Estimada señora Sánchez Caballero:
Gracias por su amable contestación.
Según ella, los directores de TVE y de sus Servicios Informativos son los responsables de la programación de Tengo una pregunta para usted, y su criterio a la hora de escoger los invitados a ese programa es la adscripción o no a grupo parlamentario propio. Cuando uno cumple los criterios que ha establecido uno mismo se puede decir que uno es coherente, pero también que hace lo que le viene en gana. Eso es exactamente lo que está haciendo TVE: no invita a Rosa Díez a su programa porque no le viene en gana a sus responsables, o a quienes dirigen a sus responsables. Establecer como criterio de inclusión la pertenencia a un grupo parlamentario propio y no, por ejemplo y conociendo como conocen las peculiaridades de nuestro malhadado sistema electoral, el número de votos (en los que UPyD superó hace un año a PNV y ERC) o, mejor aún, la relevancia política, la novedad o la valoración ciudadana de sus líderes, parece indicar que TVE escogió deliberadamente el criterio que le permitía excluir a UPyD de su programa.
UPyD es un fenómeno político inédito en los treinta años de nuestra democracia. Independientemente de que se esté de acuerdo o no con sus postulados, el hecho de que un partido sin recursos económicos ni humanos más allá del voluntariado, que apenas aparece en las televisiones y que tiene menos de seis meses de vida consiga entrar en el Congreso de los Diputados y, un año después, más o menos en las mismas condiciones, en el Parlamento Vasco, parecería merecedor de atención periodística a cualquier profesional libre y desprejuiciado. Supongo que sabe usted que todo el presupuesto de campaña de UPyD para las generales de 2008 (es decir, 600.000 euros aportados exclusivamente por afiliados y simpatizantes) fue inferior al de una sola de las pantomimas que dieron en llamar “debates televisados” entre los candidatos Zapatero y Rajoy; inferior también al del buzoneo de un solo partido en una sola provincia, la de Madrid. Supongo también que conoce las expectativas de UPyD para las europeas, así como el hecho de que en varias encuestas Rosa Díez, pese a la novedad y escasa visibilidad de UPyD, ha aparecido como uno de los líderes políticos más valorados de España; en una ocasión, incluso, como la más valorada, por encima de los señores Rajoy y Zapatero. Creo que estas circunstancias harían a Rosa Díez y a UPyD acreedores a un trato ya no igual, sino preferente en los programas de índole política de una cadena seria de televisión, en un país políticamente serio.
Quiero remitirla al sinfín de artículos de opinión que columnistas de medios periodísticos de toda España (preferentemente digitales, es decir, los más libres) han dedicado a condenar este veto injustificable; a las plataformas creadas en la red a través de diversos blogs o de Facebook, cada vez más numerosas; a las numerosas protestas escritas que ha recibido TVE a través de este medio. Le recuerdo que no estamos pidiendo a los señores Fernández y Llorente, ni a nadie en particular, que voten a Unión Progreso y Democracia; les estamos sugiriendo solamente que, haciendo buen uso de nuestros impuestos, permitan al quinto partido de España en número de votos tener voz en un programa en el que se está dando voz a partidos antinacionales como ERC o PNV. De lo contrario demostrarán que el sectarismo interesado que impregna la política española ha calado también, definitivamente, entre los responsables de TVE. Ruego, por tanto, transmita a los señores directores de TVE y de sus SS. II. mi insatisfacción con sus explicaciones y de nuevo mi exigencia de que dediquen una edición del mencionado programa a Rosa Díez; y a usted, aun agradeciéndole sinceramente su respuesta, le ruego no considere una impertinencia por mi parte que le sugiera se plantee en serio el significado de su cargo y de su oficina, porque hoy nos parece a todos más la defensora de los directivos de TVE que la de sus espectadores. Periodista Digital.
24 abril 2009
09 abril 2009
Cachondo pero inexacto (algunas falacias)
Apreciado Josep:
Si saltea usted su discurso de imprecisiones, es normal que le salgan conclusiones erradas. Me refiero a su comentario a mi anterior post, que con acierto titula usted "Aunque no sea gracioso". Paso a detallar por qué hablo de imprecisiones, y aún me creo benévolo.
1. "Los anticatalán". No sé a quién se referirá usted, pero en la manifestación del 1 de abril yo no vi a nadie que odiase el catalán. Desde luego, le puedo asegurar que no es mi caso. Uso siempre que puedo el catalán, pero no espero recompensa por ello ni me siento mejor ni más integrado; simplemente me gusta, enriquece mi horizonte y pienso seguir haciéndolo por mucho que ustedes se empeñen en hacerme odiar una lengua que me encanta. Más bien somos "los antiimposición". Como ustedes cuando lo que se imponía en la escuela era el español: cómo cambian los tiempos, ¿eh? O las personas.
2. "Lengua propia". Este concepto político, porque lingüístico no es, no responde a nada que exista fuera de la mitología nacionalista, que atribuye personalidad a los territorios y, por tanto, les asigna lenguas propias, alma propia y hasta pecados y virtudes colectivas. A ver si nos enteramos: existen las lenguas maternas, las lenguas oficiales y las lenguas francas. Pero me parece que no se refería a nada de eso... El concepto de propio es excluyente, porque se opone meridianamente a lo impropio o ajeno... Y, en ese sentido, tan propio o tan ajeno es el mallorquín como el español, dependiendo de la persona de la que hablemos. Y desde luego tan oficial; y, lo que más importa, tan digno. Presumir de lengua propia es tan inaceptable como alardear del color de la piel: ni la una ni el otro otorgan la ciudadanía, mientras que usar cualquiera de los dos como seña de identidad es perfectamente arbitrario y conduce a la xenofobia.
3. "Se manifiestan contra el derecho a ser entendido en la lengua propia". Falso. El derecho a ser entendido en las dos lenguas oficiales ya está cubierto, porque todos los médicos de Baleares entienden el mallorquín: no se hagan los interesantes ustedes con su lengua, porque con eso no le hacen ningún favor. Lo que impone el Decreto rechazado por los manifestantes es la obligación de pasar por un requisito académico que no aporta nada al ejercicio de la profesión y que discrimina en el acceso al trabajo a unos españoles (mallorquines o no, catalanohablantes o no) con respecto a otros (los abducidos por el régimen catalanista). Y esto tampoco le hace ningún favor al catalán. Dejen de protegerlo, hombres, que al final se lo van a cargar.
4. "Ganas de enfrentar a la gente". Sí: las del Govern que interviene en un asunto que nadie le pidió que regulara porque a nadie le hacía falta, salvo a los talibanes lingüísticos y a los que pacen en el jugoso chiringuito catalanista.
5. "La tolerancia del Decreto". Por la moratoria, se entiende. Fíjese en que -salvando las distancias- eso mismo podía decir el nazi que libraba de la cámara de gas al judío más hábil en las faenas de la esclavitud: "mira qué tolerantes somos con este judío, que no lo hemos gaseado cuando le tocaba, y qué ingrato es, que no nos lo agradece"... Y ahora me voy a explicar, porque el sectario, por pura falta de costumbre de reflexionar sobre el discurso ajeno, tiende a pensar que lo llaman nazi cuando sólo lo llaman sectario: que no atribuya usted la obligación de respetar precisamente a aquéllos a quienes falta al respeto, hombre.
6. "Clientelismo". Tiene mucha guasa que un partidario del pesebre catalanista hable de clientelismo. ¿A quién vota usted? ¿A UM? ¿Al PSM? ¿Al PSIB? ¿Al PP? ¿Y viene a mi blog a hablar de clientelismo? Podemos hablar de las disparatadas subvenciones a asociaciones separatistas; de los cursos y cursillos varios con su personal, su material y sus matrículas; de las cadenas de televisión que nadie ve pero que hay que doblar al catalán; de las correspondientes productoras; de las empresas de publicidad y sus campañas de propaganda; de las contrataciones a dedo y a mansalva en organismos oficiales; de los periódicos subvencionados al cien por cien porque nadie los compra; del cine infumable; del teatro infumable; de los premios literarios; de los escritores que nunca publicaron una línea en español y se pasan al catalán para poder mamar de las ubres públicas (y no falla, oiga); de las editoriales que sólo se mantienen gracias a la cooperación de las instituciones... todo ello con chorros de dinero fluyendo a tutiplén directamente del bolsillo de los contribuyentes al de estos profesionales del catalán obligatorio. ¿Clientelismo? Perdóneme la expresión, pero usted lo que es es un cachondo. Periodista Digital. Baleares Liberal.
Si saltea usted su discurso de imprecisiones, es normal que le salgan conclusiones erradas. Me refiero a su comentario a mi anterior post, que con acierto titula usted "Aunque no sea gracioso". Paso a detallar por qué hablo de imprecisiones, y aún me creo benévolo.
1. "Los anticatalán". No sé a quién se referirá usted, pero en la manifestación del 1 de abril yo no vi a nadie que odiase el catalán. Desde luego, le puedo asegurar que no es mi caso. Uso siempre que puedo el catalán, pero no espero recompensa por ello ni me siento mejor ni más integrado; simplemente me gusta, enriquece mi horizonte y pienso seguir haciéndolo por mucho que ustedes se empeñen en hacerme odiar una lengua que me encanta. Más bien somos "los antiimposición". Como ustedes cuando lo que se imponía en la escuela era el español: cómo cambian los tiempos, ¿eh? O las personas.
2. "Lengua propia". Este concepto político, porque lingüístico no es, no responde a nada que exista fuera de la mitología nacionalista, que atribuye personalidad a los territorios y, por tanto, les asigna lenguas propias, alma propia y hasta pecados y virtudes colectivas. A ver si nos enteramos: existen las lenguas maternas, las lenguas oficiales y las lenguas francas. Pero me parece que no se refería a nada de eso... El concepto de propio es excluyente, porque se opone meridianamente a lo impropio o ajeno... Y, en ese sentido, tan propio o tan ajeno es el mallorquín como el español, dependiendo de la persona de la que hablemos. Y desde luego tan oficial; y, lo que más importa, tan digno. Presumir de lengua propia es tan inaceptable como alardear del color de la piel: ni la una ni el otro otorgan la ciudadanía, mientras que usar cualquiera de los dos como seña de identidad es perfectamente arbitrario y conduce a la xenofobia.
3. "Se manifiestan contra el derecho a ser entendido en la lengua propia". Falso. El derecho a ser entendido en las dos lenguas oficiales ya está cubierto, porque todos los médicos de Baleares entienden el mallorquín: no se hagan los interesantes ustedes con su lengua, porque con eso no le hacen ningún favor. Lo que impone el Decreto rechazado por los manifestantes es la obligación de pasar por un requisito académico que no aporta nada al ejercicio de la profesión y que discrimina en el acceso al trabajo a unos españoles (mallorquines o no, catalanohablantes o no) con respecto a otros (los abducidos por el régimen catalanista). Y esto tampoco le hace ningún favor al catalán. Dejen de protegerlo, hombres, que al final se lo van a cargar.
4. "Ganas de enfrentar a la gente". Sí: las del Govern que interviene en un asunto que nadie le pidió que regulara porque a nadie le hacía falta, salvo a los talibanes lingüísticos y a los que pacen en el jugoso chiringuito catalanista.
5. "La tolerancia del Decreto". Por la moratoria, se entiende. Fíjese en que -salvando las distancias- eso mismo podía decir el nazi que libraba de la cámara de gas al judío más hábil en las faenas de la esclavitud: "mira qué tolerantes somos con este judío, que no lo hemos gaseado cuando le tocaba, y qué ingrato es, que no nos lo agradece"... Y ahora me voy a explicar, porque el sectario, por pura falta de costumbre de reflexionar sobre el discurso ajeno, tiende a pensar que lo llaman nazi cuando sólo lo llaman sectario: que no atribuya usted la obligación de respetar precisamente a aquéllos a quienes falta al respeto, hombre.
6. "Clientelismo". Tiene mucha guasa que un partidario del pesebre catalanista hable de clientelismo. ¿A quién vota usted? ¿A UM? ¿Al PSM? ¿Al PSIB? ¿Al PP? ¿Y viene a mi blog a hablar de clientelismo? Podemos hablar de las disparatadas subvenciones a asociaciones separatistas; de los cursos y cursillos varios con su personal, su material y sus matrículas; de las cadenas de televisión que nadie ve pero que hay que doblar al catalán; de las correspondientes productoras; de las empresas de publicidad y sus campañas de propaganda; de las contrataciones a dedo y a mansalva en organismos oficiales; de los periódicos subvencionados al cien por cien porque nadie los compra; del cine infumable; del teatro infumable; de los premios literarios; de los escritores que nunca publicaron una línea en español y se pasan al catalán para poder mamar de las ubres públicas (y no falla, oiga); de las editoriales que sólo se mantienen gracias a la cooperación de las instituciones... todo ello con chorros de dinero fluyendo a tutiplén directamente del bolsillo de los contribuyentes al de estos profesionales del catalán obligatorio. ¿Clientelismo? Perdóneme la expresión, pero usted lo que es es un cachondo. Periodista Digital. Baleares Liberal.
04 abril 2009
Malos humores
El humor gráfico es una herramienta propagandística potentísima. Lo fue siempre, y hoy lo demuestra el hecho de que a las tiras cómicas de toda la vida se las denomina ya “editoriales gráficos”. Todos damos por supuesto que determinadas tiras cómicas presentan de manera informal la línea de pensamiento del diario de que se trate.
La efectividad de la tira cómica o “editorial gráfico” reside en que, frente al editorial tradicional, más sesudo y sin duda menos leído, es asequible a un sector mucho más amplio de la población lectora de diarios (todo el mundo mira la tira cómica). Además, una calidad suficiente permite que el lector más ilustrado considere la tira cómica política digna de un respeto intelectual que no otorga a, por ejemplo, un tebeo de aventuras, pese a que utilice mecanismos tan sencillos (o tan complejos) como éste y a que a veces confundamos ingenio con inteligencia con la misma facilidad con que el humor gráfico, por su naturaleza, puede eludir el enfoque crítico. Por último, el discurso cómico-gráfico se beneficia, a mi parecer infundadamente, de una reputación progresista que per se no tiene el editorial escrito.
Viene todo esto a propósito de las últimas reacciones gráficas en la prensa mallorquina sobre la manifestación de sanitarios el pasado 1 de abril contra la imposición del catalán como requisito profesional. Los dibujantes y guionistas del diario Última Hora se han empleado a fondo y sin duda con brillantez. Al día siguiente de la manifestación, que yo recuerdo como una jornada casi festiva de exaltación pacífica de la libertad, la tira diaria de Tueldús (el pseudónimo que utilizan el guionista Ferran Aguiló y el dibujante Seguí) presentaba en la cabecera de la manifestación una serie de personajes malhumorados y –por sus vestimentas– aparentemente de derechas que portaban una enorme pancarta: “No a la imposición del catalán / 1 de abril – La guerra no ha terminado”. Dos días después, en la sección “Ecografía” de Pep Roig aparece un médico iracundo que, con una enorme lengua bífida rojigualda se dispone a arrancar la pequeña lengua cuatribarrada de una atemorizada paciente. No me dirán que no es sutil.
Pero el ingenio puesto al servicio del sectarismo no nos interesa. Estos profesionales, a través de procedimientos indudablemente ingeniosos, transmiten falacias –cuando no insultos– que procuraré resumir:
-Circunscriben la manifestación del 1 de abril a la derecha política, cuando en ella estuvieron representados colectivos de todo tipo;
-Caracterizan a los manifestantes como agresores ceñudos, nostálgicos de la guerra, franquistas herederos del 1 de abril del 39 (la sutileza y la novedad del argumento saltan a la vista);
-Caracterizan falsamente el conflicto como un enfrentamiento de lenguas;
-Demonizan a un gremio por entero, culpándolo de un problema que no existía y que ha creado el Govern con su innecesario intervencionismo;
-Presentan a las víctimas de la discriminación como agresores;
-Oponen frontal y artificialmente los intereses de médicos y pacientes;
-Identifican a esos médicos presuntamente agresores con los colores de la bandera nacional, y a la víctima indefensa con los de la senyera catalana;
-Ignoran toda cuestión referente a la exigible igualdad entre los ciudadanos en el acceso a un puesto de trabajo, cuando se les exige el cumplimiento de requisitos innecesarios para el desempeño de sus tareas y que benefician indudablemente a una pequeña parte del colectivo sanitario: los nostros y los que nos obedecen.
La estrategia del Grupo Serra y de aquéllos a quienes pretende beneficiar con su sesgo consiste en atribuir la responsabilidad del conflicto a los propios agraviados por el decreto del Govern. Los médicos y los enfermeros en Baleares nunca han causado un problema lingüístico por dos motivos: porque jamás ha habido quejas de los pacientes porque un médico se negara a atenderlos en su lengua, dado que casi el 100% declara entender el catalán, y porque los manifestantes no se oponen al catalán, sino a su imposición como requisito.
En el mismo tono sectario que los mencionados humoristas, periodistas igualmente alineados con el establishment han maquillado las cifras de la manifestación (3.500 según la organización, 2.000 según los cálculos más hostiles, y 930 según el diario radical subvencionado); han insistido en atribuir el origen del conflicto a un colectivo que no había causado un solo problema; y han aducido los efectos de la invasión de peninsulares, ignorando que el 1 de abril se manifestaron miles de mallorquines, menorquines e ibicencos de toda la vida a favor de la libertad de elección en la Sanidad y en todos los ámbitos.
Pero el origen del problema son quienes se han hecho con el gobierno de la comunidad autónoma a efectos lingüísticos, culturales y educativos. Políticos sin escrúpulos como Antich o Armengol (o como Estaràs o Bauzà, sí) son muy capaces de vender el Castillo de Bellver, si es necesario, a quien le garantice una mayoría parlamentaria, aunque se trate de una minoría separatista radical que apenas representa a nadie en Baleares o de una red clientelar que lleva treinta años saqueando el erario público. Con mayor facilidad, por tanto, venderán sin dudar los derechos lingüísticos y laborales de los mallorquines.
Los humoristas gráficos fueron en un tiempo lejano la conciencia política de España. Hoy han vendido sus servicios a los poderosos: un síntoma más de cuánta falta hace una regeneración democrática. Porque no hay nada más reaccionario ni más patético que un humorista dedicándole sus gracias al rey que lo alimenta: ya no es humorista; es otra cosa. Periodista Digital. Baleares Liberal. El Mundo-El Día de Baleares.
La efectividad de la tira cómica o “editorial gráfico” reside en que, frente al editorial tradicional, más sesudo y sin duda menos leído, es asequible a un sector mucho más amplio de la población lectora de diarios (todo el mundo mira la tira cómica). Además, una calidad suficiente permite que el lector más ilustrado considere la tira cómica política digna de un respeto intelectual que no otorga a, por ejemplo, un tebeo de aventuras, pese a que utilice mecanismos tan sencillos (o tan complejos) como éste y a que a veces confundamos ingenio con inteligencia con la misma facilidad con que el humor gráfico, por su naturaleza, puede eludir el enfoque crítico. Por último, el discurso cómico-gráfico se beneficia, a mi parecer infundadamente, de una reputación progresista que per se no tiene el editorial escrito.
Viene todo esto a propósito de las últimas reacciones gráficas en la prensa mallorquina sobre la manifestación de sanitarios el pasado 1 de abril contra la imposición del catalán como requisito profesional. Los dibujantes y guionistas del diario Última Hora se han empleado a fondo y sin duda con brillantez. Al día siguiente de la manifestación, que yo recuerdo como una jornada casi festiva de exaltación pacífica de la libertad, la tira diaria de Tueldús (el pseudónimo que utilizan el guionista Ferran Aguiló y el dibujante Seguí) presentaba en la cabecera de la manifestación una serie de personajes malhumorados y –por sus vestimentas– aparentemente de derechas que portaban una enorme pancarta: “No a la imposición del catalán / 1 de abril – La guerra no ha terminado”. Dos días después, en la sección “Ecografía” de Pep Roig aparece un médico iracundo que, con una enorme lengua bífida rojigualda se dispone a arrancar la pequeña lengua cuatribarrada de una atemorizada paciente. No me dirán que no es sutil.
Pero el ingenio puesto al servicio del sectarismo no nos interesa. Estos profesionales, a través de procedimientos indudablemente ingeniosos, transmiten falacias –cuando no insultos– que procuraré resumir:
-Circunscriben la manifestación del 1 de abril a la derecha política, cuando en ella estuvieron representados colectivos de todo tipo;
-Caracterizan a los manifestantes como agresores ceñudos, nostálgicos de la guerra, franquistas herederos del 1 de abril del 39 (la sutileza y la novedad del argumento saltan a la vista);
-Caracterizan falsamente el conflicto como un enfrentamiento de lenguas;
-Demonizan a un gremio por entero, culpándolo de un problema que no existía y que ha creado el Govern con su innecesario intervencionismo;
-Presentan a las víctimas de la discriminación como agresores;
-Oponen frontal y artificialmente los intereses de médicos y pacientes;
-Identifican a esos médicos presuntamente agresores con los colores de la bandera nacional, y a la víctima indefensa con los de la senyera catalana;
-Ignoran toda cuestión referente a la exigible igualdad entre los ciudadanos en el acceso a un puesto de trabajo, cuando se les exige el cumplimiento de requisitos innecesarios para el desempeño de sus tareas y que benefician indudablemente a una pequeña parte del colectivo sanitario: los nostros y los que nos obedecen.
La estrategia del Grupo Serra y de aquéllos a quienes pretende beneficiar con su sesgo consiste en atribuir la responsabilidad del conflicto a los propios agraviados por el decreto del Govern. Los médicos y los enfermeros en Baleares nunca han causado un problema lingüístico por dos motivos: porque jamás ha habido quejas de los pacientes porque un médico se negara a atenderlos en su lengua, dado que casi el 100% declara entender el catalán, y porque los manifestantes no se oponen al catalán, sino a su imposición como requisito.
En el mismo tono sectario que los mencionados humoristas, periodistas igualmente alineados con el establishment han maquillado las cifras de la manifestación (3.500 según la organización, 2.000 según los cálculos más hostiles, y 930 según el diario radical subvencionado); han insistido en atribuir el origen del conflicto a un colectivo que no había causado un solo problema; y han aducido los efectos de la invasión de peninsulares, ignorando que el 1 de abril se manifestaron miles de mallorquines, menorquines e ibicencos de toda la vida a favor de la libertad de elección en la Sanidad y en todos los ámbitos.
Pero el origen del problema son quienes se han hecho con el gobierno de la comunidad autónoma a efectos lingüísticos, culturales y educativos. Políticos sin escrúpulos como Antich o Armengol (o como Estaràs o Bauzà, sí) son muy capaces de vender el Castillo de Bellver, si es necesario, a quien le garantice una mayoría parlamentaria, aunque se trate de una minoría separatista radical que apenas representa a nadie en Baleares o de una red clientelar que lleva treinta años saqueando el erario público. Con mayor facilidad, por tanto, venderán sin dudar los derechos lingüísticos y laborales de los mallorquines.
Los humoristas gráficos fueron en un tiempo lejano la conciencia política de España. Hoy han vendido sus servicios a los poderosos: un síntoma más de cuánta falta hace una regeneración democrática. Porque no hay nada más reaccionario ni más patético que un humorista dedicándole sus gracias al rey que lo alimenta: ya no es humorista; es otra cosa. Periodista Digital. Baleares Liberal. El Mundo-El Día de Baleares.
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