Con el loable propósito de eliminar la discriminación en el lenguaje, el Institut Balear de la Dona publicó en 2001 un cuaderno que llega ahora a mis manos y me llena de estupor. Se titula el folleto Llenguatge no sexista, y en él algún funcionario sin formación ni supervisión confunde el culo con las témporas.
Cuando se recomienda no decir “advocat”, sino “advocada”, no se violenta ningún principio de la lengua. Bien al contrario, tanto el catalán como el castellano tienen recursos naturales para evolucionar en un sentido no sexista, y uno de ellos es la flexibilidad de los sufijos de que el latín los proveyó. No sucede lo mismo cuando se nos propone sustituir “Tots els seleccionats” por “Tothom que hagi estat seleccionat”. En el lenguaje oral, la economía de recursos suele hacernos evitar las perífrasis innecesarias en favor de expresiones más breves y operativas. Además, “los seleccionados” no tiene marca de género y los hablantes ya conocen que el masculino plural sirve para designar elementos de sexo masculino y femenino conjuntamente; igual que no precisamos sustituir “los padres” por “el padre y la madre”, ni “els candidats” por (¡asómbrense!) “les persones que presentin la seva candidatura”. Por último, si pretendiésemos evitar todo vestigio varonil cuando aludimos a ambos sexos, tampoco podríamos usar “tothom”, que en su raíz incluye de forma evidentísima al hombre y no a la mujer.
Una consideración superficial –no científica– de la lengua empuja a algunos a invertir caudales públicos en majaderías, por lo demás de imposible cumplimiento. Es deseable no aplicar la demagogia al lenguaje y reconocer que discriminatorio no es llamar a la señora de la limpieza “señora de la limpieza”, sino menospreciar su oficio o su persona por el hecho de serlo. También sería deseable que quienes pretenden darnos lecciones previamente estudiasen un poco. Última Hora.
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