09 enero 2009

Los pecados de Rosa Díez

Es tradición ya muy extendida tildar a Rosa Díez de ambiciosa, como si sus rivales en el PP y en el PSOE fueran almas cándidas sin aspiraciones; como si, por cierto, ellos también hubieran dejado un cargo estupendo en la Eurocámara para fundar un partido de principios y embarcarse en una aventura costosa y arriesgada. Es también común culparla de haber entrado antaño en una coalición PSOE-PNV para gobernar Euskadi y hoy, sin embargo, criticar los acercamientos de Zapatero a los separatistas vascos, pese a que ella ha explicado muchas veces aquella experiencia como un intento fallido de constitucionalizar al PNV, y su convicción actual de que sólo es posible constitucionalizar ese partido llevándolo a la oposición. Así mismo es frecuente que a Rosa se le atribuya un éxito al parecer culpable entre la prensa de derechas, aunque pienso que más bien habría que preguntar qué complejos o qué intereses hacen que la prensa que hace mal en llamarse progresista, es decir, el lobby progubernamental, nunca hable de Rosa Díez: estaríamos encantados, oiga...

Por eso me ha sorprendido tanto leer un reciente comentario de Antonio Casado (“¿Quién teme a Rosa Díez?”) en el que afirma que ciertos medios dan a UPyD un "trato de impostado privilegio". Esto sólo puede ser una manipulación como la copa de un pino o bien un grave desconocimiento del comportamiento de la prensa. Efectivamente, mientras unos no nos sacan nunca, otros nos sacan de vez en cuando: lo justo para achuchar a los suyos... Yo no diría que esto supone trato de favor, y menos cuando Unión, Progreso y Democracia (un partido apoyado por esos 300.000 votantes que no me parece que haya que despreciar, pero que además en menos de un año se pueden convertir en un millón) debe considerarse objetivamente el fenómeno político y periodístico de mayor calado social y más novedoso probablemente desde los comienzos de la Transición. No son los supuestos pecados de Rosa Díez, no; es la regeneración democrática lo que está en juego. Por eso temen algunos; porque con Rosa, con UPyD, se les acabarán los trapicheos mezquinos a los que están acostumbrados y en España volverá a haber Política en el sentido más digno y democrático de la palabra; y según todas las encuestas publicadas, cada vez hay más españoles que se han dado cuenta. Periodista Digital. Baleares Liberal.

01 enero 2009

2009: vestir al Emperador

Sólo porque todo el mundo crea que
algo es verdad, no significa que lo sea


(Hans Christian Andersen)

Un amigo inteligente y, como yo, muy aficionado a la polémica me escribe para contradecir mis opiniones acerca del nacionalismo. Utiliza un ejemplo británico: “En què es diferencien un anglès i un escocès? Jo t'ho diré: en res. Però se senten diferents, i així volen que sigui. Els sentiments no es mesuren ni es raonen, és com ser del Madrid o del Barça. No hi han raó ni equacions que donin una única resposta al tema”. Mi amigo tiene toda la razón hasta aquí. Lo malo es que extrae consecuencias a mi juicio equivocadas. Sigue mi amigo: “I ho sento, però aquests dies sóc per Barcelona i no veig cap rastre de totalitarisme, manca de llibertats o malestar social derivat de les imposicions que descrius. No és que dissenteixi: es que no lo veig, tot i cercar-ho”.

Es verdad que uno no puede razonar los sentimientos. Por eso mismo algunos apostamos por dejarlos fuera de la política. Si uno quiere ser un zoquete sentimental cuando habla de fútbol (yo, por ejemplo, cuando defiendo al este año indefendible Real Madrid de mis amores), es muy libre de hacerlo. Pero si otro gobierna y maneja presupuestos públicos, parece natural que los ciudadanos le exijan que someta sus acciones a criterios de justicia y de eficacia gestora. Justo lo contrario de a lo que aspiran estos políticos majaderos o venales, o ambas cosas, que destinan verdaderas fortunas ordeñadas directamente de nuestros sueldos a la Bressola (escuelas privadas de inmersión lingüística en catalán en Francia) o lo arrojan directamente al retrete totalitario de la Obra Cultural Balear, a la letrina corrupta del Palma Arena o a chorradas burocratizantes como el llamado Observatorio para el Éxito Escolar... Los sentimientos con la novia, y la propaganda para vender crecepelos; en política prefiero razón, verdad y justicia, y me temo que ni desde los nacionalismos ni desde los partidos tradicionales me van a dar esto... Claro que tener sentimientos es un derecho; pero permitir que inspiren la acción política en el lugar de la eficacia o la honestidad es, por decirlo con suavidad, un grave error.

También es un derecho permanecer ciego. Tengo otro amigo en Barcelona que siempre me dice que él no se siente oprimido en Cataluña. Y es cierto que ni en Cataluña ni en Baleares te marcan la puerta de tu casa con una estrella amarilla ni te sacan de noche para darte un paseo, afortunadamente; aunque tampoco creo que haya que dar las gracias por esto. Sin embargo, sí te pueden cerrar el acceso a puestos de trabajo, te impiden educar a tus hijos en la lengua de tu elección contra la práctica de todo sistema educativo civilizado excepto el de las Islas Feroe y contra los dictámenes de la UNESCO y de cualquier experto que no pertenezca a un sindicato hiperburocratizado y antinacional como el STE-I, y te llaman facha y español si dices según qué cosas. Es curioso: a los militantes de UPyD y de ciertas organizaciones cívicas perfectamente democráticas en Cataluña y en Baleares, los maulets (que también actúan con cargo a nuestros bolsillos) los llaman fascistas a voz en grito, mientras les hacen objeto de sus agresiones en las manifestaciones a las que se atreven a acudir. Unos gritan, insultan, queman banderas, vitorean a terroristas, profieren mueras y pegan; los otros reciben con pacífica resignación todas esas agresiones y son calificados de fascistas y crispadores... Hacerse el ciego es un derecho, pero yo a quien admiro es al que tiene el valor o la inocencia de gritarle al Emperador que va desnudo. Y no me parece inconveniente recordar que en la Alemania de los años treinta muchos prefirieron hacerse los ciegos.

Este último amigo es probablemente el mejor poeta español de nuestra generación en lengua castellana y sin duda alguna el mejor crítico literario español vivo. Premio Adonais, con numerosos libros publicados, único poeta menor de setenta años al que la prestigiosa revista Quimera ha dedicado un estudio global (que, por cierto, firmó quien firma también estas líneas), traductor de éxito... Dentro de unos años, mi amigo saldrá en los libros de texto. Pero a sus cuarenta y tantos años, tras una intensa y estimabilísima vida literaria, no es nadie en Cataluña. Reconocimiento oficial: cero. Si fuese de Ciudad Real -o de México- ya le habrían puesto una calle y presidiría alguna academia; pero es que el muy inocente escribe en castellano -como los ángeles, pero en castellano- y por tanto no va a Frankfurt, no recibe subvenciones, ha tenido problemas muy considerables para publicar sus extraordinarios libros, sus apariciones públicas dependen siempre de la empresa privada o la sociedad civil y nunca de las administraciones culturales y jamás ganará un premio literario en Cataluña, la tierra en la que nació, vive, trabaja, paga impuestos y a la que, por cierto, siempre defiende (y hace bien, añado). Efectivamente, a mi amigo no lo torturan los mossos una vez al mes, ni las señoras de buena familia escupen a su paso (al fin y al cabo habla un perfecto catalán en público), pero cualquier pelagatos de dieciocho años que no sabe hacer la O con un canuto publica poemas absolutamente irrelevantes o plenamente vomitivos sin ningún problema, porque los escribe en catalán o los traduce con un programa informático antes de concursar (no me dirán que tampoco conocían esta práctica...) y nunca le faltará un certamen municipal espléndidamente dotado al que podrá optar sin competencia seria.

Todo esto, por mucho que se empeñen los que se creen esa pamplina de que las lenguas y los pueblos tienen derechos, no es discriminación positiva; es lisa y llanamente estúpido. Es lo que tiene dejar que los sentimientos de los que más gritan o con más descaro piden se impongan sobre la razón del buen gobierno y el sentido común. Si alguien me convence de que esta situación no supone la existencia de ciudadanos de primera y de segunda, prometo que mañana me doy de baja en UPyD y me afilio a ERC; pero, si no es así, seguiré trabajando para que este 2009 que empieza mi partido alcance los buenos resultados que todo indica va a obtener en Galicia, País Vasco y Europa. Vamos a empezar a vestir al Emperador. Periodista Digital. Baleares Liberal.