22 octubre 2006

Enhorabuena, machotes

Cuando conocí las dificultades que arrostra Moshé Katzav, sospechoso de haber cometido numerosos delitos durante su servicio como ministro de Turismo y, luego, como presidente del estado de Israel –entre ellos, varios de carácter sexual–, por culpa de periodistas que andan husmeando en la actuación de las personas públicas, dos reflexiones me vinieron a la cabeza. La primera, cuán impensable sería un escenario semejante en prácticamente cualquier estado musulmán de la actualidad: imaginar la posibilidad de que un importante dirigente saudí o sirio pasase por tales apuros da mucha risa. Mi segundo pensamiento fue el siguiente: ¿no temen por su seguridad los periodistas que denunciaron los abusos del mandatario? El recuerdo de Rusia, donde los profesionales de la prensa frecuentemente son asesinados tras denunciar las tropelías del gobierno de Vladimir Putin o de sus títeres regionales, era inevitable. Ambas comparaciones me obligan, enemigo del sionismo como soy, a reconocer el feliz grado de libertad que, pese a las profundas bases irracionales en que arraiga el estado judío, hace que podamos hablar de democracia real en aquel país.

Hoy sabemos que el mencionado Putin, creyendo que ningún micrófono escuchaba, bromeó sobre el caso Katzav con el primer ministro israelí, de visita en Moscú. “¡Qué machote! ¡Violar a diez mujeres! Transmítale mis saludos, todos le envidiamos”. Estas palabras no requieren comentario, pero qué le vamos a hacer: la repugnancia que me inspiran Katzav, Putin y todos los que son como ellos y la conciencia de que aún son muchos los que piensan como ellos me impiden callar. Tengo que decírselo: Moshé Katzav, señor Putin, no es un machote. Es, si lo prueban los tribunales, un criminal. Y usted un enorme hijo de la gran Rusia. Última Hora.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Te confundiste, Juan, puta, es gran puta. Y quizá su madre sea una señora normal. En fin...

Julio.