Ciñéndonos al artículo de Marías que tanta polémica ha causado estos días, y no a su calidad como novelista (no lo he leído) ni como persona (no lo conozco), lo importante de todo lo que dice el texto no es que Gloria Fuertes sea una poeta bastante floja (en lo cual coincido), sino que los homenajes que se le rinden caen bondadosamente en el elogio, al margen de la poca calidad literaria que el autor le concede, porque era mujer y lesbiana. Y que esto, en unos tiempos en que un meme medianamente ingenioso y bien alineado puede más que un libro, nos importa más que lo que hiciera o no hiciera como poeta.
Marías critica, pues, la interferencia de ciertos prejuicios cognitivos muy poderosos (ese enorme conglomerado de supersticiones más o menos modernas que llamamos corrección política) en el juicio de calidad de la obra de una escritora en este caso, aunque hoy sucede en cualquier ámbito de la crítica posible.
No está tomando partido contra Fuertes ni contra nadie; está posicionándose a favor de la inteligencia y de la independencia de criterio de los intelectuales frente a la consigna, frente al pensamiento débil, frente al nauseabundo calor de la manada. Ese es el debate y no otro; y en eso, Marías tiene más razón que un santo.
Y argumentar si Marías tiene o no tiene derecho a opinar (¡hola!), si es un pedante o un pésimo novelista, si Gloria Fuertes enseñó a muchos niños a leer (cosa que habría que demostrar, porque a mí me parece una afirmación más hagiográfica que científica) o, incluso, afirmar con condescendencia que el pobre hace estas cosas para llamar la atención... ¡o que es machista...!
En fin, todo esto es forofismo, tuiterismo, intolerable atrevimiento, da la razón al articulista y en muchos casos demuestra menos comprensión lectora que la que requieren los chascarrillos rimados, más o menos ingeniosos, de doña Gloria; que en gloria esté. El Español.
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