El chiste de Forges lo deja bien claro. “Todos los políticos son iguales”, dice el político (uno de esos de Forges, corpulento, con bigotito, traje y gafas negras); y el ciudadano, menudo y más bien despeinado pero socarrón, le contesta: “Eso es lo que ustedes quisieran”.
Efectivamente, a algunos les gustaría que los ciudadanos llegasen definitivamente a esa conclusión y, desesperados, dejasen masivamente de votar. Sé que esta afirmación me ganará acusaciones de demagogo y populista (milito desde hace casi siete años en UPyD y ya me lo habían dicho), pero fíjense ustedes en la campaña de perfil bajo que están haciendo el PP y el PSOE; fíjense en las dificultades y los recortes que la Junta Electoral de España ha impuesto en la campaña institucional europea de fomento del voto; observen que ninguno de los dos partidos grandes habla en esta campaña de Europa: se centran en si los unos son machistas y los otros feministas, se hacen fotos con sobrasadas, se acusan de los zapateriles males del pasado y de los dramas marianos del presente y, en definitiva, se comportan como si dos terceras partes de la legislación que nos afecta a diario no se aprobase en esa cámara europea que estamos convocados a elegir el próximo domingo, 25 de mayo. La campaña europea del PP y del PSOE está siendo un eco modesto del debate político nacional y un precalentamiento nada disimulado para las elecciones generales, autonómicas y locales del año que viene. Toda interpretación de los comicios del 25 de mayo hecha por el PP y el PSOE lo es en clave nacional. Electoralismo de la peor especie, rancio y desnortado. Lo que seguramente tiene bastante que ver con el hecho de que, a estas alturas, solo un 17% de los consultados en cierta encuesta estén seguros de que el domingo es la fecha de las elecciones europeas.
Si alguno duda que lo que digo sea cierto, aplique ese principio tan útil en criminología que suele enunciarse mediante unos versos de la Medea de Séneca: Cui prodest scelus, is fecit. ¿Quién se beneficia si el personal, hastiado porque todos los políticos son iguales o por simple desinterés hacia Europa, se queda en casa el domingo y no vota? Es evidente que los partidos grandes, porque los votos que los descontentos del PP y del PSOE no emitan no iban a ser, en todo caso, para ellos. Los perjudicados del desánimo electoral son los partidos pequeños, esos que pueden ser clave para que las reformas necesarias se lleven a cabo; y eso lo saben muy bien el PP y el PSOE.
Por eso fingen pelearse entre ellos dos en la televisión, en algo que llaman debate y no es más que una lectura de invectivas por turnos, pero previamente pactan no sacar a relucir la corrupción, uno de los problemas más graves que tiene España y que mancha por igual a los dos grandes partidos. Algo muy parecido al pressing catch, donde los actores fingen hacerse daño pero en ningún momento se lo hacen. Rosa Díez lo ha dicho hace muy poco: si el domingo nos abstenemos, estaremos indultando a los responsables de tanta corrupción e ineficacia; estaremos validando esas extrañas prioridades por las que preferimos rescatar a los bancos con el dinero de los ciudadanos mientras a estos se les recorta el sueldo; estaremos primando maquinarias obsoletas e hiperdimensionadas que se han financiado irregularmente, que han permitido que algunos sinvergüenzas roben el dinero que se nos concedía en Europa para la formación de los parados, o que podamos sospechar fundadamente que se otorgaron contratos públicos a cambio de sobres.
Aunque al PP y al PSOE les interese que pensemos que todos los políticos son iguales, el ciudadano de Forges tiene razón: no es cierto. Mientras unos se han colocado durante décadas en los consejos de las Cajas de Ahorros que llevaron a la quiebra, UPyD ha denunciado sus malas prácticas en el Parlamento y ante los tribunales. Mientras unos miraban para otro lado mientras sanguijuelas sin escrúpulos estafaban a miles de españoles escandalosamente, UPyD se querelló por el caso de las preferentes. Mientras sus imputados se atrincheran en sus 10.000 aforamientos judiciales, UPyD pide la abolición de este privilegio indigno de una democracia. Mientras se reparten el Consejo General del Poder Judicial, UPyD pide su despolitización. Mientras otros se aferraban al coche oficial, UPyD se encargaba de reducir el absurdo parque móvil madrileño. Mientras siguen colocando miles de cargos a dedo en toda España, UPyD pide la supresión de las diputaciones provinciales, la fusión de ayuntamientos y la supresión de toda duplicidad administrativa. Mientras todos los partidos asignan a sus fieles los jugosos cargos que la ley les otorga en los consejos de las televisiones públicas, UPyD se queda fuera porque entiende que la prensa debe ser independiente. Por lo mismo, mientras otros siguen gastando en subvenciones y publicidad institucional en la prensa, UPyD pide su supresión. Mientras algunos hablan de establecer nuevas fronteras, nosotros seguimos emperrados en que debemos propiciar más y mejor unión, yendo hacia una España federal dentro de una Europa federal. En cuanto a gestión interna, mientras el reciente informe de Transparencia Internacional suspende al PP (4,5) y al PSOE (3), a UPyD le asigna un sobresaliente (9), a enorme distancia del siguiente partido, que es IU (6).
No es cierto, por tanto, que todos los partidos políticos sean iguales. Y entre la ciudadanía ya ha cundido y corre como la pólvora un concepto que inauguró UPyD en la política española (¡uno más!): el del bipartidismo. O, como circula por las redes sociales, el PPSOE. No en vano el PSOE gobierna en Asturias con el apoyo del PP, después de romper su acuerdo con UPyD con tal de no reformar la ley electoral. No por nada escuchamos cada vez más llamadas a un gobierno de gran coalición PP-PSOE (entre ellas la de Felipe González). Ellos preferirán aliarse entre sí para salvaguardar todos los intereses que comparten desde hace muchos años, y que pocas veces coinciden con los de los españoles. Así se lo confesó José Manuel García-Margallo hace muy poco a Rosa Díez, al mencionar esta la imparable decadencia del bipartidismo. El ministro de Exteriores contestó a la portavoz magenta: “No te equivoques; si ponéis en riesgo el bipartidismo, el PP y el PSOE nos aliaremos y os aplastaremos como se aplasta una nuez”. Esa es la partida real; el debate a dos televisivo es teatro para seguir rodando.
El domingo los ciudadanos somos soberanos. No faltarán las llamadas al voto útil, pero ¿qué voto es más útil? ¿El otorgado a un partido que dispone de muchos escaños pero no cumple con las mínimas exigencias del decoro democrático, ni tiene fe en la separación de poderes, ni aprueba en transparencia ni acepta debatir sobre la corrupción, ni cumple sus promesas ni aporta soluciones valientes? ¿O el voto dado a un pequeño partido que con sus pocos diputados es capaz de poner sobre la mesa las reformas necesarias? Por no mencionar el hecho de que, por tratarse de una sola circunscripción, las elecciones europeas son las más proporcionales y justas de todas aquellas en las que participamos y todos los votos se traducen, así, en escaños. Aprovechemos esta circunstancia.
Mi obligación como portavoz y candidato de UPyD es pedir al lector el voto de este domingo para mi partido; pero, antes que eso, es mi deseo de ciudadano que nadie se quede en casa y que, entre todos, votemos a quien votemos, pongamos a los responsables del desaguisado donde merecen. Porque no sé si lo había mencionado pero en Europa también llevan muchos años viajando juntos y ya va siendo hora de darles el primer susto. mallorcadiario.com. El Mundo-El Día de Baleares.
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