06 agosto 2002

Mobbing

Ya va para dos años que dejé Zamora. Las circunstancias de la vida, que nunca es previsible, me llevaron a habitar este pedazo de tierra pedregosa en medio del Atlántico: Fuerteventura, una isla con la que ya me unen bastantes cosas más que dos años de mera vivienda. El sol -¡el sol!-; las historias de conquistadores y de piratas; las tradiciones frescas en un lugar en que hasta hace un par de décadas no había sino tradiciones; una tierra que crece, un paraíso a punto de cuajar o de perderse definitivamente a causa del progreso... Pero ésta es una historia muy larga y tal vez de escaso interés para el lector. Hoy vuelvo a Zamora como el animal a la fuente, como el niño al calor del regazo de su madre; como el viejo a las huellas de su niñez. Con deseo.

Y, para mi disgusto, me encuentro que algunos viejos vicios no cambian nunca. No deja de sorprenderme que uno de los mayores motivos de debate público hoy en la vieja capital del Duero lleve nombre anglosajón: mobbing, pese a que su existencia se remonte a la mismísima Biblia: ¿qué otra cosa sino acoso en el trabajo sufrió José por parte de la mujer de Putifar? El origen de ese acoso puede ser diverso, y tanto el José mítico como la admirable Nevenka Fernández lo sufrieron por negarse a otorgar servicios sexuales a sus respectivos jefes. En otros casos, los motivos son de distinta índole, pero el resultado es el mismo: el empleado se ve molestado, ninguneado, despreciado, vejado sistemáticamente y hasta injustamente sancionado por su superior, y la tensión psicológica que trabajar en tales condiciones produce le ocasiona trastornos en su salud física y psíquica. Todos hemos conocido casos; sólo que, antes, nos creíamos que no nos quedaba sino someternos o marcharnos. Hoy el mobbing está perfectamente tipificado y, en las sociedades progresistas, perseguido.

A nadie deseo yo que pase por semejante trance. Se ha hecho justicia con el exjefe y acosador de Nevenka Fernández (el impresentable alcalde de Ponferrada), pero sólo a costa de innumerables sufrimientos por parte de la víctima del acoso, que ha tenido el valor y la resistencia suficientes como para sacar adelante un proceso en que muchos, y no sólo algún fiscal desprovisto de neuronas, la contemplaban como culpable. Así es todavía nuestra sociedad: en el fondo, todavía creemos que el jefe siempre tiene la razón y que, si alguien denuncia a su jefe, es porque es un rebelde nato, un buscaproblemas, un camorrista. En cuántas ocasiones no le habrán aconsejado a Nevenka que recoja velas, que se esconda en algún lugar lejano, que desista de un proceso al que tenía todo el derecho del mundo... Hoy, sin embargo, esos mismos la felicitarán.

Por eso no me extraña la frialdad, cuando no franca hostilidad, con que algunos medios y, sobre todo, algunas autoridades contemplan la situación de tres empleados de la oficina zamorana de Trabajo de la Junta de Castilla y León. Tres empleados han alegado estar siendo acosados por un mismo superior. Se dice pronto: ¡tres empleados!, en un país en que señalar al superior se considera suicida. Algo muy grave debe suceder cuando tres empleados se atreven a dar un paso con el que la sociedad muestra tan escasa comprensión y que, por otra parte, les depara un angustioso estado de provisionalidad. Se trata de tres pioneros, como Nevenka Fernández, a quienes, si un día se les reconoce la razón de sus demandas, todo el mundo querrá dar palmaditas en la espalda. De los padecimientos que experimentan en estos momentos ellos y sus familias, nadie sabemos ni sabremos nada.

Algo muy grave, efectivamente, está sucediendo cuando buena parte del resto de los subordinados del presunto acosador, en un episodio tan evidentemente coactivo que causa sonrojo, firman un escrito en defensa de su jefe. Algo muy grave, sí, cuando alguna autoridad amenaza públicamente, en estas mismas páginas, con las posibles consecuencias que tendrían lugar en el caso de que las demandas resultasen infundadas, ejerciendo de nuevo una coacción que en nada ayuda a aclarar el conflicto. Algo muy grave, en fin, cuando, antes de llegarse a las demandas, la delegada de la Junta en Zamora no ha intervenido para resolver un problema que afecta al normal funcionamiento de la oficina de Trabajo. La señora delegada se acoge al viejo “mantenella y no enmendalla”, pasando por encima de la operatividad de la oficina y del exigible servicio al ciudadano. ¿En qué beneficia a la señora delegada el enquistamiento de un problema? ¿A qué o a quién temen las autoridades?

Ya hace casi dos años que uno se fue de Zamora, pero uno es de allí y estas noticias no le causan sorpresa: uno ya ha tenido demasiados indicios de que a determinados señores les da exactamente igual que sus respectivos departamentos funcionen bien o mal, y de que lo único que satisface sus respectivos egos es que les hagan la pelota. Zamora es pequeña y todos nos conocemos; pero, como no bastan los chismorreos, hace falta que, en este caso, las autoridades de la Junta, de quienes depende que el problema se solucione o no, dejen de ejercer su presión para que nada cambie y tomen cartas en el asunto de verdad. Con los informes necesarios, con transparencia e imparcialidad, sin paños calientes. Los ciudadanos tienen derecho a que esa oficina funcione correctamente, y los presuntos damnificados a que sus reclamaciones sean escuchadas, aunque no pertenezcan a ninguna casta ni disfruten de enchufe alguno. Sólo porque aún nos creemos aquello del imperio de la ley. Nevenka nos ha confirmado que, al menos a veces, la ley funciona contra el acoso del cacique. La Opinión-El Correo de Zamora.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola otra vez Juan Luis, la verdad es que has contestado rápido, gracias por el gesto es algo que te honra como persona, acudo a mucha gente para librar esta cruzada y poca gente contesta o se ofrece altruistamente, si te soy sincero agradezco tanto a los que colaboráis, ya que esta cruzada que llevo me esta costando salud, dinero y problemas familiares, aunque supongo ya sabrás el calvario que se sufre al sufrir cualquier tipo de acoso, pero gente como tu me anima para seguir adelante.
Espero que con tu buen hacer literario consigas que algunos de mis visitantes abran un poco mas los ojos.
Gracias y espero que te vaya bien el viaje, en cuanto a la pagina que te he comentado, ya sabes que los espacios MSN tardan mucho en cargar y dan problemas, espero le puedas echar un vistazo a tu vuelta.

Recibe un cordial saludo.

Raúl Pinilla Ávila.