08 marzo 2006
No era nada fácil
No era fácil atacar este asunto. En La lista de Schindler sí lo era identificar a los malos; en Munich, en cambio, cada espectador llega al cine con ideas propias acerca de quiénes son responsables y quiénes víctimas del desastre palestino-israelí. Spielberg tenía un comprometido reto ante sí –básicamente, abordar el conflicto entre el derecho propio a la justicia y el de los demás a la vida– y no es hombre que se deje asustar por los retos. La ley del talión, hoy más de moda que nunca, dista mucho de ser una reliquia bíblica y evoluciona en espiral. Sólo algo que reprochar: quienes dudan en el filme son siempre judíos; los palestinos, en cambio, aparecen como bárbaros irreflexivos y sedientos de sangre o como hipócritas interesados... Mantener una ecuanimidad estricta y aportar soluciones era tarea imposible; y, sin embargo, el judío y occidental Spielberg alcanza un éxito: acerca a judíos y occidentales cierta creíble autocrítica basada en consideraciones universales subyacentes también al más genuino –y olvidado– judaísmo. No era fácil. Última Hora.
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