Unión, Progreso y Democracia, un partido apoyado en marzo de 2008 por 300.000 españoles que en un año, según las encuestas más recientes, parecen haberse convertido en más de un millón, debe considerarse objetivamente el fenómeno político y periodístico de mayor calado social y más novedoso probablemente desde los comienzos de la Transición. Cuando hablamos de UPyD hablamos de un movimiento cívico (el que antes representaron colectivos como Basta Ya o Ciutadans de Catalunya) que ha decidido materializarse en un partido nacional y transversal para poder intervenir en la toma de decisiones políticas en un sentido que los partidos políticos tradicionales hace tiempo que han olvidado: el del servicio al ciudadano y a las libertades.
En UPyD creemos que es necesaria la regeneración de la democracia. Esto no atañe tanto a la corrupción de los políticos, que es materia de juzgado, como a la misma descomposición de la estructura del estado, en el que hoy nadie sabe dónde están los límites entre lo autonómico y lo estatal, donde nadie puede reconocer la separación de poderes, dada la grave intromisión de los partidos en los órganos de la Justicia (CGPJ, Fiscalía, etc.), donde nadie puede participar en política sin someterse a los designios de las cúpulas de los partidos y, por tanto, no existe una verdadera democracia representativa.
Hemos perdido el norte y andamos a vueltas con la imposición de las lenguas, con la corrupción galopante y con la distribución de unas competencias y una financiación autonómicas que nadie nos explica para qué se quieren aumentar, pero que todos quieren aumentar al margen de los demás y de cuya gestión nadie se siente responsable ante nadie. Mientras, la democracia ha dejado de ser representativa; el estado no tiene instrumentos para combatir la crisis económica porque los que no ha cedido a las comunidades autónomas los tiene ya Europa; nadie se preocupa del colapso de la Justicia; el gasto público es insostenible y no beneficia sino a unos pocos; la Educación, bajo mínimos europeos, nos condena a padecer una economía no competitiva y una democracia de calidad ínfima… Es el momento de retomar los valores de la ciudadanía, de reimplantar el sentido común en la política, de practicar un parlamentarismo real, de hacer énfasis en lo que nos une y reconocer que la pluralidad nos enriquece pero no nos separa…
UPyD, pese a los muchos obstáculos que debe superar cada día (el bloqueo mediático, la tergiversación constante de sus postulados, la escasez de recursos económicos), no ha parado de crecer y ha colocado en sólo un año una diputada (Rosa Díez) en el Congreso de los Diputados y otro (Gorka Maneiro) en el Parlamento de Euskadi, convirtiéndose además en la cuarta fuerza política gallega. En Baleares, conforme a las encuestas, nos disponemos a entrar en las próximas elecciones en el Parlament y en los principales ayuntamientos. Desde hoy también en Menorca, un puñado de ciudadanos de diversas procedencias, profesiones y orientaciones ideológicas han decidido que ya está bien de conformarse con el lamentable espectáculo cotidiano de nuestros políticos profesionales.
Por eso temen algunos; porque saben que con UPyD en las instituciones se acabarán los trapicheos mezquinos a los que están acostumbrados, se acabarán el sectarismo y los discursos de encefalograma plano y en España volverá a haber Política en el sentido más digno y democrático de la palabra. Según todas las encuestas publicadas, cada vez hay más españoles que se han dado cuenta. Es la democracia la que está en juego. Periodista Digital. Baleares Liberal.
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