Tras las elecciones catalanas (43% de abstención, 60.000 votos en blanco, tres escaños para Ciutadans-Partit de la Ciutadania), comienza el trapicheo entre los partidos políticos tradicionales. Que los catalanes hayan castigado con claridad meridiana a los miembros principales del Tripartito y a los promotores de un Estatuto que se aprobó con el apoyo de sólo un tercio del electorado no impedirá que los políticos profesionales negocien su futuro inmediato sin mirar qué significa todo esto, sino únicamente cuántos votos pueden sumar y a cambio de qué.
Ciudadanos es un partido con cuatro meses de antigüedad, dirigido por políticos no profesionales y ninguneado absolutamente por los medios de comunicación a excepción de El Mundo y la COPE (con amigos así, para qué queremos enemigos…). Que una formación de estas características haya accedido al Parlament con tres escaños es toda una revolución que los partidos tradicionales y sus medios de comunicación afines se han cuidado mucho de ponderar. Esta formación, avalada por un grupo de intelectuales enemigos de la perniciosa uniformidad nacionalista, no va a contar a la hora de formar mayorías, pero por primera vez hara oír palabras de cambio en el Parlament. La imposibilidad aritmética de determinar voluntades mayoritarias va a dar a Albert Rivera y sus dos compañeros –así lo esperamos– libertad para dar voz a esos ciudadanos que, hastiados del delirio nacional catalán, de la ficción del enfrentamiento entre lenguas y de una corrupción (el famoso tres por ciento) asumida por todos los partidos, han preferido votarles o bien abstenerse o votar en blanco. Dependerá de Ciutadans que su éxito actual fructifique dentro de cuatro años en un mayor apoyo de los catalanes o en una nueva decepción. Última Hora.
1 comentario:
No te dejes obnubilar, Juan, por el advenimiento de Ciutadans. Sus planteamientos están muy bien para una plataforma ciudadana o para un foro de debate (yo me adherí al primer manifiesto del Foro Babel), pero un partido político sin ideología es más peligroso que un alacrán acorralado: no sabes nunca por donde va a salir.
En la presentación pública de su candidatura, alguien afirmó: "Somos la superación de la izquierda y de la derecha"; se me revolvió el estómago ante la cita joseantoniana, imagino que involuntaria claro está, pero no por involuntaria menos hiriente.
Además, cómo pueden casar y convivir juntos gentes como Félix de Azúa y Horacio Vázquez Rial, ambos mentores del proyecto... me cuesta mucho entenderlo.
En lo demás, desencanto incluido, podríamos estar de acuerdo casi (casi...) en todo.
Un abrazo desde esta orilla del viejo Mare Nostrum.
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