Parece evidente que hace tiempo que ETA dejó de interesarse por las ideologías. Su inercia es la de las mafias: ¿de qué vivirían los terroristas sin el poder que da el gatillo, sin el dinero fácil de la extorsión? Si admitimos que se trata de una banda de delincuentes comunes, no debemos esperar otra cosa que su acabamiento a manos de la justicia y resulta imprescindible, por tanto, arrinconarlos. Y si estamos convencidos de que algún día venceremos, toda concesión hoy habrá sido un regalo innecesario.
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