales líderes, desnortados, no saben diferenciar entre la firmeza en la defensa de postulados legítimos y la coz al interlocutor; y es que para manipular sin escrúpulos los sentimientos de la gente ya teníamos a Arnaldo Otegi. Alguien debería explicar a quienes respondieron a la convocatoria que su gesto equivalía a legitimar un saqueo y una dictadura que en Castilla también dejó muertos y represaliados. El problema técnico que supone la devolución de los papeles catalanes a la Generalidad requiere en todo caso una solución técnica; y, con buena voluntad y no mediando el hambre, casi todo es reductible a un problema técnico. Lo demás son los anzuelos envenenados de la demagogia. Que pique quien quiera; yo, sinceramente, prefiero los matices. Última Hora.
Desde el siglo XIX, no obstante, se incorporan al ideario colectivo los conceptos de nación y de soberanía nacional, y luego los de libertades públicas y democracia, y hoy día los errores sí son perfectamente atribuibles a los pueblos que los cometen o los toleran... Qué triste espectáculo el de mi querida Plaza Mayor de Salamanca, el otro día. Triste e indignante. Me consta, y así lo gritaré mientras pueda, que los castellanos que allí se manifestaron no son todos los castellanos; que muchos se avergüenzan de los vítores fascistas, las proclamas anticatalanas, los argumentos gruesos y los insultos personales. Pero ello no me consuela ante la constatación de que tan numerosa grey (porque otro nombre no cabe darle) corra al llamado de un Partido Popular cuyos actuales líderes, desnortados, no saben diferenciar entre la firmeza en la defensa de postulados legítimos y la coz al interlocutor; y es que para manipular sin escrúpulos los sentimientos de la gente ya teníamos a Arnaldo Otegi. Alguien debería explicar a quienes respondieron a la convocatoria que su gesto equivalía a legitimar un saqueo y una dictadura que en Castilla también dejó muertos y represaliados. El problema técnico que supone la devolución de los papeles catalanes a la Generalidad requiere en todo caso una solución técnica; y, con buena voluntad y no mediando el hambre, casi todo es reductible a un problema técnico. Lo demás son los anzuelos envenenados de la demagogia. Que pique quien quiera; yo, sinceramente, prefiero los matices. Última Hora.
03 julio 2005
Criar cuervos
ETA, que bajo los gobiernos Aznar se vio en los peores momentos de su historia –hostigada simultáneamente por legisladores, jueces y policía–, hoy tiene una representación parlamentaria que premia sus carnicerías e injuria a sus víctimas y a quienes defienden sus ideas sin recurrir a la violencia. Por si fuera poco, sus diputados están en posición de decidir qué iniciativas prosperarán y cuáles no... Entrar en tratos con una banda mafiosa es un error muy grave, que ella sabrá aprovechar y otros habremos de llorar amargamente. Última Hora.
26 junio 2005
Matrimonio, claro
El argumento de que el matrimonio siempre fue heterosexual es semejante al ya superado de que las mujeres nunca ostentaron cargos públicos: porque un fenómeno que consideramos imperfecto lo haya sido siempre no dejaremos de desear su reforma. El lenguaje busca las formas de que nos entendamos, y que el contenido de la palabra “matrimonio” se amplíe no inducirá a confusión mayor que la que produjo la palabra “coche” cuando dejó de designar un vehículo arrastrado por caballos para significar “automóvil”: en eso consiste el progreso. Última Hora.
13 junio 2005
En tren o a solas
Hay un momento para que hablen ingenieros y contables y delimiten los requisitos técnicos y presupuestarios de un proyecto ferroviario; y hay también, o debería haber, un momento para los políticos: para confirmar que deseamos un modelo de sociedad insolidaria, despreocupada de valores ambientales y humanos o, al contrario, apostar –en la parcela correspondiente– por una comunidad más auténtica. En un vagón de tren se ahorra, se lee, se conversa, se comparte un espacio: se es. En el asfalto se consume; se es veloz. Qué pobreza. Última Hora.
11 junio 2005
Mezquindades
La Europa que nació en 1957 en Roma nunca fue un proyecto popular. A menudo creció contra las mezquindades –o generosidades– de sus miembros, forzada por voluntad de las elites económicas, que no conocen fronteras. Por ello no parece que la negativa francoholandesa (como las que vendrán) pueda determinar otra cosa que cierta demora. Lo más triste es que el componente progresista que encierra ese no masivo será desatendido: con o sin Constitución, antes o después, tendremos Europa; mas no necesariamente una Europa social y solidaria. Última Hora.
08 junio 2005
¿Colonialistas?
Duele comprobar cómo un excelente columnista como Pere Bonnín toma la polémica acerca del Archivo de Salamanca como excusa para arremeter contra el “espíritu colonialista castellano” y la “España profunda que grita vivan las caenas” partiendo, cómo no, de la premisa de que “España es una ampliación de Castilla”.
Tal afirmación, que obra en la conciencia de multitud de españoles y, desde luego, de todos los nacionalistas periféricos, no por repetida es más cierta. Lo cierto es, más bien, que una monarquía absoluta de aspiraciones universales escogió como modelo administrativo, referencia cultural y fuente de recursos económicos y demográficos aquél de sus territorios que se los ofrecía a su mejor conveniencia. Esta política, cuajada en distintas fases (los Austrias, los Borbones, el liberalismo, el franquismo) en diversos sentidos e intensidades, tuvo como consecuencia, entre otras, una Castilla esquilmada en provecho del conjunto. ¿Hablamos de greuges, de deudas históricas?
En cuanto al “espíritu colonialista” de los castellanos y a su afición por las caenas, ¿a qué castellanos se refiere el señor Bonnín? ¿A los ajusticiados por Carlos V tras las Comunidades? ¿A los perseguidos por luteranos o judaizantes? ¿A los que combatieron a Fernando VII? ¿A los que dieron su vida por la República en el frente? ¿A los que luego fueron víctimas del franquismo, muertos, desaparecidos o exiliados? Por otro lado, hay que recordar que muchos mallorquines consideran colonialistas a quienes hablan de Països Catalans. ¿De esto se trata? ¿De enfrentarnos los unos a los otros en bloque, como si no existieran los matices?
Reducir la historia de la lucha de clases –que es, en definitiva, en lo que consiste la Historia– a un enfrentamiento entre pueblos, y atribuir a éstos los comportamientos que caracterizan a aquéllas, es un error que sólo cometen los nacionalistas; entre ellos, muchos castellanos que defienden la permanencia en Salamanca de los documentos expoliados tras la guerra. Pero me consta que otros castellanos no opinan así. España es mucho más que una ampliación de Castilla, afortunadamente y pese a quienes la han utilizado como cuartel general o, por el contrario, como blanco de sus iras. Y Castilla mucho más que una cueva de reaccionarios. Hay que conocerla. Última Hora.
Tal afirmación, que obra en la conciencia de multitud de españoles y, desde luego, de todos los nacionalistas periféricos, no por repetida es más cierta. Lo cierto es, más bien, que una monarquía absoluta de aspiraciones universales escogió como modelo administrativo, referencia cultural y fuente de recursos económicos y demográficos aquél de sus territorios que se los ofrecía a su mejor conveniencia. Esta política, cuajada en distintas fases (los Austrias, los Borbones, el liberalismo, el franquismo) en diversos sentidos e intensidades, tuvo como consecuencia, entre otras, una Castilla esquilmada en provecho del conjunto. ¿Hablamos de greuges, de deudas históricas?
En cuanto al “espíritu colonialista” de los castellanos y a su afición por las caenas, ¿a qué castellanos se refiere el señor Bonnín? ¿A los ajusticiados por Carlos V tras las Comunidades? ¿A los perseguidos por luteranos o judaizantes? ¿A los que combatieron a Fernando VII? ¿A los que dieron su vida por la República en el frente? ¿A los que luego fueron víctimas del franquismo, muertos, desaparecidos o exiliados? Por otro lado, hay que recordar que muchos mallorquines consideran colonialistas a quienes hablan de Països Catalans. ¿De esto se trata? ¿De enfrentarnos los unos a los otros en bloque, como si no existieran los matices?
Reducir la historia de la lucha de clases –que es, en definitiva, en lo que consiste la Historia– a un enfrentamiento entre pueblos, y atribuir a éstos los comportamientos que caracterizan a aquéllas, es un error que sólo cometen los nacionalistas; entre ellos, muchos castellanos que defienden la permanencia en Salamanca de los documentos expoliados tras la guerra. Pero me consta que otros castellanos no opinan así. España es mucho más que una ampliación de Castilla, afortunadamente y pese a quienes la han utilizado como cuartel general o, por el contrario, como blanco de sus iras. Y Castilla mucho más que una cueva de reaccionarios. Hay que conocerla. Última Hora.
07 junio 2005
Un final seguro
Parece evidente que hace tiempo que ETA dejó de interesarse por las ideologías. Su inercia es la de las mafias: ¿de qué vivirían los terroristas sin el poder que da el gatillo, sin el dinero fácil de la extorsión? Si admitimos que se trata de una banda de delincuentes comunes, no debemos esperar otra cosa que su acabamiento a manos de la justicia y resulta imprescindible, por tanto, arrinconarlos. Y si estamos convencidos de que algún día venceremos, toda concesión hoy habrá sido un regalo innecesario. Última Hora.
31 mayo 2005
Humanidades, ¿para qué?
Ya que hablamos de ello, hoy me ahorro pensar. Me limito a citar el último libro de José Antonio Marina, La inteligencia fracasada. Cuando comenta los fenómenos que permiten hablar de fracaso de la “inteligencia social” o comunitaria en el contexto de las sociedades modernas (las que dicen defender los derechos individuales), Marina afirma: “Sociedades estúpidas son aquellas en que las creencias vigentes, los modos de resolver conflictos, los sistemas de evaluación y los modos de vida disminuyen las posibilidades de las inteligencias privadas”. Pues eso. Última Hora.
25 mayo 2005
Crudo
Ni los civiles afganos e iraquíes ni los militares negros y chicanos que mueren cada día significan nada para quienes deciden las invasiones. Sólo, tal vez, estadísticas al servicio de la rentabilidad política. En Irak nadie defendió la justicia. Unos, podridos de corrupción, quisieron perpetuar un régimen tiránico que los beneficiaba. Otros, hambrientos de dinero, ansiaban extender sus tentáculos –léase oleoductos– sobre los enormes yacimientos de Oriente Medio. En medio, los muertos. En este escenario, ¿qué solución cabe sino la fe, la autoinmolación, la tortura, la aniquilación del enemigo? Última Hora.
20 mayo 2005
No sirvió de nada
Si analizamos la segunda mitad del siglo XX, concluiremos que no fue más pródiga en guerras sólo por temor a la definitiva. Y, sin embargo, entonces creíamos que, justas o enloquecidas, existían causas ideológicas. Caído el muro, las cosas vuelven a estar claras: las guerras las determina el afán de lucro. Ni siquiera la búsqueda de una prosperidad común; sólo la de unos pocos indeseables –júzguense las implicaciones empresariales en Afganistán o Irak–. Somos lo que siempre fuimos: carnaza para tiburones. Pero no como en 1939; como en 1914. Última Hora.
08 mayo 2005
Todo es relativo
Cuando interpretamos la disminución de los escaños laboristas en las pasadas elecciones como un “castigo relativo”, explicable por la participación del Reino Unido en la invasión de Irak, olvidamos que se trata de una segunda reelección. Obtener un tercer mandato siempre es un triunfo, pese al desgaste. Lo notoriamente relativo es el aprecio que la mayoría de los británicos demuestra hacia los derechos humanos y la ley internacional, enfrentados a la actuación del gobierno Blair –mentiras incluidas– en su última e innoble aventura imperial. Nada nuevo, desde luego. Última Hora.
21 abril 2005
¿Un papa de transición?
Se equivocaban quienes pronosticaban un papa de transición, y mucho más quienes argumentaban que Joseph Ratzinger, debido a su edad, podría serlo. El cardenal alemán, por su poder dentro de la Iglesia, por su entidad intelectual, por su buena salud y por su trayectoria reciente, no parece llamado a desempeñar un reinado intrascendente. De ello habla la elección de su nombre: desmarcándose desde luego de quienes pretendían un Juan XXIV más progresista, pero también de quienes habrían encontrado en un Juan Pablo III un tranquilizador continuismo, el hasta ahora prefecto de la Congregación para la Doctrina y la Fe –es decir, el guardián de la ortodoxia– ha escogido un nombre desprovisto de esas connotaciones. El último Benedicto (1914-1922) fue un papa diplomático, pero también legislador. Sin duda Ratzinger, a cuya influencia muchos atribuyen la elección de Karol Wojtyla en 1978, no tendrá la intención de pasar por el timón de la nave de San Pedro sin gobernarlo: lleva demasiados años tirando de los hilos desde la sombra para no albergar criterios propios. Y su edad, setenta y ocho años, no supone hoy día un grave obstáculo para un anciano física e intelectualmente tan activo; el brillo de sus ojos pequeños e inteligentes así lo proclama. ¿Un papa de transición? Lo veremos. Ratzinger se ha distinguido en el combate al laicismo, al comunismo, al sacerdocio de las mujeres, al matrimonio de los sacerdotes, al de los homosexuales, a los mismos homosexuales... Es seguro que Benedicto XVI será tan conservador –pero tal vez no tan amable– como Juan Pablo II. Última Hora.
19 abril 2005
Golpes de martillo
Estos días hemos recordado la tradición conforme a la que el papa difunto es convocado tres veces por su nombre y golpeado en la frente con un martillito de plata, a fin de comprobar ritualmente que efectivamente ha fallecido. La tradición del martillazo, sin embargo, tiene ingratos antecedentes. Juan VIII (875-882), un papa enérgico –aunque mundano– en un siglo de extrema violencia y corrupción en Roma, fue asesinado por uno de sus acompañantes, que envidiaba sus riquezas. El traidor, no contento con haberle administrado un veneno, que a su juicio demoraba demasiado el desenlace, descalabró al moribundo a golpes de martillo. Suponemos que no hay relación entre estos hechos y el actual rito...
18 abril 2005
De labore solis
Como es sabido, allá por 1595 el benedictino Arnoldo de Wion publicó un manuscrito que circulaba atribuido a san Malaquías, arzobispo irlandés del siglo XII, según el cual a todos y cada uno de los papas de la historia –pasados y futuros- se les asignaba un lema. Casualmente, los papas en aquel momento históricos recibían en la presunta profecía lemas muy adecuados a sus virtudes o deméritos. En cambio y sospechosamente, los papas posteriores a la fecha en que empezó a circular el manuscrito ostentan lemas oscuros, traducibles con gran dificultad a rasgos concretos de los papas a los que corresponden, a no ser mediante el ejercicio de la metáfora o la transigencia (que vienen a ser lo mismo).
Estos días se ha repetido el error que se viene repitiendo en las informaciones acerca del Vaticano cada vez que salen a relucir las famosas profecías. Según éstas, Juan Pablo II habría sido el antepenúltimo: tras su sucesor (De gloria olivae), habría de venir un último pontífice, Petrus Romanus, con el que se cerraría circularmente la nómina de los papas y se anunciaría el Día del Juicio. Es decir que, a veinte años por papa, con suerte, nos quedarían cuarenta años. Después, la hecatombe: el deshielo definitivo de los polos, la guerra nuclear, tal vez un meteorito o –cielo santo– un nuevo programa de Leticia Sabater...
El caso es que el lema asociado al número de Juan Pablo II en la profecía, De labore solis, viene siendo traducido como “el trabajo del sol” y, claro, enigmático sí resulta. Los comentaristas, incluso en algún estudio pretendidamente serio, han hecho verdaderos prodigios exegéticos para intentar deducir qué cosa quiso decir el apócrifo irlandés con semejante acertijo. Los curas, no sé si se han dado cuenta, callan. Y es que los curas saben latín. En ambos sentidos. Porque aquí labor no quiere decir “labor, trabajo” (se trata de un falso amigo, como diría un traductor), sino lo que suele significar cuando acompañan a esta palabra la luna o el sol: “eclipse”. Así, el lema que resume el papado de Karol Wojtyla, “el eclipse de sol”, concordaría muy bien con el sentimiento de quienes, aparte los incuestionables méritos personales del pontífice difunto, creemos que el suyo fue un reinado regresivo, conservador, ajeno a muchas sensibilidades contemporáneas y a algunas necesidades elementales de muchos católicos: los millones de africanos enfermos de SIDA, las mujeres que desean acceder al sacerdocio, los homosexuales, los que desean una muerte digna... Tal parece que san Malaquías no hubiese aprobado el trabajo del que con toda probabilidad será el próximo santo polaco.
Estos días se ha repetido el error que se viene repitiendo en las informaciones acerca del Vaticano cada vez que salen a relucir las famosas profecías. Según éstas, Juan Pablo II habría sido el antepenúltimo: tras su sucesor (De gloria olivae), habría de venir un último pontífice, Petrus Romanus, con el que se cerraría circularmente la nómina de los papas y se anunciaría el Día del Juicio. Es decir que, a veinte años por papa, con suerte, nos quedarían cuarenta años. Después, la hecatombe: el deshielo definitivo de los polos, la guerra nuclear, tal vez un meteorito o –cielo santo– un nuevo programa de Leticia Sabater...
El caso es que el lema asociado al número de Juan Pablo II en la profecía, De labore solis, viene siendo traducido como “el trabajo del sol” y, claro, enigmático sí resulta. Los comentaristas, incluso en algún estudio pretendidamente serio, han hecho verdaderos prodigios exegéticos para intentar deducir qué cosa quiso decir el apócrifo irlandés con semejante acertijo. Los curas, no sé si se han dado cuenta, callan. Y es que los curas saben latín. En ambos sentidos. Porque aquí labor no quiere decir “labor, trabajo” (se trata de un falso amigo, como diría un traductor), sino lo que suele significar cuando acompañan a esta palabra la luna o el sol: “eclipse”. Así, el lema que resume el papado de Karol Wojtyla, “el eclipse de sol”, concordaría muy bien con el sentimiento de quienes, aparte los incuestionables méritos personales del pontífice difunto, creemos que el suyo fue un reinado regresivo, conservador, ajeno a muchas sensibilidades contemporáneas y a algunas necesidades elementales de muchos católicos: los millones de africanos enfermos de SIDA, las mujeres que desean acceder al sacerdocio, los homosexuales, los que desean una muerte digna... Tal parece que san Malaquías no hubiese aprobado el trabajo del que con toda probabilidad será el próximo santo polaco.
17 abril 2005
¿Raptar a la hija del papa?
Adriano II (867-872) vivía en su palacio lateranense con su mujer y su hija. Eran otros tiempos –que la actual jerarquía romana parece haber olvidado– y este pontífice había contraído nupcias antes de abrazar el sacerdocio. Elegido papa ya con 80 años, hubo que insistirle tres veces antes de que aceptase el compromiso; y no resultó mal papa. Sin embargo, un tal Eleuterio, hijo de obispo y sobrino de antipapa, vino a mancillar su reinado secuestrando a su hija y a su mujer. Perseguido por Adriano y por el emperador Luis, el raptor acabó asesinándolas y, a su vez, ejecutado por orden del carolingio; todo lo cual no contribuyó precisamente al prestigio del papado. Última Hora.
Humanos
A uno lo divierte la insistencia informativa en esos detalles que sugieren que los príncipes de la Iglesia son beatíficos y desinteresados seres: no pueden postularse, no pueden hacer campaña... Pero en ese cuerpo numerosísimo que es la Iglesia sólo llegan a cardenales unos pocos: los brillantes, los laboriosos, los portadores de criterio. Los discretos. Y, sí, los ambiciosos. Será papa quien más sutilmente se haya situado estos últimos años. Si ha de ser italiano o nigeriano, sexagenario o setentón –no me cabe ninguna duda–, es secundario. Última Hora.
14 abril 2005
Atila y san León Magno
En 452, Atila invadió Italia. El emperador Valentiniano se refugió en las murallas de Ravena y no quiso saber nada; sólo la autoridad del papa León podía salvar Roma. Rafael describe en un fresco vaticano el encuentro entre un pontífice sereno y magnífico y un bárbaro aterrorizado por la presencia en el cielo de san Pedro y san Pablo, armados de espadas. Los escépticos, en cambio, dicen que León compró con oro la retirada del huno... Fuese como fuese, no hubo la misma suerte tres años más tarde: el vándalo Genserico arrasó y saqueó Roma durante quince días, y miles de romanos fueron esclavizados. A León no le quedaba sino el trabajo de la reconstrucción. Última Hora.
08 abril 2005
Razón de peso
Carlos de Inglaterra es culpable de haber abandonado a una mujer joven y bella por otra fea y desgarbada. Que ésta sea una mujer interesante –la imaginamos, incluso, fascinante, dada la incendiaria y perdurable pasión que ha inspirado en el heredero británico, sin duda un hombre refinado–, mientras la princesa difunta se caracterizó por no tener en la cabeza otra cosa que abundantes pájaros, es lo de menos: los británicos no parecen conocer más alternativa a una reina hermosa que la república. Y así se hace la historia... Última Hora.
07 abril 2005
El nombre de los papas
En 532 murió Bonifacio II. Dos meses y medio pasaron antes que el clero de Roma hubiese elegido a su nuevo obispo. Finalmente, el 2 de enero de 533 fue promovido al solio papal un presbítero romano llamado Mercurio, como el dios pagano de los ladrones: naturalmente, el recién electo adoptó el nombre de Juan, y desde entonces fue frecuente que el nuevo papa escogiese un nombre diferente al propio y que significase algún tipo de devoción, homenaje o agradecimiento hacia un papa anterior. La tradición inaugurada por san Juan II se cumple a rajatabla desde 1009, con sólo dos excepciones. Última Hora.
02 abril 2005
El gesto
Yo no sé ustedes, pero este apóstata confeso guardará el resto de sus días la imagen del papa en su última aparición pública. Asomado al alféizar, se esfuerza por hablar, por respirar, y sólo le sale un frustrado ademán. Karol Wojtyla ha sido portador de una voluntad férrea y de la dignidad más humana: enérgico hasta el final, mas sin soberbia. Algunos han criticado esas imágenes y hablan de morbo, de ensañamiento; yo, sinceramente, deseo ese gesto y esa dignidad para mí, cuando el momento llegue. Última Hora.
28 marzo 2005
Reconocimiento
Si uno viaja a África, puede uno comprobar los trágicos efectos de la influencia del Vaticano en aquellos países estragados por decenios de colonialismo y poscolonialismo político, económico y cultural. Cuando el Papa predica en Luanda o en Yamoussoukro la incompatibilidad del uso del preservativo con la salvación del alma, contribuye a extender el SIDA en lo que es ya una pandemia brutal, la peor de las pestes de la Historia. Pueblos enteros se ven diezmados por la enfermedad, y el único consejo que el Papa y sus ministros saben dar es: “no pequéis”.
Si a uno le parece que la pena de muerte es un asesinato, que la eutanasia puede en algunos casos preservar la dignidad del moribundo, que la Iglesia y el Estado deben andar sus caminos por separado, que en las escuelas no debe haber crucifijos ni asignatura de religión y que el sexo no es esencialmente perverso, sino todo lo contrario, por fuerza ha de concluir que el de Juan Pablo II ha sido uno de los pontificados más reaccionarios del siglo XX. No parece que hayamos avanzado mucho desde los tiempos del pobre Juan XXIII.
Todo esto es bastante claro. Pero, añado ahora, si uno cree que una de las máximas virtudes ciudadanas es la entrega a los demás a través del trabajo; si uno piensa que en nuestra absurda sociedad huimos con demasiada frecuencia de todo lo que no sea hermoso y despreocupado; si uno no comparte el estúpido culto a la juventud y al ocio, ni el desprecio de los principios y las ideologías; si uno valora el sentido de la responsabilidad, si uno estima la obra de quienes lucharon toda una vida de sacrificio por lo que creían justo, más allá de la venalidad, la conveniencia o la mera comodidad... Si uno, en fin, admira el coraje de los rectos, no puede uno sino declarar su solidaridad con ese anciano tembloroso, acechado por la muerte, que hasta su último hálito de vida conserva intacto el espíritu que lo enfrentó al nazismo, al estalinismo, a las balas de un loco, al cáncer, a la creciente incomprensión de un Occidente que ya no comparte sus postulados. Uno ha de aclamar a ese viejo valiente y humilde, paradójicamente alejado de toda debilidad, despreciador de toda apariencia. A ese hombre que a todos da ejemplo de cómo creer y de cómo luchar por lo que creemos. A ese héroe desmadejado que sirve hasta el final, que así vence su mejor victoria y a quien todos esos fatuos cardenales que sueñan con sucederle no servirían ni para arrimarle el orinal. Uno, que no es católico, preferiría un papa débil, mezquino o risible. Pero el gigante que está agonizando en Roma es –y seguirá siendo tras su muerte– el peor enemigo del laicismo. Algunos, de este otro lado, deberían tomar nota. La Opinión-El Correo de Zamora.
Si a uno le parece que la pena de muerte es un asesinato, que la eutanasia puede en algunos casos preservar la dignidad del moribundo, que la Iglesia y el Estado deben andar sus caminos por separado, que en las escuelas no debe haber crucifijos ni asignatura de religión y que el sexo no es esencialmente perverso, sino todo lo contrario, por fuerza ha de concluir que el de Juan Pablo II ha sido uno de los pontificados más reaccionarios del siglo XX. No parece que hayamos avanzado mucho desde los tiempos del pobre Juan XXIII.
Todo esto es bastante claro. Pero, añado ahora, si uno cree que una de las máximas virtudes ciudadanas es la entrega a los demás a través del trabajo; si uno piensa que en nuestra absurda sociedad huimos con demasiada frecuencia de todo lo que no sea hermoso y despreocupado; si uno no comparte el estúpido culto a la juventud y al ocio, ni el desprecio de los principios y las ideologías; si uno valora el sentido de la responsabilidad, si uno estima la obra de quienes lucharon toda una vida de sacrificio por lo que creían justo, más allá de la venalidad, la conveniencia o la mera comodidad... Si uno, en fin, admira el coraje de los rectos, no puede uno sino declarar su solidaridad con ese anciano tembloroso, acechado por la muerte, que hasta su último hálito de vida conserva intacto el espíritu que lo enfrentó al nazismo, al estalinismo, a las balas de un loco, al cáncer, a la creciente incomprensión de un Occidente que ya no comparte sus postulados. Uno ha de aclamar a ese viejo valiente y humilde, paradójicamente alejado de toda debilidad, despreciador de toda apariencia. A ese hombre que a todos da ejemplo de cómo creer y de cómo luchar por lo que creemos. A ese héroe desmadejado que sirve hasta el final, que así vence su mejor victoria y a quien todos esos fatuos cardenales que sueñan con sucederle no servirían ni para arrimarle el orinal. Uno, que no es católico, preferiría un papa débil, mezquino o risible. Pero el gigante que está agonizando en Roma es –y seguirá siendo tras su muerte– el peor enemigo del laicismo. Algunos, de este otro lado, deberían tomar nota. La Opinión-El Correo de Zamora.
20 marzo 2005
Ecuestre
Creíamos que Franco jineteaba a lomos de un caballo blanco. Así recuerdo su efigie, abriendo una de aquellas enciclopedias escolares de mis padres con gesto guerrero y orgulloso. Cuando cayó la mordaza y respiró la herida colectiva, supimos que el Caudillo realmente había cabalgado a lomos de sus muchas víctimas. Setenta años después del comienzo de sus crímenes, asistimos a su descabalgadura. Y es que una estatua no es sólo un recuerdo histórico: es un homenaje. Derogado éste, podemos al fin regocijarnos: Franco, ahora sí, es historia. Última Hora.
08 agosto 2003
Glazunov
A todo el mundo le suenan Las cuatro estaciones del barroco italiano Antonio Vivaldi. Esa obra genial oscurece en parte el recuerdo de otros magnos autores que, a lo largo de la historia, han interpretado con sus compases el paso de las estaciones. El ruso Alexander Glazunov (1865-1936) fue discípulo de Rimsky-Korsakov. Aunque su prestigio ha pasado por distintas fases y consideraciones, de todos es reconocido que Glazunov ha representado una interesante síntesis entre la música del nacionalismo ruso y la occidental. Algunas de sus piezas son sencillamente conmovedoras, como el Canto del Trovador, que jamás abandonará a quien lo haya escuchado interpretado por Mstislav Rostropovich. Su ballet Las Estaciones, enraizado en la tradición tchaikovskiana, incluye en su Otoño un adagio sublime que pertenece sin duda al capítulo principal de la historia de la Música. Se trata de un músico muy cinematográfico: los autores de bandas sonoras orquestales deberían aprender de su pericia a la hora de sugerir paisajes y estados de ánimo. Habrá para quien esto sea precisamente un defecto; no siempre es así para nosotros.
10 febrero 2003
Civiliación y barbarie
Me llega un mensaje de la campaña “Ante la guerra, actúa”, que aglutina los esfuerzos de cuatro prestigiosas organizaciones (Amnistía Internacional, Greenpeace, Intermón y Médicos sin Fronteras) por evitar la gran catástrofe bélica que se avecina. El mensaje pide mi voto y la difusión de su campaña. He votado y he propagado en lo posible esta iniciativa por medio de mi directorio electrónico.
Un amigo me sorprende con su lacónica contestación: “Yo estoy a favor”. Digo que me sorprende porque uno podría esperar que alguien esté en contra de esta guerra, o que se muestre transigente o incluso desinteresado con respecto a ella; pero nunca que nadie se declare llanamente a favor del conflicto. No hay que decir que la respuesta de mi amigo -un tipo excelente, por cierto- me ha llevado a plantearme una cuestión: ¿por qué nadie honrado podría estar a favor de la turbia matanza que nos amenaza?
Aclararé primero que mi punto de vista no es el de un pacifista: no soy aficionado a guerras, pero jamás discutiría, por ejemplo, el derecho de la República Saharaui a defenderse por las armas de su ocupación por el régimen despótico de Mohamed VI. Si ninguna guerra es justa, sí me parece que haya guerras en las que uno de los dos bandos persigue una causa justa, previamente menoscabada o pisoteada por el otro bando. Estamos hablando, claro está, del defensor y del agresor: es legítimo defenderse mediante la guerra, y el derecho internacional reconoce una serie de casus belli que justifican esa respuesta; pero no entendemos como legítima la agresión inmotivada.
Ello me hace pensar que mi amigo, el que apoya la guerra que viene, está persuadido de que, como los señores Bush, Blair y Aznar insisten en demostrar, el régimen de Sadam Husein es una peligrosa amenaza para la integridad de Occidente: un motivo para la guerra. Recuerdo que, ya en 1991, la campaña propagandista que precedió a la recuperación de Kuwait por las armas de George Bush padre nos aturdió durante semanas con la irrisoria estimación del ejército iraquí como el cuarto más potente de la Tierra. Hoy día, la amenaza estriba en la presunta alianza de Sadam Husein con la red terrorista de Osama bin Laden y en su sospechada posesión de armas de destrucción masiva: armas biológicas y químicas del tipo de las que, por poner sólo algunos ejemplos, cultivan y almacenan los laboratorios militares norteamericanos, británicos, franceses, rusos e israelíes. Si en una guerra se enfrentan civilización y barbarie, mi amigo cree, sin duda, que la civilización está de nuestro lado. Al fin y al cabo, en las películas siempre hemos sido los buenos y, quizá, lo inmoral no es fabricar y almacenar el virus del carbunco, sino hacerlo sin pertenecer al club de los buenos. Rezo para que los empresarios amigos de George Bush no se fijen nunca en nuestros antepasados morenitos y nos señalen con su autorizado dedo.
Hace un año la amenaza era Afganistán. En poco tiempo se debeló a los feroces talibán, se impuso en Kabul un gobierno prooccidental y todo quedó en eso: Bin Laden no fue capturado; al-Qaeda sobrevive; miles de afganos, eso sí, murieron; las mujeres afganas siguen hoy vistiendo el burka; tenemos -tenemos- presos en Guantánamo en condiciones indignas; el integrismo sigue campando a sus anchas en aquel país, de igual modo que los señores de la guerra, aquellos nuestros infames aliados de la Alianza del Norte, célebres por su sadismo y su sed de sangre; no hay democracia en Afganistán. Pero me equivoco; algo cambió, sí. El oleoducto que los talibán iban a firmar con China hoy se firma con los americanos: el petróleo de Asia Central será más barato para las multinacionales (que no para nosotros: los precios no bajarán, ellos tendrán más beneficios). He aquí las consecuencias de una guerra amparada por el siniestro fantasma de las Torres Gemelas.
Con Irak, nos juran, está en juego la seguridad de Occidente. Pero resulta que, a día de hoy, los esfuerzos de Occidente por presentar pruebas de la escalada armamentista de Sadam y de su relación con al-Qaeda -incluidos los chuscos gráficos caseros presentados ante la ONU y ante el Senado norteamericano por Colin Powell- han sido infructuosos. En cualquier caso, si se demostrasen ambos extremos, no estaríamos muy lejos de lo que ocurre en la amiga Rusia, imperio que fabrica y emplea en Chechenia armas de destrucción masiva y al que nadie amenaza con bombardear; o en Arabia Saudí, cuyos vínculos religiosos -el islam wahabí allí oficial nunca nos pareció integrista hasta hoy-, financieros y humanos con la red de Bin Laden son tan evidentes que han enfriado notablemente la tradicionalmente sólida alianza saudí-norteamericana.
Tanto la han enfriado que actualmente, en una época de fuerte crisis petrolera en los Estados Unidos y con perspectivas de agotamiento de las reservas fósiles de la Tierra en cuestión de décadas, el crudo proveniente de la Península Arábiga ha dejado de estar asegurado. Y, claro, sería harto difícil justificar la invasión de un país -al menos nominalmente- aliado, de modo que a las multinacionales se les hace perentorio controlar el petróleo de Irak, uno de los pocos que hoy no está sometido a su oligopolio y que, para mayor comodidad, pertenece a un país enemigo y ciertamente tiranizado por un dictador sin escrúpulos.
¿Alguien cree de verdad que Occidente se asoma al Éufrates y al Tigris en pos de la justicia universal y de la fraternidad entre los pueblos? ¿Que la hidra terrorista desaparecerá tras la victoria? Por el contrario, en esta guerra se debatirá el futuro inmediato de la energía de Occidente. Y quizá no está de más recordar también en este punto que las energías renovables -como la solar- estarían hoy en un estadio mucho más avanzado de desarrollo investigador y de explotación si no fuera porque ello habría aminorado el gran negocio del petróleo, negocio en el que participan las multinacionales, por un lado, y los estados por otro, a través de los enormes impuestos indirectos que soportan los ciudadanos cada vez que llenan el depósito de sus vehículos. Que el petróleo sea caro no importa; que genere episodios como la marea negra que sufren actualmente España y Francia, tampoco; que suponga la prolongada sujeción neocolonial de amplias regiones de la Tierra, menos; que haya sido, sea y siga siendo motivo de guerras crueles, a consecuencia de las cuales mueren miles o millones de civiles, mucho menos. Para lavar nuestras conciencias, siempre podremos improvisar alguna justificación; y de ahí la gran utilidad de esos dos vástagos de la CIA llamados Sadam Husein y Osama Bin Laden, que nos permiten esgrimir la bandera de la civilización frente a la oscura barbarie de los fanáticos. Pero utilizar falsas justificaciones no nos hará menos bárbaros que ellos. Sólo más hipócritas.
Asistimos a una campaña de desinformación brutal, desatada por gobiernos y medios de comunicación de masas (también multinacionales) para marear la perdiz de las armas de destrucción masiva y de la amenaza terrorista. Se nos anuncia que la CIA ha detectado un significativo aumento en la intensidad de ciertas comunicaciones vía Internet -cuánta indeterminada información, cuánto misterio-, un aumento que apunta hacia un atentado masivo en las próximas semanas. Si efectivamente se produce un atentado, algo de lo que nunca estamos libres, se lo adjudicaremos inmediatamente a al-Qaeda o llanamente a un cuñado de Sadam Husein, porque no faltarán evidencias que aducir -eso sí: secretas, porque los ciudadanos somos unos chismosos y no merecemos compartirlas-, y tendremos el casus belli perfecto. Por otro lado, estos días atravesamos la fase de prevención y pánico al ataque bioterrorista: el gobierno Aznar dona al de Israel y compra para uso local toneladas de productos farmacéuticos, antídotos y vacunas contra la viruela y el ántrax; de esta forma se cumplen dos objetivos: por un lado, el ciudadano desavisado toma conciencia de que algo verdaderamente grave para él está sucediendo y de que algo de razón tendrá el Gobierno, si asume semejante gasto; por otro -pero de esto nunca se habla: parecería que las vacunas se comprasen en el limbo de los inocentes y fuesen gratis-, millones y millones de euros pasan del bolsillo del contribuyente al de las multinacionales farmacéuticas. Coincidiendo con esta campaña, hay que apuntarlo, la televisión pública programa el 8 de febrero una película sobre un ataque con ántrax y, por supuesto, no dudo que se trata de una casualidad. Por último, los mass media y las castas política y diplomática se empeñan en debatir el sexo de los ángeles, de forma que al final parecerá que realmente estábamos hablando de armas biológicas y no de petróleo. Ante una campaña propagandística que habría conducido a un orgasmo múltiple al mismísimo doctor Goebbels, nada extraña que haya quien se declare partidario de la guerra.
Y cuando todo haya pasado y miles de cadáveres adornen las calles de Bagdad, cuando la Segunda Guerra del Golfo sea historia, un ulterior atentado nos hará comprobar que el fin del terrorismo no dependía del defenestramiento de Sadam Husein, y que continúa vivo. Para regocijo de la industria armamentística mundial.
Mientras reflexionamos, los pilotos de los bombarderos y de los carros de combate apostados en el desierto kuwaití afilan sus uñas. Bin Laden se desternilla de risa en su escondite, viendo por la televisión cómo todos sus sueños se cumplen, y George Bush recibe en la espalda palmadas de sus amigos, los todopoderosos industriales texanos y los miembros del lobby judío norteamericano. Pero no son éstos últimos, ni Sadam Husein, quienes se manchen las manos de sangre en el desierto asiático, no. Serán jóvenes negros y chicanos los que maten y mueran en la vieja Mesopotamia. Serán jóvenes iraquíes los que desaparezcan bajo los escombros en los bombardeos, los que sean lanzados a una muerte fanática y suicida por el demente Sadam, los que alimenten durante años tumores y malformaciones a consecuencia del uranio empobrecido empleado por los americanos en sus armas, como viene sucediendo desde la primera guerra del Golfo. Yo no veo la civilización por ningún lado, y sí mucha barbarie.
Quizá nuestros dirigentes no nos consideran suficientemente preparados para asumir las verdaderas razones de este crimen: la guerra salvaguarda nuestra relativa prosperidad, al menos a medio plazo, y aunque sea a costa de muchas vidas inocentes. Porque -también hay que reconocerlo- algo que quizá ignoran o prefieren ignorar muchos pacifistas a la Bardem (qué bochornoso espectáculo, el de los intelectuales del cine) es que hay que explicar las consecuencias de no ir a la guerra: carestía de combustible, agudización en la crisis de la economía norteamericana, efecto dominó en Europa y Japón, recesión, paro... Porque ya deberíamos saberlo: la prosperidad que disfrutamos está cimentada en un Tercer Mundo sumido en una miseria cada vez mayor y más indigna. Nada más absurdo que la hambruna que ha segado en Irak -un país pletórico de recursos naturales- la vida de tantos niños en estos doce años que ya se cuentan con seis ceros. Nada más lógico, sin embargo, si nos fijamos en el tren de vida derrochador y en la carencia de principios éticos que caracterizan la sociedad occidental. Podemos llenar nuestro armario con dos docenas de camisas porque en Irak -o en Somalia- hay dos docenas de seres humanos desnudos. Así de sencillo. Y, claro, una paz basada en un concepto ético y no exclusivamente capitalista de las relaciones internacionales despoblaría bastante nuestro ropero. Por no hablar de los roperos de los magnates de Shell, Exxon y compañía, ni de los de sus amantes. Todos estamos implicados en esto.
Sólo podemos gritar nuestro silencio, y no basta. Hay que colgar en el balcón una pancarta con el lema “No a la guerra”: qué elocuentes, qué instructivos serán el ruido de los bombarderos y los discursos de José María Aznar a favor de la guerra en ciudades llenas de pancartas en contra. Es necesario manifestarse pacíficamente, y sin afanes electoralistas, el próximo día 15 de febrero, y todos los días que nos quedan. Pero no basta. No basta con pronunciarse contra la guerra como el que escoge por teléfono a uno u otro candidato de Gran Hermano. No es una mera cuestión de opinión. En ello nos va un modelo de sociedad; nos va el futuro.
Supongo que mi amigo piensa, y que muchos piensan, que todas estas elucubraciones son fruto de una mente cegada por su antiamericanismo. Pero fíjense: uno no es antiamericano ni antiiraquí. Ningún pueblo merece lo que nos está sucediendo. Y es que las multinacionales no tienen otra patria que el dinero: ellas son las únicas que ganarán esta guerra inmoral. No ustedes. Busquen -pacíficamente, activamente, imaginativamente- el objeto de sus iras en su banco o en la gasolinera más próxima. No entre los escombros. Desde el Puerto.
[Publicado bajo el pseudónimo "ciudadano Juan López" en Desde el Puerto. Hoja volante contra la Guerra del Petróleo, núm. 1 (y único), Puerto del Rosario (Fuerteventura), 10 de febrero de 2003.]
Un amigo me sorprende con su lacónica contestación: “Yo estoy a favor”. Digo que me sorprende porque uno podría esperar que alguien esté en contra de esta guerra, o que se muestre transigente o incluso desinteresado con respecto a ella; pero nunca que nadie se declare llanamente a favor del conflicto. No hay que decir que la respuesta de mi amigo -un tipo excelente, por cierto- me ha llevado a plantearme una cuestión: ¿por qué nadie honrado podría estar a favor de la turbia matanza que nos amenaza?
Aclararé primero que mi punto de vista no es el de un pacifista: no soy aficionado a guerras, pero jamás discutiría, por ejemplo, el derecho de la República Saharaui a defenderse por las armas de su ocupación por el régimen despótico de Mohamed VI. Si ninguna guerra es justa, sí me parece que haya guerras en las que uno de los dos bandos persigue una causa justa, previamente menoscabada o pisoteada por el otro bando. Estamos hablando, claro está, del defensor y del agresor: es legítimo defenderse mediante la guerra, y el derecho internacional reconoce una serie de casus belli que justifican esa respuesta; pero no entendemos como legítima la agresión inmotivada.
Ello me hace pensar que mi amigo, el que apoya la guerra que viene, está persuadido de que, como los señores Bush, Blair y Aznar insisten en demostrar, el régimen de Sadam Husein es una peligrosa amenaza para la integridad de Occidente: un motivo para la guerra. Recuerdo que, ya en 1991, la campaña propagandista que precedió a la recuperación de Kuwait por las armas de George Bush padre nos aturdió durante semanas con la irrisoria estimación del ejército iraquí como el cuarto más potente de la Tierra. Hoy día, la amenaza estriba en la presunta alianza de Sadam Husein con la red terrorista de Osama bin Laden y en su sospechada posesión de armas de destrucción masiva: armas biológicas y químicas del tipo de las que, por poner sólo algunos ejemplos, cultivan y almacenan los laboratorios militares norteamericanos, británicos, franceses, rusos e israelíes. Si en una guerra se enfrentan civilización y barbarie, mi amigo cree, sin duda, que la civilización está de nuestro lado. Al fin y al cabo, en las películas siempre hemos sido los buenos y, quizá, lo inmoral no es fabricar y almacenar el virus del carbunco, sino hacerlo sin pertenecer al club de los buenos. Rezo para que los empresarios amigos de George Bush no se fijen nunca en nuestros antepasados morenitos y nos señalen con su autorizado dedo.
Hace un año la amenaza era Afganistán. En poco tiempo se debeló a los feroces talibán, se impuso en Kabul un gobierno prooccidental y todo quedó en eso: Bin Laden no fue capturado; al-Qaeda sobrevive; miles de afganos, eso sí, murieron; las mujeres afganas siguen hoy vistiendo el burka; tenemos -tenemos- presos en Guantánamo en condiciones indignas; el integrismo sigue campando a sus anchas en aquel país, de igual modo que los señores de la guerra, aquellos nuestros infames aliados de la Alianza del Norte, célebres por su sadismo y su sed de sangre; no hay democracia en Afganistán. Pero me equivoco; algo cambió, sí. El oleoducto que los talibán iban a firmar con China hoy se firma con los americanos: el petróleo de Asia Central será más barato para las multinacionales (que no para nosotros: los precios no bajarán, ellos tendrán más beneficios). He aquí las consecuencias de una guerra amparada por el siniestro fantasma de las Torres Gemelas.
Con Irak, nos juran, está en juego la seguridad de Occidente. Pero resulta que, a día de hoy, los esfuerzos de Occidente por presentar pruebas de la escalada armamentista de Sadam y de su relación con al-Qaeda -incluidos los chuscos gráficos caseros presentados ante la ONU y ante el Senado norteamericano por Colin Powell- han sido infructuosos. En cualquier caso, si se demostrasen ambos extremos, no estaríamos muy lejos de lo que ocurre en la amiga Rusia, imperio que fabrica y emplea en Chechenia armas de destrucción masiva y al que nadie amenaza con bombardear; o en Arabia Saudí, cuyos vínculos religiosos -el islam wahabí allí oficial nunca nos pareció integrista hasta hoy-, financieros y humanos con la red de Bin Laden son tan evidentes que han enfriado notablemente la tradicionalmente sólida alianza saudí-norteamericana.
Tanto la han enfriado que actualmente, en una época de fuerte crisis petrolera en los Estados Unidos y con perspectivas de agotamiento de las reservas fósiles de la Tierra en cuestión de décadas, el crudo proveniente de la Península Arábiga ha dejado de estar asegurado. Y, claro, sería harto difícil justificar la invasión de un país -al menos nominalmente- aliado, de modo que a las multinacionales se les hace perentorio controlar el petróleo de Irak, uno de los pocos que hoy no está sometido a su oligopolio y que, para mayor comodidad, pertenece a un país enemigo y ciertamente tiranizado por un dictador sin escrúpulos.
¿Alguien cree de verdad que Occidente se asoma al Éufrates y al Tigris en pos de la justicia universal y de la fraternidad entre los pueblos? ¿Que la hidra terrorista desaparecerá tras la victoria? Por el contrario, en esta guerra se debatirá el futuro inmediato de la energía de Occidente. Y quizá no está de más recordar también en este punto que las energías renovables -como la solar- estarían hoy en un estadio mucho más avanzado de desarrollo investigador y de explotación si no fuera porque ello habría aminorado el gran negocio del petróleo, negocio en el que participan las multinacionales, por un lado, y los estados por otro, a través de los enormes impuestos indirectos que soportan los ciudadanos cada vez que llenan el depósito de sus vehículos. Que el petróleo sea caro no importa; que genere episodios como la marea negra que sufren actualmente España y Francia, tampoco; que suponga la prolongada sujeción neocolonial de amplias regiones de la Tierra, menos; que haya sido, sea y siga siendo motivo de guerras crueles, a consecuencia de las cuales mueren miles o millones de civiles, mucho menos. Para lavar nuestras conciencias, siempre podremos improvisar alguna justificación; y de ahí la gran utilidad de esos dos vástagos de la CIA llamados Sadam Husein y Osama Bin Laden, que nos permiten esgrimir la bandera de la civilización frente a la oscura barbarie de los fanáticos. Pero utilizar falsas justificaciones no nos hará menos bárbaros que ellos. Sólo más hipócritas.
Asistimos a una campaña de desinformación brutal, desatada por gobiernos y medios de comunicación de masas (también multinacionales) para marear la perdiz de las armas de destrucción masiva y de la amenaza terrorista. Se nos anuncia que la CIA ha detectado un significativo aumento en la intensidad de ciertas comunicaciones vía Internet -cuánta indeterminada información, cuánto misterio-, un aumento que apunta hacia un atentado masivo en las próximas semanas. Si efectivamente se produce un atentado, algo de lo que nunca estamos libres, se lo adjudicaremos inmediatamente a al-Qaeda o llanamente a un cuñado de Sadam Husein, porque no faltarán evidencias que aducir -eso sí: secretas, porque los ciudadanos somos unos chismosos y no merecemos compartirlas-, y tendremos el casus belli perfecto. Por otro lado, estos días atravesamos la fase de prevención y pánico al ataque bioterrorista: el gobierno Aznar dona al de Israel y compra para uso local toneladas de productos farmacéuticos, antídotos y vacunas contra la viruela y el ántrax; de esta forma se cumplen dos objetivos: por un lado, el ciudadano desavisado toma conciencia de que algo verdaderamente grave para él está sucediendo y de que algo de razón tendrá el Gobierno, si asume semejante gasto; por otro -pero de esto nunca se habla: parecería que las vacunas se comprasen en el limbo de los inocentes y fuesen gratis-, millones y millones de euros pasan del bolsillo del contribuyente al de las multinacionales farmacéuticas. Coincidiendo con esta campaña, hay que apuntarlo, la televisión pública programa el 8 de febrero una película sobre un ataque con ántrax y, por supuesto, no dudo que se trata de una casualidad. Por último, los mass media y las castas política y diplomática se empeñan en debatir el sexo de los ángeles, de forma que al final parecerá que realmente estábamos hablando de armas biológicas y no de petróleo. Ante una campaña propagandística que habría conducido a un orgasmo múltiple al mismísimo doctor Goebbels, nada extraña que haya quien se declare partidario de la guerra.
Y cuando todo haya pasado y miles de cadáveres adornen las calles de Bagdad, cuando la Segunda Guerra del Golfo sea historia, un ulterior atentado nos hará comprobar que el fin del terrorismo no dependía del defenestramiento de Sadam Husein, y que continúa vivo. Para regocijo de la industria armamentística mundial.
Mientras reflexionamos, los pilotos de los bombarderos y de los carros de combate apostados en el desierto kuwaití afilan sus uñas. Bin Laden se desternilla de risa en su escondite, viendo por la televisión cómo todos sus sueños se cumplen, y George Bush recibe en la espalda palmadas de sus amigos, los todopoderosos industriales texanos y los miembros del lobby judío norteamericano. Pero no son éstos últimos, ni Sadam Husein, quienes se manchen las manos de sangre en el desierto asiático, no. Serán jóvenes negros y chicanos los que maten y mueran en la vieja Mesopotamia. Serán jóvenes iraquíes los que desaparezcan bajo los escombros en los bombardeos, los que sean lanzados a una muerte fanática y suicida por el demente Sadam, los que alimenten durante años tumores y malformaciones a consecuencia del uranio empobrecido empleado por los americanos en sus armas, como viene sucediendo desde la primera guerra del Golfo. Yo no veo la civilización por ningún lado, y sí mucha barbarie.
Quizá nuestros dirigentes no nos consideran suficientemente preparados para asumir las verdaderas razones de este crimen: la guerra salvaguarda nuestra relativa prosperidad, al menos a medio plazo, y aunque sea a costa de muchas vidas inocentes. Porque -también hay que reconocerlo- algo que quizá ignoran o prefieren ignorar muchos pacifistas a la Bardem (qué bochornoso espectáculo, el de los intelectuales del cine) es que hay que explicar las consecuencias de no ir a la guerra: carestía de combustible, agudización en la crisis de la economía norteamericana, efecto dominó en Europa y Japón, recesión, paro... Porque ya deberíamos saberlo: la prosperidad que disfrutamos está cimentada en un Tercer Mundo sumido en una miseria cada vez mayor y más indigna. Nada más absurdo que la hambruna que ha segado en Irak -un país pletórico de recursos naturales- la vida de tantos niños en estos doce años que ya se cuentan con seis ceros. Nada más lógico, sin embargo, si nos fijamos en el tren de vida derrochador y en la carencia de principios éticos que caracterizan la sociedad occidental. Podemos llenar nuestro armario con dos docenas de camisas porque en Irak -o en Somalia- hay dos docenas de seres humanos desnudos. Así de sencillo. Y, claro, una paz basada en un concepto ético y no exclusivamente capitalista de las relaciones internacionales despoblaría bastante nuestro ropero. Por no hablar de los roperos de los magnates de Shell, Exxon y compañía, ni de los de sus amantes. Todos estamos implicados en esto.
Sólo podemos gritar nuestro silencio, y no basta. Hay que colgar en el balcón una pancarta con el lema “No a la guerra”: qué elocuentes, qué instructivos serán el ruido de los bombarderos y los discursos de José María Aznar a favor de la guerra en ciudades llenas de pancartas en contra. Es necesario manifestarse pacíficamente, y sin afanes electoralistas, el próximo día 15 de febrero, y todos los días que nos quedan. Pero no basta. No basta con pronunciarse contra la guerra como el que escoge por teléfono a uno u otro candidato de Gran Hermano. No es una mera cuestión de opinión. En ello nos va un modelo de sociedad; nos va el futuro.
Supongo que mi amigo piensa, y que muchos piensan, que todas estas elucubraciones son fruto de una mente cegada por su antiamericanismo. Pero fíjense: uno no es antiamericano ni antiiraquí. Ningún pueblo merece lo que nos está sucediendo. Y es que las multinacionales no tienen otra patria que el dinero: ellas son las únicas que ganarán esta guerra inmoral. No ustedes. Busquen -pacíficamente, activamente, imaginativamente- el objeto de sus iras en su banco o en la gasolinera más próxima. No entre los escombros. Desde el Puerto.
[Publicado bajo el pseudónimo "ciudadano Juan López" en Desde el Puerto. Hoja volante contra la Guerra del Petróleo, núm. 1 (y único), Puerto del Rosario (Fuerteventura), 10 de febrero de 2003.]
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