No es la primera vez que Guillem Rosselló se refiere a nuestra formación en términos negativos. Conste que en UPyD aceptamos de buen grado las críticas -somos un partido esencialmente crítico y aspiramos al voto crítico-, pero también nos agradaría que la crítica se hiciese sobre lo que verdaderamente decimos, y no sobre lo que algunos filibusteros de la opinión prefieren inventar que decimos. Y, sobre todo, siempre sobre los mismos argumentos, porque es francamente difícil defenderse cuando un mismo columnista -el señor Rosselló, sin ir más lejos- nos acusa un día de ser un partido comunista y al siguiente de ser la extrema derecha. Complicado.
En su reciente artículo "Rosa Díez o la visión sesgada de España y de la democracia" (Última Hora, 27-11-09), arremete contra UPyD atribuyéndole indefinición: "Después de leer y reflexionar [sic], uno no puede definir si Rosa Díez es de izquierdas, del PSOE del cual surgió, o de las derechas de las que trata de nutrirse". Yo le contesto gustosamente: UPyD no es de izquierdas ni de derechas, sino transversal. En nuestro partido militamos liberales y socialdemocrátas preocupados por la deriva sectaria y antidemocrática de nuestro país, una deriva de la que los mismos escritos del señor Rosselló son buena prueba. Ya, ya sé que despista un poco que unas veces votemos con el PP y otras con el Bloque Nacionalista Gallego, pero es que a nosotros sí nos gusta escuchar a todo el mundo sin juicios previos. Nuestra imperdonable peculiaridad es que consideramos a los ciudadanos capaces de pensar por sí mismos y de elegir en función de la oferta, y no de consignas sectarias. Es normal que el señor Rosselló no se aclare; o tal vez es que ni leyó ni reflexionó como dice que hizo.
Según el columnista, Rosa Díez alimenta "odio hacia las autonomías" y es una "líder preconstitucional" que "afirma que todo el poder del Estado debe estar en Madrid". No me extraña que le parezca una "visión sesgada de España": a mí también me lo parecería. Pero, fíjense, desde su Manifiesto Fundacional (2007), UPyD ha defendido la mejora del Estado de las Autonomías y, en particular desde la ponencia política aprobada en nuestro I Congreso el pasado 21 de noviembre, definimos nuestro modelo de Estado como federalismo cooperativo: apreciamos tanto la descentralización que somos el único partido nacional que defiende el federalismo para España. Cosa bien distinta sería que, como tal vez le gustaría al señor Rosselló, cuestionásemos la unidad de la nación; pero no: para nosotros la unidad de España es incuestionable, y el federalismo sólo la mejor fórmula para asegurarla, por medio de un catálogo de competencias cerrado constitucionalmente que enumere qué competencias son de las comunidades autónomas -de todas por igual- y cuáles del Estado, de manera que ninguna desgraciada conjunción de un gobierno central sin sentido de estado y ciertos localismos desleales -como sucede hoy- pueda poner cada año las competencias y la solidaridad sobre el tapete a cambio de, por ejemplo, votos para los presupuestos generales. Pero nuestro federalismo declarado le da igual al señor Rosselló, que habla de un "nacionalismo rancio" que le recuerda, no podía ser de otra manera, al franquismo y sus "genocidios culturales" [sic], así como a "otro fascismo: el del partido Único o el de aquellos reinados medievales en el que sólo tenían la palabra los nobles". Sin comentarios.
¿Qué decir ante semejante falta de rigor? Se me ocurre lo siguiente: que el señor Rosselló es uno de los ejemplos más palmarios del periodismo basura de que tengo noticia en los últimos años. Al servicio no se sabe bien si de su propio sectarismo y su ignorancia o, por el contrario, de los de alguien muy interesado en que UPyD no prospere, cada una de sus líneas es un embuste o nace del desconocimiento de la realidad que dice comentar. Cualquiera de los dos supuestos lo descalifica como periodista, y seguramente certifica el miedo cerval que algunos sectores políticos empiezan a experimentar en Baleares desde que una opción progresista y ciudadana como es la de UPyD amenaza con modificar el equilibrio de fuerzas en la política local. Ánimo, señor Rosselló: siga haciendo esto que usted llama opinar. Tal vez prefiera usted seguir confiando en la honestidad y el progresismo de partidos como UM, PP o PSIB, que sin duda no le parecerán rancios ni franquistas ni genocidas... Si es que los jueces dejan alguno en pie al cabo de esta legislatura. Anímese, que no damos tanto miedo. Última Hora. Periodista Digital.