Apenas reparamos en ello ni le damos importancia, porque todo el mundo da ciertas cosas por sabidas, pero hoy me gustaría solamente llamar la atención sobre lo que significan ciertas declaraciones de Joan Mesquida, aspirante del PSOE-PSIB a la candidatura al Govern.
Como es bien sabido, el PSOE estrena reglamento de primarias y alardea de democracia interna. En Baleares ha manifestado su intención de presentarse a las primarias locales Joan Mesquida, quien fue, entre otras cosas, portavoz y consejero del primer govern de Antich y director de la Policía y de la Guardia Civil y secretario de Estado de Turismo en los sucesivos gobiernos de Rodríguez Zapatero; es decir, un personaje relevante del PSOE insular y nacional.
A Mesquida, como al resto de aspirantes a candidatos del PSIB, se le exige un porcentaje de avales de parte de sus militantes, lo cual ya recorta notablemente la democracia interna. Pero, además, en la presentación de su precandidatura, Mesquida ha reconocido con naturalidad que no será fácil obtener esos avales dado que existe "una cúpula que apoya a uno de los posibles candidatos". Y, como decía al principio, todos asumimos esta afirmación como si fuera normal y no una perversión del sistema.
Porque, si nos paramos a pensarlo, ¿qué clase de democracia interna estamos predicando si aceptamos que la cúpula apoya a uno de los aspirantes? Y no hablamos solo de apoyo moral; apoyo significa poner a disposición del aspirante oficialista –independientemente de que su valía personal supere, iguale o esté infinitamente por debajo de candidatos muy dignos pero no oficialistas– la estructura y los recursos del partido y mil oportunidades de –en el mejor caso– persuadir a la militancia. Vender esto como democracia interna es, sencillamente, obsceno. mallorcadiario.com.
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