31 mayo 2005

Humanidades, ¿para qué?

Ya que hablamos de ello, hoy me ahorro pensar. Me limito a citar el último libro de José Antonio Marina, La inteligencia fracasada. Cuando comenta los fenómenos que permiten hablar de fracaso de la “inteligencia social” o comunitaria en el contexto de las sociedades modernas (las que dicen defender los derechos individuales), Marina afirma: “Sociedades estúpidas son aquellas en que las creencias vigentes, los modos de resolver conflictos, los sistemas de evaluación y los modos de vida disminuyen las posibilidades de las inteligencias privadas”. Pues eso. Última Hora.

25 mayo 2005

Crudo

Ni los civiles afganos e iraquíes ni los militares negros y chicanos que mueren cada día significan nada para quienes deciden las invasiones. Sólo, tal vez, estadísticas al servicio de la rentabilidad política. En Irak nadie defendió la justicia. Unos, podridos de corrupción, quisieron perpetuar un régimen tiránico que los beneficiaba. Otros, hambrientos de dinero, ansiaban extender sus tentáculos –léase oleoductos– sobre los enormes yacimientos de Oriente Medio. En medio, los muertos. En este escenario, ¿qué solución cabe sino la fe, la autoinmolación, la tortura, la aniquilación del enemigo? Última Hora.

20 mayo 2005

No sirvió de nada

Si analizamos la segunda mitad del siglo XX, concluiremos que no fue más pródiga en guerras sólo por temor a la definitiva. Y, sin embargo, entonces creíamos que, justas o enloquecidas, existían causas ideológicas. Caído el muro, las cosas vuelven a estar claras: las guerras las determina el afán de lucro. Ni siquiera la búsqueda de una prosperidad común; sólo la de unos pocos indeseables –júzguense las implicaciones empresariales en Afganistán o Irak–. Somos lo que siempre fuimos: carnaza para tiburones. Pero no como en 1939; como en 1914. Última Hora.

08 mayo 2005

Todo es relativo

Cuando interpretamos la disminución de los escaños laboristas en las pasadas elecciones como un “castigo relativo”, explicable por la participación del Reino Unido en la invasión de Irak, olvidamos que se trata de una segunda reelección. Obtener un tercer mandato siempre es un triunfo, pese al desgaste. Lo notoriamente relativo es el aprecio que la mayoría de los británicos demuestra hacia los derechos humanos y la ley internacional, enfrentados a la actuación del gobierno Blair –mentiras incluidas– en su última e innoble aventura imperial. Nada nuevo, desde luego. Última Hora.