19 abril 2005

Golpes de martillo

Estos días hemos recordado la tradición conforme a la que el papa difunto es convocado tres veces por su nombre y golpeado en la frente con un martillito de plata, a fin de comprobar ritualmente que efectivamente ha fallecido. La tradición del martillazo, sin embargo, tiene ingratos antecedentes. Juan VIII (875-882), un papa enérgico –aunque mundano– en un siglo de extrema violencia y corrupción en Roma, fue asesinado por uno de sus acompañantes, que envidiaba sus riquezas. El traidor, no contento con haberle administrado un veneno, que a su juicio demoraba demasiado el desenlace, descalabró al moribundo a golpes de martillo. Suponemos que no hay relación entre estos hechos y el actual rito...

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