12 julio 2005

Bodas, sin adjetivo

Cuando la alegría por la ley justa se diluya en la rutina y el primer alboroto se reduzca a un ritmo menos artificial, dejará de haber bodas hetero y bodas homo y todos seremos más personas. Probablemente las plumas y los tacones languidecerán y a nadie llamará la atención que en el restaurante, en la mesa de al lado, dos chicas se cojan de la mano y se miren a los ojos. Entre tanto, y dado que padecemos tantos folclores excesivos, suframos éste como signo de la deseable igualdad. Última Hora.

No hay comentarios: