19 enero 2011

La objetividad es un requisito moral en el periodismo

Como militante de UPyD, pero sobre todo como lector habitual de El Confidencial, he protestado con toda la firmeza de que soy capaz por la publicación de una noticia acerca de un presunto pacto preelectoral de UPyD con otro partido. El director del medio, en una actitud que le honra, me ha contestado aceptando la queja y dándome seguridad de que nada parecido volverá a suceder, pero compruebo que cuando escribo esta nota, y pese a la exigencia de rectificación remitida por el partido, aún no se ha retirado una noticia cuyo contenido es falso de arriba a abajo.

El periodista da pábulo a comentarios anónimos, presuntamente de militantes críticos con la dirección -¿cuántas veces habremos oído ya esta cantinela en sólo tres años?- que afirman representar a 200 disidentes que se han dado de baja -porque nunca se cuentan por menos de varios cientos- y no se molesta en contrastar la objetividad de la información mediante fuentes fidedignas. El resultado es una patraña cuyo fruto, no obstante, podría ser, o algunos querrían que fuese, el desánimo de muchos posibles votantes de UPyD. Sabemos a quién pretenden beneficiar estas falsas filtraciones, pero no estaría de más que unos periodistas bien formados y con espíritu crítico también lo supusieran antes de dar crédito a semejantes bulos, que al cabo también sirven para desacreditar al medio en que se publican.

Como ustedes sabrán, el pasado sábado hizo UPyD en el Teatro Alcázar de Madrid la presentación nacional de sus candidatos en todas las comunidades autónomas y municipios de España para las elecciones del próximo mes de mayo. Seguramente saben también que el teatro estuvo lleno a reventar, que el ambiente fue apoteósico y que, si hubiera medidores de ilusión como los hay de temperatura, en ese acto el calor de los asistentes hubiera hecho explotar el termómetro. Sabrán igualmente que la prensa ignoró en su gran mayoría esta celebración democrática. Lo que tal vez no sepan es que entre el público asistente hubo también un individuo -un presunto compañero- que se dedicó, desde el principio de la fiesta hasta su clausura, a hablar con unos y con otros para criticar todo lo relacionado con el acto y su contenido, llegando a intentar convencerme a mí mismo de presuntas ofensas contra mi persona y de otras cuestiones absurdas para, tan pronto como di por terminada la conversación, dirigirse al compañero más próximo para intentar convencerle exactamente de lo mismo, cual disco rayado, y luego al siguiente, y al siguiente... Este comportamiento es similar al de las fuentes del redactor de El Confidencial que mencionaba al principio, que probablemente trabajan para las mismas personas: no dicen una verdad pero insisten mucho para que al cabo del tiempo lo parezca. Sin embargo, el trabajo del periodista, y que me disculpen los buenos profesionales por recordarlo sin ser del gremio, en buena parte consiste en separar la información de la cizaña; porque, si no, resulta que no contamos lo que sentían los casi mil entusiasmados asistentes al Teatro Alcázar, sino las insidias del quintacolumnista.

No pretendo que los medios periodísticos eludan la crítica a UPyD. Muy al contrario, crecemos con la crítica. Lo que sí me parece mal es que se colabore con quienes juegan con las cartas marcadas dando pábulo a falsedades o chismorreos malintencionados, con el único fin -tristemente evidente en los titulares- de hacer daño a UPyD. Pero es el pan nuestro de cada día, y todavía nos quedan cuatro meses hasta las elecciones... Mucho ánimo a los compañeros, porque todo esto es señal de que algunos nos temen, y por algo será. El Digital de Baleares.

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