De acuerdo con los planes del Ayuntamiento, la Avenida Picasso de Palma ha quedado intransitable. Lo han conseguido. En una zona donde se amontonan los colegios, los padres con carrito de niño o que quieran llevar un niño de cada mano lo tendrán difícil para pasar por la acera, lo mismo que una pareja que quiera ir cogida de la mano; porque no cabrán. No se podrá aparcar en doble fila a la hora del colegio, como se venía haciendo con la comprensión de la Policía Local, ni se podrá aparcar de ninguna manera en varios tramos; por todo ello, cientos de familias sufrirán trastornos insoportables. El carril bici cruza a menos de un metro de la salida de niños de infantil de San Cayetano, con peligro evidente. La masa de arbolado sano destruida por estos supuestos ecologistas ha sido enorme, por no hablar de que los minúsculos alcorques que supuestamente acogerán la vegetación que ha de sustituir los árboles arrancados invaden prácticamente el carril bici por un lado y la calzada por el otro, por lo que su mantenimiento tendrá que ser frecuentísimo y exhaustivo para que no estorbe el tránsito. Picasso es, por último, vía prioritaria de acceso para Son Dureta y para el cuartel de bomberos de Sa Taulera; no será la primera vez que un guardia corte el tráfico por ella para dejar pasar una ambulancia con urgencia... Ahora, en ciertos puntos será imposible apartarse.
La alcaldesa socialista y sus socios radicales creen que pueden modificar los hábitos de varios cientos de miles de personas a su voluntad. Ellos son los que saben cómo deben moverse los palmesanos por Palma y por tanto nos lo imponen sin consultar a nadie. En el barrio citado el asociacionismo vecinal es débil y nadie ha protestado muy alto; y si hubiera protestado alguna asociación de vecinos, el Ayuntamiento habría actuado como ha hecho en otras ocasiones: en vez de parlamentar, habría promovido (maneras hay) una asociación afín y habría desmontado la oposición pagando publicidad en los medios, como hizo antes de acometer la destrucción de la calle Blanquerna. Los ciudadanos deberían conocer la ínfima calidad de los llamados informes con que el Ayuntamiento documenta estas obras, encargados sin concurso público a empresas a las que pagan dinerales para que intenten dar un barniz técnico a sus empeños, duplicando funciones para las que el Ayuntamiento tiene en plantilla infinidad de funcionarios...
Algún día tendremos que pasarles la factura de todos estos desmanes. Porque nadie niega que el carril bici en abstracto es una idea atractiva; lo malo es querer imponerlo donde no es viable, a costa de la vegetación existente, sin que apenas existan usuarios potenciales pero perjudicando con toda certeza a miles de viandantes o conductores y, en definitiva, creando más problemas de los que resuelve. A diferencia de Amsterdam o Copenhague, Palma es una ciudad en la que apenas hay ciclistas, porque hay pendientes, reinan el calor y la humedad y la gente no puede llegar al trabajo con la ropa empapada de sudor después de echar el bofe subiendo y bajando ciertas cuestas. Pero, sobre todo, los ciudadanos agradeceríamos mucho que el Ayuntamiento consultase a los usuarios de las vías que pretende modificar. Los políticos buscan soluciones de consenso que se adapten a la realidad para mejorarla; los iluminados, en cambio, tienen su propia idea de cómo tiene que ser la realidad: ¿para qué van a reflexionar sobre cómo es realmente y sobre cómo desean sus habitantes que sea, si además éstos son unos ignorantes y seguramente todos de derechas? Eso sí: si alguien me dice que ha visto a Aína Calvo ir en bici por las mañanas al Ayuntamiento, le invito a unas cañas... Periodista Digital. Última Hora.
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