En mi artículo de la semana pasada incidía sobre la necesidad de una reforma electoral nacional y otras tantas autonómicas que tiendan, por un lado, a sustituir el modelo de circunscripción provincial por otro autonómico o nacional y, por otro, a desbloquear las listas y permitir que los ciudadanos tengan algo que decir acerca de los candidatos nombrados a dedo por los partidos. Que la reforma electoral es ya parte del debate público y un avance democrático imparable lo demuestran los intentos de los distintos gobiernos autonómicos del PP y del PSOE por impedirla.
En Asturias, UPyD renunció a las consejerías que le ofrecía otra fuerza política y a manejar presupuestos porque pretendía hacer política y no intercambio de cromos. Por eso pactó apoyar al PSOE sin consejerías de por medio, a cambio nada más y nada menos que de medidas políticas de calado, entre ellas una reforma electoral que mejorase la proporcionalidad, es decir, la adecuación de la composición del parlamento asturiano al voto real de la gente de la manera más proporcional posible. El PSOE, con el fin de sumar ejercicios en el poder, engañó a UPyD pactando, redactando y demorando una reforma que, a la hora de la verdad, ha rechazado en el primer trámite parlamentario porque, dice, prefiere que una reforma tan importante cuente con el apoyo del PP. Traducido al román paladino, esto significa que PP y PSOE están de acuerdo en que las cosas no cambien y, por lo tanto, el parlamento asturiano siga sin reflejar fielmente la composición política del electorado del Principado, sino la que mejor les conviene a ambos: la tergiversada por nuestro sistema electoral caduco. No hay ni que decir que la ruptura de sus compromisos por parte del PSOE ha significado el cese inmediato del apoyo parlamentario de UPyD.
En Andalucía gobiernan PSOE e IU mediante un pacto por el que IU recibía determinadas consejerías y colocaba a cierto número de sus militantes y, a cambio, como han demostrado los hechos, se olvidaría de una de las propuestas estrellas del programa que les había llevado a ser claves para el gobierno andaluz. Sí, lo han adivinado: se trata de la reforma electoral. La circunscripción única y las listas abiertas, que permitirían un mejor reflejo de la pluralidad política andaluza y un mayor control de los políticos por parte de sus representados, son medidas por las que el bipartidismo no está dispuesto a pasar. De nuevo ha tenido que ser UPyD, que ni siquiera está representada en el Parlamento debido a un sistema electoral que resta escaños a los más pequeños, el partido que por medio de una iniciativa legislativa popular lleve a la cámara andaluza el debate de la reforma electoral. ¿Qué se apuestan a que, cuando por fin se defienda en la tribuna de los oradores, PP, PSOE e IU votarán en contra?
En Castilla-La Mancha es peor: la reforma legal y estatutaria presentada por el PP so pretexto de ahorrar dinero es un atentado contra la democracia en toda la regla. Según el PP, es bueno para los ciudadanos reducir a la mitad el número de diputados castellano-manchegos (y baleares, si atendemos a algunas manifestaciones del presidente Bauzá) y eliminar sus retribuciones fijas. Aprovechando demagógicamente el desprestigio de la política y de su a menudo injusta remuneración, el PP se carga la única parte del entramado político que merece la pena conservar: el parlamentario. La demagogia consiste en ocultar que si se eliminan los sueldos de los parlamentarios, estos saldrán exclusivamente de quienes tengan fortuna o rentas personales para poder dedicarse a la política o bien de quienes pertenezcan a un partido que premie su dedicación mediante sueldos en B, o dietas no sometidas al control que sí se exige para las nóminas, o bien prebendas a dedo que los someterán definitivamente a obediencia a la cúpula partidaria, que les harán olvidarse de la lealtad debida al elector y que, además, contradicen el presunto espíritu ahorrador de la medida. Por otro lado, rebajar el número de diputados si vamos hacia la circunscripción autonómica única puede estar muy bien; pero si se hace manteniendo el distrito electoral provincial es sencillamente poner una barrera imposible para el acceso a la cámara de los partidos pequeños, que necesitarán un 15% de los votos para alcanzar el diputado, y, por lo tanto, disminuir aún más el carácter representativo del parlamento, convirtiéndolo en una cámara de aplausos al gobierno en vez de una verdadera cámara deliberativa y legislativa. Cuando el PP se pone a hacer reformas políticas, queda claro que no va a ser para recortar en asesores, sino para recortar en diputados, es decir, en representación del ciudadanos y, por lo tanto, en democracia.
Como decía en las primeras líneas, si el PP y el PSOE están de acuerdo en oponerse a cualquier reforma electoral en favor del distrito único y de las listas abiertas, con la colaboración necesaria de IU cuando toca, no nos puede caber ninguna duda de que se trata de una medida de regeneración democrática impostergable. Tenemos la convicción y ya tenemos las pruebas; ahora solo nos hace falta la presencia en las instituciones para acabar de una vez por todas con esta connivencia del bipartidismo contra el control de la política por los ciudadanos. mallorcadiario.com.
25 noviembre 2013
18 noviembre 2013
Reforma electoral
Hoy oímos a menudo hablar de reforma
electoral. Nuestro régimen electoral es una de esas graves disfunciones que
menoscaban clamorosamente la representación popular y, por tanto, la
democracia, y que, sin embargo, nadie puso sobre la mesa hasta que nació UPyD
hace seis años y comenzó su tarea de vestir al emperador. LA LOREG es una ley
preconstitucional que, por un lado, vincula a los representantes elegidos por
el pueblo con las cúpulas de los partidos y no con sus representados; y, por
otro, tergiversa sistemáticamente el sentido del voto colectivo y favorece a
los partidos más grandes e, indirectamente, a aquellos que, sin serlo,
presenten candidaturas solo en partes pequeñas del territorio nacional: los
partidos nacionalistas y regionalistas.
A escala regional sucede exactamente lo mismo. Por ello UPyD ha defendido en varias comunidades autónomas la reforma de la correspondiente ley electoral, puesto que todas suelen adolecer de los mismos defectos. En el País Vasco el diputado Gorka Maneiro pidió infructuosamente la circunscripción única, pese a que el actual sistema electoral vasco favorece la presencia de UPyD en aquel parlamento. En Asturias, UPyD apoyó un gobierno del PSOE con varias condiciones, entre ellas una reforma electoral que, después de marear mucho la perdiz y estafar tanto a UPyD como a la opinión pública, que es mayoritariamente favorable a tal reforma, el PSOE ha acordado con el PP no tramitarla. En varias regiones en cuyos parlamentos regionales aún no estamos representados hemos presentado iniciativas diversas en el mismo sentido. En estos momentos, en Andalucía se están recogiendo con gran éxito firmas para la tramitación de una iniciativa legislativa popular que registró UPyD con el fin de defender en el Parlamento un proyecto de reforma electoral; medida que, por cierto, Izquierda Unida también llevaba en su programa para las andaluzas pero que olvidó en cuanto sus votos fueron necesarios para que gobernase el PSOE y se le ofrecieron las consabidas consejerías a cambio de amnesia; una medida por tanto que, pese a contar con una gran simpatía entre los andaluces, no cuenta con un solo defensor en su parlamento.
En Baleares sufrimos también un régimen electoral injusto. Y, pese a que se ha hablado en el pasado y fugazmente de reforma electoral por parte de algún partido, la bajada del listón electoral del 5% al 3% nos parece necesaria pero muy insuficiente. Para nosotros, la clave está en las circunscripciones insulares y en las listas cerradas: ambas características del sistema hacen depender la representación de los ciudadanos de las Islas directa y férreamente de las cúpulas del PP y del PSOE. Nosotros creemos que no es justo que, como sucede hasta hoy, el voto de un formenterés o de un menorquín valga entre cuatro y cinco veces más que el de un mallorquín; o que, teniendo más población, Ibiza tenga menos diputados en el Parlament que Menorca. Aunque no sea popular decirlo en determinados contextos, pensamos que nada justifica que Menorca e Ibiza estén sobrerrepresentadas en un parlamento balear que ha de constituir la representación de todos y cada uno de los ciudadanos de las Islas en absoluta igualdad, y que por lo tanto debería formar nuestra voluntad política colectiva mediante el reflejo aritméticamente proporcional de esa suma, ya que no hablamos de taifas sino de ciudadanos. También estamos convencidos de que las listas cerradas y bloqueadas solo favorecen perversamente a la partitocracia, ya que quien desee ir en listas en un puesto de los que llevan premio tratará por todos los medios de contentar a quienes confeccionan esas listas (las cúpulas de los partidos) y olvidará por completo a los ciudadanos a los que ha de representar, las promesas que hizo y los compromisos que adquirió con ellos. Por ello UPyD ha propuesto y seguirá promoviendo la reforma de la ley electoral de Baleares y del Estatuto de Autonomía con el fin de que los ciudadanos tengamos margen de elección entre candidatos mediante listas desbloqueadas y para que la circunscripción electoral pase a ser única para todo el archipiélago.
UPyD Baleares se planteó pronto la posibilidad de registrar una iniciativa similar a la de nuestros compañeros andaluces, pero hete aquí que en Baleares la iniciativa legislativa popular tiene vedada explícitamente la reforma de la ley electoral. De manera que en este blindado terreno es imposible que los ciudadanos puedan participar al margen de los partidos, y ya es sabido, porque la experiencia asturiana nos lo demuestra, que mientras dependa del PP y del PSOE esa reforma no se llevará nunca a cabo en un parlamento, porque ellos son los principales beneficiarios de la desigualdad que la ley consagra. Resulta a todas luces evidente que para que esta reforma y otras de verdadero significado democrático y de calado social lleguen de la calle a los parlamentos será necesario que entre en ellos aire fresco de la mano de partidos nuevos que repudien la actual partitocracia. Y en eso estamos. mallorcadiario.com. El Mundo-El Día de Baleares.
A escala regional sucede exactamente lo mismo. Por ello UPyD ha defendido en varias comunidades autónomas la reforma de la correspondiente ley electoral, puesto que todas suelen adolecer de los mismos defectos. En el País Vasco el diputado Gorka Maneiro pidió infructuosamente la circunscripción única, pese a que el actual sistema electoral vasco favorece la presencia de UPyD en aquel parlamento. En Asturias, UPyD apoyó un gobierno del PSOE con varias condiciones, entre ellas una reforma electoral que, después de marear mucho la perdiz y estafar tanto a UPyD como a la opinión pública, que es mayoritariamente favorable a tal reforma, el PSOE ha acordado con el PP no tramitarla. En varias regiones en cuyos parlamentos regionales aún no estamos representados hemos presentado iniciativas diversas en el mismo sentido. En estos momentos, en Andalucía se están recogiendo con gran éxito firmas para la tramitación de una iniciativa legislativa popular que registró UPyD con el fin de defender en el Parlamento un proyecto de reforma electoral; medida que, por cierto, Izquierda Unida también llevaba en su programa para las andaluzas pero que olvidó en cuanto sus votos fueron necesarios para que gobernase el PSOE y se le ofrecieron las consabidas consejerías a cambio de amnesia; una medida por tanto que, pese a contar con una gran simpatía entre los andaluces, no cuenta con un solo defensor en su parlamento.
En Baleares sufrimos también un régimen electoral injusto. Y, pese a que se ha hablado en el pasado y fugazmente de reforma electoral por parte de algún partido, la bajada del listón electoral del 5% al 3% nos parece necesaria pero muy insuficiente. Para nosotros, la clave está en las circunscripciones insulares y en las listas cerradas: ambas características del sistema hacen depender la representación de los ciudadanos de las Islas directa y férreamente de las cúpulas del PP y del PSOE. Nosotros creemos que no es justo que, como sucede hasta hoy, el voto de un formenterés o de un menorquín valga entre cuatro y cinco veces más que el de un mallorquín; o que, teniendo más población, Ibiza tenga menos diputados en el Parlament que Menorca. Aunque no sea popular decirlo en determinados contextos, pensamos que nada justifica que Menorca e Ibiza estén sobrerrepresentadas en un parlamento balear que ha de constituir la representación de todos y cada uno de los ciudadanos de las Islas en absoluta igualdad, y que por lo tanto debería formar nuestra voluntad política colectiva mediante el reflejo aritméticamente proporcional de esa suma, ya que no hablamos de taifas sino de ciudadanos. También estamos convencidos de que las listas cerradas y bloqueadas solo favorecen perversamente a la partitocracia, ya que quien desee ir en listas en un puesto de los que llevan premio tratará por todos los medios de contentar a quienes confeccionan esas listas (las cúpulas de los partidos) y olvidará por completo a los ciudadanos a los que ha de representar, las promesas que hizo y los compromisos que adquirió con ellos. Por ello UPyD ha propuesto y seguirá promoviendo la reforma de la ley electoral de Baleares y del Estatuto de Autonomía con el fin de que los ciudadanos tengamos margen de elección entre candidatos mediante listas desbloqueadas y para que la circunscripción electoral pase a ser única para todo el archipiélago.
UPyD Baleares se planteó pronto la posibilidad de registrar una iniciativa similar a la de nuestros compañeros andaluces, pero hete aquí que en Baleares la iniciativa legislativa popular tiene vedada explícitamente la reforma de la ley electoral. De manera que en este blindado terreno es imposible que los ciudadanos puedan participar al margen de los partidos, y ya es sabido, porque la experiencia asturiana nos lo demuestra, que mientras dependa del PP y del PSOE esa reforma no se llevará nunca a cabo en un parlamento, porque ellos son los principales beneficiarios de la desigualdad que la ley consagra. Resulta a todas luces evidente que para que esta reforma y otras de verdadero significado democrático y de calado social lleguen de la calle a los parlamentos será necesario que entre en ellos aire fresco de la mano de partidos nuevos que repudien la actual partitocracia. Y en eso estamos. mallorcadiario.com. El Mundo-El Día de Baleares.
11 noviembre 2013
"Lest we forget"
La primera vez que escuché la expresión Remembrance Day fue de adolescente, en la letra de "Sand in your shoes", una de las canciones de aquel álbum genial de 1976 titulado Year of the Cat, considerado la obra maestra de Al Stewart. "On Remembrance Day/ the bands all played,/ the bells pealed through the park", cantaba el escocés, y uno se imaginaba una fiesta cívica multicolor. La cosa es así, pero no tanto.
Porque es cívica y es multicolor, pero jamás la llamaría fiesta. Los británicos recuerdan cada 11 de noviembre a sus caídos: los soldados muertos en las dos guerras mundiales y, por extensión, en cada una de las guerras en las que han participado sus ejércitos, que han sido muchas. En realidad, el día 11 solo culmina lo que han sido tal vez dos semanas de actos y homenajes personales y colectivos. Desde hace muchos días, cada noche vemos fuegos artificiales sobre diversos puntos de la ciudad; y es muy frecuente ver en las solapas de los habitantes de Brighton una pequeña amapola de papel que es homenaje a los caídos y que se vende a cambio de la voluntad en colegios, hospitales, oficinas y mil y un lugares. Mis hijos se acercaron anteayer a uno de los voluntarios que las ofrecía a las puertas de un gran supermercado de las afueras de la ciudad, atraídos por su vistosa boina emplumada y por las condecoraciones de su pechera. El viejo militar les habló de lugares distantes -Egipto, Corea- en los que había combatido hacía 60 años. La campaña Poppy Appeal sirve para recaudar fondos para The Royal British Legion, una ONG que se ocupa de los combatientes, de los veteranos y de las familias de los héroes muertos y que participa activamente en los actos que los conmemoran. En ella colaboran británicos de todas las edades, razas, orientaciones políticas y religiones.
La señora Dunkerton, que es una mujer francamente especial, era la más indicada para explicarnos el significado del Remembrance Day y así lo hizo hará cuatro o cinco días. Para ella, la amapola que nace supuestamente de la tierra bañada por la sangre bermeja de los cadáveres debe recordarnos que estamos en deuda con quienes dieron su vida por defendernos, pero también, sin duda, que las guerras son en sí algo odioso que no se debería repetir jamás. Por ello, me parece a mí, se trata de una celebración íntimamente patriótica, pero carente de euforia.
Quiero entender esta celebración, que no fiesta, como una extensión de ese espíritu asociativo que tanto admiro en el pueblo británico: más que exaltación patriótica, se trata de un acto de reafirmación de los valores comunitarios. Ayer, Remembrance Sunday o domingo anterior a la fecha, lo he podido comprobar en el desfile y los servicios religiosos que, como en Londres y en todas y cada una de las localidades del Reino Unido a distintas escalas, tuvieron lugar en Lewes. En ellos participaron veteranos de todas las guerras y cuerpos armados, cadetes, miembros de cuerpos de servicios oficiales y no oficiales (policía, bomberos, scouts), representantes de la judicatura, del condado, del ayuntamiento, de las diversas iglesias, de charities varias... Niños, jóvenes, adultos y veteranos participaban en un acto que era de serena reafirmación colectiva, no basada en rasgos de identidad inamovibles ni en enemigos identificables, sino más bien en la colaboración entre los miembros de una sociedad civil viva y rica en asociaciones solidarias, clubes deportivos y de ocio, sociedades científicas o comunidades de culto, que en este caso se reúnen para agradecer a sus caídos las libertades que ellos contribuyeron a preservar. En estos actos se pone de manifiesto el estrecho vínculo que en este sabio país se da entre los mundos civil y militar. Esa falta de solución de continuidad, palpable en la indumentaria de los veteranos de guerra, es uno de los factores de la cohesión institucional británica: lo militar no es un cuerpo extraño en el tejido social, sino un estamento más en el que las virtudes ciudadanas se aprecian como en el que más.
Cuando en la Calle Mayor de Lewes se tocó silencio y los gastadores rindieron sus estandartes ante el cenotafio local y las coronas depositadas a sus pies, durante dos minutos no se oyó el volar de una mosca. Un hombre de mediana edad en evidente estado de embriaguez se cuadró, dejó que la botella que empuñaba reposara discretamente junto al cuerpo y llevó la derecha a la sien en apretado y marcial saludo; me dio la sensación de que solo a duras penas mantenía la posición de firmes, pero también la de que se hubiera dejado aspar antes que renunciar a presentar sus respetos.
Hoy, día 11, se cumple oficialmente el aniversario del armisticio de 1918 y por ello en toda la Commonwealth se recuerda a los muertos en acción de guerra con dos últimos minutos de silencio a las once de la mañana. Recordar a las víctimas de nuestros enemigos ("Lest we forget") no es expresar odio hacia los otros; es, más bien, celebrar los valores positivos que nos acompañan más allá de la desaparición de los individuos; es asegurar que los miembros de esta sociedad se apoyan cuando lo necesitan y que las familias de los que dieron su vida por ella seguirán sintiendo ese apoyo, porque esas víctimas no sufrirán ni el olvido ni la ingratitud. El recuerdo de los caídos está asociado a las libertades en las que creyeron. Y el respeto a los valores cívicos comunes y a las formas sin estridencias que los vehiculan hacen del británico un pueblo privilegiado: pasarán los siglos y esas formas seguirán dando testimonio de un pueblo tolerante y cohesionado como pocos. mallorcadiario.com.
Porque es cívica y es multicolor, pero jamás la llamaría fiesta. Los británicos recuerdan cada 11 de noviembre a sus caídos: los soldados muertos en las dos guerras mundiales y, por extensión, en cada una de las guerras en las que han participado sus ejércitos, que han sido muchas. En realidad, el día 11 solo culmina lo que han sido tal vez dos semanas de actos y homenajes personales y colectivos. Desde hace muchos días, cada noche vemos fuegos artificiales sobre diversos puntos de la ciudad; y es muy frecuente ver en las solapas de los habitantes de Brighton una pequeña amapola de papel que es homenaje a los caídos y que se vende a cambio de la voluntad en colegios, hospitales, oficinas y mil y un lugares. Mis hijos se acercaron anteayer a uno de los voluntarios que las ofrecía a las puertas de un gran supermercado de las afueras de la ciudad, atraídos por su vistosa boina emplumada y por las condecoraciones de su pechera. El viejo militar les habló de lugares distantes -Egipto, Corea- en los que había combatido hacía 60 años. La campaña Poppy Appeal sirve para recaudar fondos para The Royal British Legion, una ONG que se ocupa de los combatientes, de los veteranos y de las familias de los héroes muertos y que participa activamente en los actos que los conmemoran. En ella colaboran británicos de todas las edades, razas, orientaciones políticas y religiones.
La señora Dunkerton, que es una mujer francamente especial, era la más indicada para explicarnos el significado del Remembrance Day y así lo hizo hará cuatro o cinco días. Para ella, la amapola que nace supuestamente de la tierra bañada por la sangre bermeja de los cadáveres debe recordarnos que estamos en deuda con quienes dieron su vida por defendernos, pero también, sin duda, que las guerras son en sí algo odioso que no se debería repetir jamás. Por ello, me parece a mí, se trata de una celebración íntimamente patriótica, pero carente de euforia.
Quiero entender esta celebración, que no fiesta, como una extensión de ese espíritu asociativo que tanto admiro en el pueblo británico: más que exaltación patriótica, se trata de un acto de reafirmación de los valores comunitarios. Ayer, Remembrance Sunday o domingo anterior a la fecha, lo he podido comprobar en el desfile y los servicios religiosos que, como en Londres y en todas y cada una de las localidades del Reino Unido a distintas escalas, tuvieron lugar en Lewes. En ellos participaron veteranos de todas las guerras y cuerpos armados, cadetes, miembros de cuerpos de servicios oficiales y no oficiales (policía, bomberos, scouts), representantes de la judicatura, del condado, del ayuntamiento, de las diversas iglesias, de charities varias... Niños, jóvenes, adultos y veteranos participaban en un acto que era de serena reafirmación colectiva, no basada en rasgos de identidad inamovibles ni en enemigos identificables, sino más bien en la colaboración entre los miembros de una sociedad civil viva y rica en asociaciones solidarias, clubes deportivos y de ocio, sociedades científicas o comunidades de culto, que en este caso se reúnen para agradecer a sus caídos las libertades que ellos contribuyeron a preservar. En estos actos se pone de manifiesto el estrecho vínculo que en este sabio país se da entre los mundos civil y militar. Esa falta de solución de continuidad, palpable en la indumentaria de los veteranos de guerra, es uno de los factores de la cohesión institucional británica: lo militar no es un cuerpo extraño en el tejido social, sino un estamento más en el que las virtudes ciudadanas se aprecian como en el que más.
Cuando en la Calle Mayor de Lewes se tocó silencio y los gastadores rindieron sus estandartes ante el cenotafio local y las coronas depositadas a sus pies, durante dos minutos no se oyó el volar de una mosca. Un hombre de mediana edad en evidente estado de embriaguez se cuadró, dejó que la botella que empuñaba reposara discretamente junto al cuerpo y llevó la derecha a la sien en apretado y marcial saludo; me dio la sensación de que solo a duras penas mantenía la posición de firmes, pero también la de que se hubiera dejado aspar antes que renunciar a presentar sus respetos.
Hoy, día 11, se cumple oficialmente el aniversario del armisticio de 1918 y por ello en toda la Commonwealth se recuerda a los muertos en acción de guerra con dos últimos minutos de silencio a las once de la mañana. Recordar a las víctimas de nuestros enemigos ("Lest we forget") no es expresar odio hacia los otros; es, más bien, celebrar los valores positivos que nos acompañan más allá de la desaparición de los individuos; es asegurar que los miembros de esta sociedad se apoyan cuando lo necesitan y que las familias de los que dieron su vida por ella seguirán sintiendo ese apoyo, porque esas víctimas no sufrirán ni el olvido ni la ingratitud. El recuerdo de los caídos está asociado a las libertades en las que creyeron. Y el respeto a los valores cívicos comunes y a las formas sin estridencias que los vehiculan hacen del británico un pueblo privilegiado: pasarán los siglos y esas formas seguirán dando testimonio de un pueblo tolerante y cohesionado como pocos. mallorcadiario.com.
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