21 octubre 2013

Sobre la coherencia

Es sorprendente la actitud de ciertos medios con respecto al partido en el que milito. Los opinadores a que me refiero se dividen en dos grupos: los que se quejan porque UPyD no se parece a lo que a ellos les gustaría que fuera; y los que se empeñan en que UPyD es lo que ellos han decidido que sea, y no lo que UPyD proclama ser cada día con sus palabras y sus hechos.

Entre los primeros destacan aquellos para los que UPyD, si ha de ser digno de su consideración, debería apoyar las políticas del PP, porque si no es que somos tan malvados como los malvados del PSOE e IU. De nada vale que UPyD lleve seis años aportando la única alternativa válida en Educación, ni que sea el único partido que ha luchado hasta el último día por orientar una mala ley como es la LOMCE en el sentido en que menos bajas cause… Los opinadores deciden que el contenido es lo de menos y que aquí de lo que se trata es decir sí o no a la LOMCE, porque si no es que no te defines (aunque lleves seis años definiéndote, solo que no como a ellos les gustaría). Es como en esos juicios de peli americana en los que el imperativo fiscal insta al confundido testigo: “¡Diga solo sí o no!”, como si un juez pudiese prescindir de los matices cuando imparte justicia. Pues eso.

En Mallorca ha sucedido lo mismo: dividida la sociedad más mediática entre partidarios y detractores del TIL (es decir, a fin de cuentas, entre detractores y partidarios de la imposición del catalán como lengua vehicular exclusiva), sigue pendiente un verdadero debate educativo sobre priorización de los contenidos frente a las pamplinas logsianas, evaluación externa, exigencia académica, formación profesional temprana, optimización de recursos o una mejor selección del profesorado. Pero a UPyD se le exige que se ponga a favor o en contra y que olvide su discurso de contenidos para apostar por lo que verdaderamente importa: el color de una camiseta. TIL sí, TIL no. Como si los matices no importaran. O como si les debiéramos algo a estos irresponsables. O como si se tratara de un partido de fútbol y solo cupiese ir con el equipo local o con el visitante. Son las últimas boqueadas del bipartidismo, que embiste antes de morir.

Otros se dedican a clasificar a UPyD y a otorgarle los calificativos más variados. He llegado a leer, dependiendo de quién se sintiese defraudado porque no decíamos lo que él suponía que debíamos decir, que somos la ultraderecha y que somos comunistas; que somos españolistas o que en el fondo somos una especie de criptocatalanistas (juro que me lo han dicho); que somos centralistas, oportunistas y demagógicos. Pero, sobre todo, que somos un partido personalista.

Las últimas andanadas en este sentido coinciden con la promoción de cierto movimiento político de carácter nacional en torno al líder de un pequeño partido catalán. Alborozados, columnistas e informadores de la derecha saludan al joven diputado regional y prevén que esta iniciativa pueda no cuajar debido a que UPyD no quiera participar en ella, dado el carácter personalista de nuestro partido. Es curiosa la doble vara de medir que utilizan algunos cuando acusan a UPyD de personalismo, ignorando la presencia al lado de Rosa Díez de cuatro diputados excelentes, premiados en su primer año de desempeño, por no hablar de nuestros magníficos representantes en Europa, en el Parlamento vasco, en la Junta del Principado de Asturias (donde UPyD está reformando el mapa político pese a disponer de un solo diputado), en la Asamblea de Madrid, en el ayuntamiento de la capital y en muchos otros donde han sido la clave de reformas de calado. Un personalismo que, en cambio, no aprecian en el partido que promocionan, en el que, si prescindiéramos de su líder, no sé si encontraríamos algún ciudadano catalán (no ya del resto de España) que recordase el nombre de su número dos. Tal vez es que confunden el auténtico liderazgo con el personalismo.

Nerviosos parece que están. En realidad, la táctica de utilizar a otros partidos para dividir el voto de UPyD no es nueva; ya les salió mal en anteriores comicios. A los que son ambiciosos y saben que su horizonte político en un partido regional no les llevará mucho más lejos de lo que ya han llegado, les van bien estas operaciones porque, aunque no cosechen rédito electoral, les permiten ser más conocidos en el resto de España, y eso algún día tal vez les vendrá bien cuando pretendan incorporarse a un partido viejo y optar por la política nacional.

Y a sus promotores les iría bien que arañase algún voto a UPyD, puesto que ellos de todos modos van a seguir votando al PP que votaron toda la vida y el principal peligro que en el PP han demostrado considerar a día de hoy no es CiU ni Bildu, sino UPyD. De ahí que ninguneen nuestro partido, tergiversen nuestros mensajes y se apropien de nuestras propuestas; como, por cierto, en el caso de la reciente presentación de la vía verde de Manacor a Artà, un magnífico proyecto… ¡que sale directamente del programa de UPyD para las autonómicas de 2011!, y que está por ver que el Govern Balear vaya a desarrollar más allá del vídeo previo.

Cuando las ambiciones no son personales, sino de Estado, un partido que nació para arrebatar la política de las manos de establishment ha de seguir fiel a sus principios y lejos de pactos espurios y componendas electorales; inmune a las tentaciones y sordo a calificativos y manipulaciones. La hoja de ruta de UPyD está escrita desde 2007, las coyunturas electorales no nos harán apartarnos un ápice de nuestro proyecto de regeneración democrática y los ciudadanos, no lo duden, acabarán apreciando esa coherencia. mallorcadiario.com


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