El Círculo Balear ha convocado para el sábado 30 de mayo una manifestación en Palma bajo el lema “Nuestras lenguas nos unen. Volem llibertat d’elecció”. El lema, bastante explícitamente, habla de unión, de libertad, de bilingüismo… De concordia. En ningún momento se apuesta por la exclusión del catalán, ni por el enfrentamiento. Hace unos días, sin embargo, los letreros del Círculo Balear han sido –por enésima vez– pintarrajeados por radicales, que han dibujado una diana y han escrito, entre otros insultos, el que debe ser su lema: “Jorge Campos, pim, pam, pum”. Los conocedores de la kale borroka saben qué significa este lenguaje.
No es de extrañar. Para empezar, vivimos en una España sectaria que tolera una campaña europea como la del PSOE, en la que sin dar argumento alguno se descalifica sistemáticamente al adversario y se le atribuye la alegría de sacarle partido a la crisis, el deseo de sembrar el miedo, la homofobia, el integrismo o la defensa de la pena de muerte. La misma España en la que el Gobierno es capaz de encargar a un organismo público como el CIS, que pagamos todos, que manipule una encuesta a su conveniencia, hasta el punto de que asigne un 13% a la abstención en los próximos comicios y ningún diputado al rival al que más parece temer, UPyD.
En esta España no es, por tanto, de extrañar que la jauría nacionalista eche a sus cachorros a amenazar impunemente al convocante de la manifestación del día 30: se encuentran inmersos en un ambiente sectario en el que se desprecia el debate, que ha quedado sustituido por el insulto; viven holgadamente de los dineros públicos, a través del empleo a dedo, la contrata pública o las cuantiosas subvenciones con que las instituciones locales, autonómicas y estatales engrasan la maquinaria de organizaciones antinacionales como la OCB; sus mayores, una vez que acceden a los cargos públicos, se comportan con una irresponsabilidad infinita, como Margalida Tous, directora general de Política Lingüística del Govern, cuando proclama públicamente el boicot a una gran empresa privada que no se pliega al delirio identitario, o como Joan Lladó, consejero de Interior del Consell de Mallorca, cuando aboga por la quema del Rey en efigie.
En esta España, digo, no es de extrañar el “pim, pam, pum” de los jóvenes nacionalistas: sus encorbatados seniors ya se han preocupado de prepararles la coartada. Entre ellos, especialmente los medios de comunicación que también viven del mismo triste estado de cosas a través de las subvenciones, la publicidad institucional y otros negocios televisivos a nuestra costa. Estos días califican la manifestación sistemáticamente como “protesta contra el catalán” (Diari de Balears, 23-05-09), o nos ilustran acerca de “guerras lingüísticas fomentadas por unos iluminados con el apoyo de la derecha más conservadora y anticatalanista” y “gente que se [escuda en la defensa del castellano] para atacar y mostrar su odio a la otra lengua cooficial” (Última Hora, 23-05-09, “La Galería”). No es periodismo, sino fraude al lector; pero se publica.
Jorge Campos me lo contaba una vez con una sonrisa amarga: “Nos llamaban fascistas mientras nos destrozaban la mesa informativa”. Alguien me dirá: son chiquilladas, nadie va a tomar en serio ese “pim, pam, pum”. Pues qué quieren que les diga: yo sí me lo tomo. Veo a unos señores hablar de unión, libertad, entendimiento y bilingüismo, usando las dos lenguas y un tono exquisitamente respetuoso y autofinanciándose su manifestación, sólo para que los acusen de sembrar el odio y los llamen fascistas. Enfrente, veo a una banda de facinerosos que causan destrozos y explícitamente insultan y amenazan de muerte en una sola lengua, la que infundadamente han decidido llamar “propia”; unos facinerosos a los que, por cierto, costeamos entre todos sus delirios y sus excesos vía impuestos, pero que, pese a todo, reciben de la prensa subvencionada el tratamiento de víctimas. Estas chiquilladas, convenientemente encauzadas y en determinadas coyunturas, pueden acabar en tragedia, como saben muy bien en otros rincones de España. Pero, sin llegar a tragedia, cualquier persona decente no puede sino condenar la violencia verbal y su efecto coactivo, máxime cuando se ejerce desde la cobardía, desde la seguridad que da la protección de los poderosos.
Sinceramente: la manipulación burda y desproporcionada de la realidad ya bastaría para que supiésemos por quién hemos de inclinarnos en esta contienda absurda: uno siempre tiende a tenerle simpatía a David contra Goliat. Pero si nos atenemos, como solemos hacer, a los contenidos de los mensajes, entre el mensaje de unión y la amenaza de disparo, algunos lo tenemos muy claro. Unión Progreso y Democracia se adhirió desde el primer momento a la manifestación del próximo sábado porque, si bien hay cosas que nos separan del Círculo Balear en lo ideológico, en la defensa de la libertad nos van a encontrar siempre codo con codo. Pero en este momento, cuando hay amenazas de por medio, unas amenazas que nos revelan lo que hay detrás de la mitología nacionalista y de la imposición lingüística (a saber: el totalitarismo más vulgar), a la adhesión política queremos sumar la adhesión personal y la solidaridad más fraternal para con quienes defienden los derechos de los demás arriesgando, cuando menos, su tranquilidad y la de sus familias. No están solos: todos estamos, con ellos, bajo esa diana y ese “pim, pam, pum”. Es un motivo más para manifestarnos el próximo sábado: a las 12 del mediodía, en el Borne, por la libertad. Periodista Digital. Baleares Liberal. Mallorca Actual.
No hay comentarios:
Publicar un comentario