12 mayo 2014

Una Europa más integrada

No es verdad que todos los partidos sean iguales, ni es cierto que todos usen Europa como trampolín para las generales o las autonómicas. De hecho, muy al contrario, algunos llevamos mucho tiempo diciendo cosas en España que son coherentes, antes que nada, con la construcción europea.

La mayor amenaza para esa tarea histórica son sin duda los nacionalismos, sean estos antieuropeos o antinacionales. Por eso UPyD, que lleva años advirtiendo de la incompatibilidad del nacionalismo con el progreso, va a trabajar en el Parlamento Europeo para impedir el traslado de la mezquina perspectiva nacionalista a las instituciones europeas. Vamos a primar, una vez más, lo que nos une. Avanzar en la unidad financiera y fiscal, y no solo monetaria, permitirá ofrecer un frente común contra la actual crisis y contra las que se sucedan. Y eso requiere también una mayor integración política, social, laboral y educativa. Cualquier nacionalismo opera en el sentido contrario, generalmente asociado a la xenofobia y el rechazo del inmigrante. Progreso es, precisamente, eliminar fronteras y no levantarlas donde no las había.

Una Europa más integrada debe contar con instituciones que dispongan de competencias claramente definidas y que atiendan tanto la pluralidad de sus componentes como la aspiración a una política y un futuro comunes. El modelo que UPyD ha defendido y defiende para España, el federalismo cooperativo, es también el modelo que conviene al crecimiento de Europa. Creemos, además, que la Unión Europea debe contar con un gobierno más democrático: la Comisión debe ser ese gobierno, elegido por todos los ciudadanos de Europa conforme a una normativa única que genere un espacio electoral europeo consistente y que garantice la proporcionalidad en la representación; y por eso proponemos suprimir el Consejo, donde no están representados los ciudadanos sino los nacionalismos. Queremos más transparencia, más control parlamentario de las políticas y una perfecta rendición de cuentas, tanto en el contexto nacional como en el continental. Por economía, pero sobre todo por eficacia, la Unión Europea debe racionalizar sus instituciones: evitar duplicidades, ganar en agilidad, transparencia y simplicidad, establecer protocolos claros para la toma de decisiones, clarificar y catalogar las competencias de cada órgano.

La similitud entre nuestras aspiraciones institucionales para España y para Europa son fruto de nuestra nítida concepción de la política como servicio al ciudadano, tenga este el apellido que tenga –ciudadano balear, ciudadano español, ciudadano europeo– porque, al final, de lo que se trata es de que las administraciones sirvan al administrado. Todo lo demás –las llamadas a la identidad nacional o regional, los intentos de presentar estas elecciones como un mero conflicto entre los partidos viejos– no son más que una pérdida de tiempo y de recursos. La construcción de Europa no se beneficiará de tales mezquindades. mallorcadiario.com.


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