08 junio 2010

Carta a un amigo sobre los judíos nazis

Querido L***,

Gracias por tu mensaje. No comparto sus fines, pero me alegra en todo caso que haya servido de motivo para retomar fugazmente el contacto contigo y con tantos amigos zamoranos.

Cuando digo que no comparto sus fines no estoy hablando del conflicto palestino. Yo, como te supongo a ti, y como creo debe ser cualquier persona respetuosa con los derechos y libertades fundamentales, soy un antisionista convencido que -ingenuo de mí- sólo aprobaría el establecimiento de un estado indivisible, laico y de derecho en Palestina, donde judíos, musulmanes y cristianos conviviesen con independencia de sus religiones. Y por supuesto no hace falta powerpoint alguno para convencerme de la inmensa tristeza que hay tras las imágenes terribles que nos llegan. Sobre el conflicto palestino habría mucho que discutir; por ejemplo, sobre por qué los israelíes mantienen un cerco como el que mantienen en Gaza y no en Cisjordania.

En cualquier caso, esas imágenes que me envías significan lo que significan y no más de lo que significan. Creo que no hacemos ningún favor a quienes desean y necesitan un debate razonable y un contexto razonable para ese debate difundiendo un powerpoint que empareja fotos sepia de los años treinta y cuarenta alemanes con fotos a color de la Gaza del siglo XXI. Fotos todas ellas que denotan una violencia inhumana y condenable, por cuanto se ejerce sobre civiles indefensos. Pero hay un elemento clave que convierte en mentirosa la comparación explícita que hacéis del genocidio judío con la ocupación israelí de Gaza y Cisjordania: mientras que el exterminio de los hebreos alemanes fue un fin en sí mismo, llevado a cabo en el seno de un régimen totalitario a través de acciones minuciosamente planificadas e inspiradas por una ideología racista, la represión que el Estado de Israel impone en Gaza no tiene como finalidad el exterminio de los palestinos, sino la derrota de milicias terroristas como Hamás; ni se basa en la exaltación del odio racial, sino en una estrategia estrictamente defensiva (no es momento éste de valorar qué entiende el Estado de Israel por defensa propia, ni qué entiende cada sector de la sociedad israelí); ni el estado que reprime a los palestinos es una dictadura, sino la única democracia de Oriente Medio, una democracia donde, por cierto, todos los días hay manifestaciones contra el bloqueo de Gaza y contra el Gobierno de Netanyahu y no pasa nada, una democracia donde los musulmanes pueden ir a la Universidad, beneficiarse de la sanidad pública, ser diputados del Parlamento... El emparejamiento de fotografías en blanco y negro y en color es sumamente eficaz desde el punto de vista de la propaganda, pero es absolutamente falaz y en nada ayudará a solucionar el conflicto. Antes bien estoy convencido de que envenenará a los menos informados, que llegarán a la conclusión de que efectivamente los israelíes de hoy se comportan igual que los alemanes de 1939. Si ése era el objetivo de la difusión de esas fotografías emparejadas (arrastrar a los espíritus menos críticos por la vía más irreflexiva), que los autores del montaje reciban mi entristecida enhorabuena.

Hay otro elemento que me molesta sobremanera en la campaña antiisraelí. De acuerdo con los documentos que he leído o contemplado, la secuencia es la que sigue: unos islamistas intentan romper el bloqueo naval de Gaza; puesto que han declarado intenciones humanitarias, se les ofrece una vía (el puerto de Ashdod y un cruce terrestre) para entregar los alimentos y demás ayuda humanitaria de forma que ambas partes puedan certificarlo, pero se niegan, porque en privado, además de cantar a coro el exterminio de los judíos, han manifestado su deseo de romper el bloqueo o morir mártires y marchar derechos al paraíso de las huríes; soldados israelíes desarmados abordan los barcos (en derecho internacional, es discutible que Israel no tenga derecho a hacerlo y varios internacionalistas ya se han posicionado en favor del abordaje) y los radicales los apalean y acuchillan hasta que los soldados desenfundan y se defienden, matando a varios de ellos; acto seguido se desencadena una campaña internacional contra Israel en cuyo contexto la izquierda española es especialmente combativa.

Y yo me pregunto: ¿dónde estaba la izquierda española hace unas semanas, cuando terroristas maoístas asesinaron a unas 150 personas en un tren de la India? ¿Por qué no hubo manifestaciones? Me pregunto más: ¿cuándo se ha manifestado la izquierda española tras alguna de las numerosas ejecuciones de adúlteras, homosexuales, cristianos o demócratas en Irán y otros países islámicos? También: ¿por qué la izquierda española -esa misma que apoyó la cruzada del juez Garzón contra un dictador muerto hace treinta y cinco años- no se ha manifestado jamás contra la más que probada, cotidiana y vigente represión del régimen castrista contra las libertades y derechos más elementales de los cubanos?

Las preguntas son retóricas, porque creo tener la respuesta. El motivo es que la izquierda española, exactamente igual que la derecha española y salvo honrosas excepciones -que las hay-, es sumamente sectaria y prefiere aferrarse a sus prejuicios y mitologías antes que enfrentarse con una realidad que haría cuartear sus más profundas convicciones. Y así nos luce el pelo. Manipulaciones sectarias como el powerpoint que me adjuntas no sirven para nada positivo. Los matices, en los que el conflicto árabe-israelí es abundantísimo, son necesarios para el entendimiento, y equiparar a una de las partes enfrentadas con el régimen nazi es lo menos matizado que se me ocurre.

La prueba de que los israelíes no son monstruos hambrientos de muerte es que ayer el Rachel Corrie fue abordado sin derramamiento alguno de sangre, ya que, al contrario que en el Mavi Marmara, a bordo no viajaban unos radicales bien organizados para provocar el enfrentamiento. Sin duda, a los israelíes no les va a temblar la mano a la hora de defender sus intereses, y matarán siempre que entiendan que con ello garantizan su defensa; y sin duda habrá que demandarles responsabilidad por cada crimen y cada abuso que cometan. Pero comparar el genocidio nazi con la lucha de Israel contra Hamás es, francamente, faltar a la verdad o ignorarla. El Estado de Israel tendrá o no tendrá razón en sus posiciones, pero en ningún caso es comparable con las hordas feudales de Hamás ni, por descontado, con la Alemania de Hitler. Compararlos es mentir y privará de cualquier razón a quien lo haga. Insisto: jamás he entendido que la izquierda española (tan laica, tan defensora de los derechos de las minorías) sea tan sensible con la violencia colateral (si me permites la desprestigiada expresión) que los israelíes ejercen en Palestina y, en cambio, se muestre tan tolerante y respetuosa con culturas que de manera no colateral, sino legal y ejemplarizante, sellan el ano de los homosexuales, lapidan a las mujeres por desobedecer al hermano que las vende y las consideran impuras por menstruar; una izquierda tan crítica con los muros de Gaza y, sin embargo, tan inclinada a alianzas de civilizaciones con infames tiranos medievales en cuyos países no es que los cristianos o los judíos no puedan ir a la Universidad o al Parlamento, no; es que no existen porque sus cultos están prohibidos, y o han sido asesinados o han tenido que huir. ¿Qué extraño fetichismo le satisface el islamismo a la izquierda española, que a diario le perdona cien veces más violencia que toda la que no puede perdonar a Israel? ¿Es el marchamo de antioccidental lo que lo prestigia a sus ojos? ¿Es que un discurso tan tontorrón, tan sumamente desprovisto de matices y, por tanto, tan alicorto y tan dañino debe recibir alguna atención por nuestra parte? Yo creo que no, así que procuraré seguir siendo antisionista, pero no antijudío, y antiislamista pero no antimusulmán; que luego pasa lo que pasa y seguirá pasando, como poco, varias décadas.

En fin, L***, lo dicho: un placer recibir noticias tuyas aunque discrepemos. Un abrazo a ti y a todos. Periodista Digital. El Faro Balear.