29 septiembre 2009

La España subvencionada

[por Juan Luis Calbarro y Julián Ruiz-Bravo]

Cuenta Simon Ward en su libro Chester. A History que en 1849 el reverendo William Massie fundó en aquella ciudad del norte inglés la Sociedad Arquitectónica, Arqueológica e Histórica. Además de recopilar restos romanos y promover la restauración del hermoso entramado urbano de la ciudad, Massie se esforzó por extender la afiliación a la entidad, además de los arqueólogos, clérigos y arquitectos de rigor, a damas, tenderos, oficinistas y artesanos. Aquellos ciudadanos, que entendieron la creación de un centro investigador como un importante activo para su comunidad, financiaron con sus cuotas una aventura que llega hasta nuestros días. La consecuencia es que Chester es hoy una de las ciudades del mundo que mejor han puesto en valor los restos arqueológicos de que disponen, convirtiéndolos en el eje de una magnífica política urbanística y una mejor política turística. Chester es una ciudad próspera gracias a la pujanza de su sociedad civil.

En España, el asociacionismo es una suerte de ventanillismo cutre: una aventura que sólo se emprende si hay perspectivas de ordeñar el erario público. ¿Que uno quiere fundar una sociedad arqueológica? Pues antes de nada habla con el concejal y con el consejero del ramo para saber si la financiarán. ¿Que queremos montar una asociación de vecinos o una ONG? Pedimos subvenciones. ¿Sindicatos? El Estado se ocupa, vía "cursos" y subvenciones varias... ¿Que uno quiere organizar una patronal? Pues, paradójicamente en organizaciones que suelen alardear de liberalismo, igualmente consideran a las administraciones públicas obligadas a proporcionarles "ayudas". ¿Que hay que hacer teatro? Pues a las administraciones les piden dinero -en forma de becas, premios o subvenciones- el autor, la compañía, el dueño del local, los montadores y hasta el público por ir a verlo, porque todo el mundo da por hecho que la cultura, sin dineros públicos, no sobrevive. ¿Que uno quiere publicar un diario? Hay que muñir la publicidad institucional. ¿Que uno quiere, en general, ganarse la vida? En España contamos el doble de funcionarios que en Alemania, pese a que ésta duplica la población de nuestro país: es una manera de subvencionar la existencia, aunque sea a costa de la eficacia y de la libertad.

El penoso resultado es que, en España, las asociaciones no pueden liderar ni defender nada digno, y que una buena parte del tejido empresarial está imbuido del mismo espíritu. Las asociaciones vecinales y las oenegés están fuertemente politizadas, es decir, son esclavas de los partidos que corren con los gastos. El teatro y el arte en general (no hablemos del cine) están en absoluta decadencia, porque en lugar de seguir el buen ejemplo anglosajón persistimos en el muy mediterráneo error del mecenazgo a la romana y las loas al cacique; la mayor parte de los artistas son seres perfectamente lejanos al libre pensamiento, y a veces incluso al pensamiento. De los sindicatos qué les vamos a contar que no sepan todos los españoles: nadie cree ya que defiendan los intereses de los trabajadores, como sin duda se preocuparían de hacer si dependiesen exclusivamente de las cuotas de sus afiliados... Y de la prensa sabemos que sirve los intereses de los grandes grupos mediáticos y, por tanto, de los partidos que conceden televisiones, radios y publicidad institucional. Caso aparte es el de las editoriales en catalán, vasco y gallego, que han renunciado por entero a los ingresos procedentes de sus nulas ventas a cambio de pingües subvenciones, porque -salvo excepciones- han preferido el negocio cutre de editar en catalán al pundonor profesional de editar calidad; como si lo uno fuese incompatible con lo otro. Y especialmente sangrante el de las asociaciones de "defensa de la identidad" como la Obra Cultural Balear y demás parásitos que recaudan los dineros del Estado para combatirlo, con la complicidad de nuestros políticos autonómicos y locales de todos los partidos. España es un país inexplicable. ¿Y adónde puede ir a parar España con este panorama disparatado? Resulta evidente que al estado vegetal que tanto conviene a nuestros socios y rivales europeos. Es necesario ponerle de una vez por todas la tapadera a este terrible pozo sin fondo porque, aparte el ingente gasto que hace descansar sobre las espaldas de los contribuyentes, ha demostrado escasos resultados adicionales.

La fe en este simulacro de asociacionismo, cuya única eficacia real se refiere a la correcta canalización de las prebendas, tiene mucho que ver con la religión; dejar, por tanto, de justificar semejante océano de subvenciones, absolutamente impropio de las sociedades fuertes que confían en sí mismas, debe formar parte de cualquier aproximación laica a la política. Y la sangría que supone para los bolsillos de los contribuyentes podría detenerse si un gobierno sin complejos tomase sólo unas pocas determinaciones: primero, la de que toda organización que solicite subvenciones justifique previamente una autonomía financiera fuera de duda; segundo, la de que toda subvención se limite a un porcentaje a estudiar (tal vez un tercio como máximo, y con las excepciones que el sentido común determine) del coste total del proyecto subvencionado; tercero, la de que la ejecución de todo proyecto subvencionado sea objeto de inspección periódica (cierta y estricta, no el chiste que hoy muchas veces se les aplica en los ámbitos autonómico y sobre todo local) por parte de la administración implicada; cuarto, la de que ninguna subvención se justifique en virtud de la lengua vehicular del proyecto ni haga de ella requisito para su concesión, de igual manera que no se hace tal con la religión o la raza. La enorme cantidad de recursos que quedarían liberados en España si se procediese de esta manera permitiría costear desde las mismas administraciones centros de investigación y servicios sociales cuya efectividad sería muy superior a la de la abrumadora constelación de oenegés y otras mediocridades que padecemos. El Mundo-El Día de Baleares. Periodista Digital.

24 septiembre 2009

El regidor cantor

El regidor de Educación y Festejos del Ayuntamiento de Mahón, Joan Carles Villalonga, ha insultado pública y repetidamente a SAR la infanta Elena y a SM el Rey de España en una canción que bien podría registrarse como uno de los más insignes monumentos de los últimos tiempos a la estupidez y al mal gusto. La presunta canción (he tenido la paciencia de escucharla y leer su letra) es muy mala, pero sobre todo es grosera: palabras gruesas para la risa fácil. El argumento que justifica la injuria según Villalonga y su colega Àlex Villeyra, que se declara coautor de la "broma", es que no existe afán injurioso, sino sólo jocoso, y que todo ello "entra dentro de los límites de la libertad de expresión". El PSM, formación a la que pertenece el edil y "activista cultural", pide respeto a su "libertad creativa".

Con ello se demuestran varias cosas. Una, que en España cualquiera puede llegar a concejal de Educación. Otra, que en España injuriar públicamente puede no ser ya delito, sobre todo si el injuriado pertenece a la familia del Rey y el injuriante a un partido separatista. En tercer lugar, que los fiscales en España deben tener cosas más importantes que salvaguardar la dignidad de las instituciones de la Nación y el derecho al honor de las personas, de la misma manera que los responsables políticos ignoran qué cosa sea eso de la responsabilidad y de los compromisos adquiridos con todos los ciudadanos. Por último, que el sentido del humor de los nacionalistas es como su discurso político: agresivo y excluyente.

Pese a que, al parecer, tales antecedentes y el uso de mi libertad creativa y de expresión en este texto me autorizarían a ello, me niego a calificar públicamente al regidor Villalonga en los términos que merece; yo sí estimo el decoro. Eso sí: me parece obligatorio llamarle zafio e irresponsable, así como sugerirle al alcalde de Mahón que, si tiene alguna vergüenza, lo destituya. Última Hora Menorca. Periodista Digital.

16 septiembre 2009

Ya éramos de UPyD en 2000

Repasando una correspondencia vieja con un viejo amigo y correoso polemista, he encontrado una carta fechada en Zamora el 17 de abril de 2000 en la que replicaba a mi querido corresponsal, que me había reprochado mi abstención en las anteriores elecciones, en las que Aznar había conseguido su segundo mandato con mayoría absoluta. Los argumentos que entonces di a mi amigo para justificar mi renuncia al sufragio hoy me sorprenden por su actualidad e, incluso, me han emocionado un poquito porque me devuelven viva la voz de un elector frustrado -yo en este caso-, uno cualquiera de los muchos que ya hace una década repudiábamos esta falsa democracia y estábamos convencidos de la necesidad de un partido como el que hoy encarna UPyD. Transcribo a continuación lo más significativo de los párrafos que dirigí a mi amigo, sin añadirles nada:

"Votar hoy en Zamora (y en el resto de las circunscripciones no es distinto) significa que, aunque tú sepas que existen personas mucho más dignas, preparadas o, simplemente, simpáticas, tendrás que conformarte con votar a los tres caciquillos de una nómina exclusiva, perrillos falderos de la cúpula del partido que ésta ha colocado en listas cerradas y bloqueadas para agradecerles los servicios prestados y en la seguridad de que en las cámaras votarán al dictado y nunca molestarán a los que mandan, pese a saber que en Zamora todo el mundo, incluido algún juez que ya emitió sentencia, los conoce y conoce los negocios que llevan años haciendo a la sombra del poder o las putadas que han hecho desde sus empresas a los ciudadanos. Votar hoy significa que sólo las regiones con sensibilidad particularista y partidos que sepan manipular ésta tienen representación parlamentaria de facto como tales regiones, sobredimensionada además por el absurdo sistema de circunscripciones electorales provinciales. Votar hoy significa que el férreo control de los grupos parlamentarios por quienes designan a sus miembros se traduce en que los diputados y senadores no sirven a los ciudadanos sino a las cúpulas de los partidos [...]: la representación de los ciudadanos a que obliga la más elemental teoría constitucional no existe. Votar hoy significa que nada va a cambiar en el sistema político, porque para ser diputado hay que ser previamente designado candidato, y para ello hay que ser servil y no cuestionar demasiadas cosas (conoces la cita ya clásica en cualquier manual de teoría política contemporánea: “el que se mueva no sale en la foto”; y es certísima). Votar hoy significa aceptar campañas electorales despilfarradoras y destinadas a primates, votar sin debate previo, votar sin esperar que tenga consecuencias. Si algo significa votar hoy, será únicamente echar carburante a las máquinas de ganar votos de los partidos, satisfacer sus necesidades de cuota de poder y, en última instancia, hacer posibles los designios de [...] quienes directa o indirectamente financian a los partidos y controlan realmente su política, puesto que las promesas electorales no vinculan a los candidatos elegidos ni su compromiso lo es con la ciudadanía. ¿Acaso esto se puede llamar democracia? La voz del pueblo no llega a las Cortes. Votar hoy significa ser cómplice del asesinato de Montesquieu y aceptar un sistema viciado.

"Aún así, yo votaría si alguien [...] presentara en su programa un propósito de enmendar estos vicios, aunque no fueran todos ni la mayoría de ellos. A un partido que propugnase un nuevo sistema electoral en que se convocasen, mediante listas abiertas, elecciones por circunscripción única para el Congreso y por circunscripciones autonómicas para el Senado, para que la representación territorial fuese genuina, y del mismo modo y a escala para las elecciones regionales [...]; en que se exigiera por ley un funcionamiento democrático de los partidos y algo semejante a las elecciones primarias para elegir a los candidatos fuera obligatorio y vinculante; y en que los gastos electorales estuvieran muy limitados por ley y fueran absolutamente transparentes. Sí votaría a un partido que planteara una reforma de la Constitución para cerrar el diseño regional de España: un estado federal equitativo y solidario, con competencias fijadas y financiación preestablecida para el gobierno central y los autonómicos, para el Congreso y para un Senado realmente y no vergonzantemente autonómico; un estado, por tanto, no sometido a una permanente negociación que desangra el erario, impide el progreso de las regiones sin tribu nacionalista que toque las pelotas y, sobre todo, evita cerrar de una vez por todas un concepto de España consensuado y aceptado de buen grado por todos. A un partido que propusiera una separación real y no nominal de poderes: que no hiciese depender de las cúpulas de los partidos el nombramiento de los miembros del Consejo General del Poder Judicial ni del fiscal general, ni tampoco de los miembros de las cámaras legislativas. A un partido que se replanteara las relaciones del Estado con la Iglesia [...]. A un partido que fijase sus objetivos no a nivel europeo y mercantil, sino global y solidario (no he dicho caritativo), y que encarase dignamente el problema de la extranjería. A un partido que cuestionase el consumismo que nos devora y que ensucia los fenómenos de masas con todo lo deleznable que rodea al fútbol y otros deportes [...] y a la televisión [...]. A un partido que, en fin, abandonara la conveniencia electoral inmediata y la hipocresía que ésta conlleva y asumiese la misión histórica de proclamar el reino de la Ética, de modernizar España desde sus raíces y de no conformarse con un barniz europeo y moderno que se cuarteará tan pronto como la economía marche peor que hoy.

"[...] Pero los partidos, por desgracia, medran en la partitocracia y dudo mucho que los políticos tradicionales vayan a hacerse el haraquiri en favor de la democratización del régimen. Yo no quiero un gárrulo mesías como Jesús Gil ni una revolución popular que no es posible ni conveniente. Quiero que un partido de gente moderada y eficaz (como son o podrían ser efectivamente las cúpulas del PSOE y del PP) renuncie al electoralismo y al juego del poder sin principios y desee de verdad dar un salto en la libertad política de los españoles. Lo que más me jode es que no estemos aprovechando un período de amplias libertades, de bonanza económica y de estabilidad política como nunca hemos disfrutado para formar a la ciudadanía en una democracia auténtica, desarrollar las reformas necesarias y apelar de forma inteligente a la solidaridad y no a la caridad; porque ahora nos adormece el bigotudo arrullo de las sirenas (“¡España va bieeeen!, ¡España va bieeeen!...”), pero cuando España vaya mal, todos nos daremos cuenta de pronto de que esto no es una auténtica democracia y entonces no habrá recursos ni paciencia para afrontar los cambios."


¿Es o no es sorprendente...? Periodista Digital.

07 septiembre 2009

Cómo hacerle la vida imposible al ciudadano

De acuerdo con los planes del Ayuntamiento, la Avenida Picasso de Palma ha quedado intransitable. Lo han conseguido. En una zona donde se amontonan los colegios, los padres con carrito de niño o que quieran llevar un niño de cada mano lo tendrán difícil para pasar por la acera, lo mismo que una pareja que quiera ir cogida de la mano; porque no cabrán. No se podrá aparcar en doble fila a la hora del colegio, como se venía haciendo con la comprensión de la Policía Local, ni se podrá aparcar de ninguna manera en varios tramos; por todo ello, cientos de familias sufrirán trastornos insoportables. El carril bici cruza a menos de un metro de la salida de niños de infantil de San Cayetano, con peligro evidente. La masa de arbolado sano destruida por estos supuestos ecologistas ha sido enorme, por no hablar de que los minúsculos alcorques que supuestamente acogerán la vegetación que ha de sustituir los árboles arrancados invaden prácticamente el carril bici por un lado y la calzada por el otro, por lo que su mantenimiento tendrá que ser frecuentísimo y exhaustivo para que no estorbe el tránsito. Picasso es, por último, vía prioritaria de acceso para Son Dureta y para el cuartel de bomberos de Sa Taulera; no será la primera vez que un guardia corte el tráfico por ella para dejar pasar una ambulancia con urgencia... Ahora, en ciertos puntos será imposible apartarse.

La alcaldesa socialista y sus socios radicales creen que pueden modificar los hábitos de varios cientos de miles de personas a su voluntad. Ellos son los que saben cómo deben moverse los palmesanos por Palma y por tanto nos lo imponen sin consultar a nadie. En el barrio citado el asociacionismo vecinal es débil y nadie ha protestado muy alto; y si hubiera protestado alguna asociación de vecinos, el Ayuntamiento habría actuado como ha hecho en otras ocasiones: en vez de parlamentar, habría promovido (maneras hay) una asociación afín y habría desmontado la oposición pagando publicidad en los medios, como hizo antes de acometer la destrucción de la calle Blanquerna. Los ciudadanos deberían conocer la ínfima calidad de los llamados informes con que el Ayuntamiento documenta estas obras, encargados sin concurso público a empresas a las que pagan dinerales para que intenten dar un barniz técnico a sus empeños, duplicando funciones para las que el Ayuntamiento tiene en plantilla infinidad de funcionarios...

Algún día tendremos que pasarles la factura de todos estos desmanes. Porque nadie niega que el carril bici en abstracto es una idea atractiva; lo malo es querer imponerlo donde no es viable, a costa de la vegetación existente, sin que apenas existan usuarios potenciales pero perjudicando con toda certeza a miles de viandantes o conductores y, en definitiva, creando más problemas de los que resuelve. A diferencia de Amsterdam o Copenhague, Palma es una ciudad en la que apenas hay ciclistas, porque hay pendientes, reinan el calor y la humedad y la gente no puede llegar al trabajo con la ropa empapada de sudor después de echar el bofe subiendo y bajando ciertas cuestas. Pero, sobre todo, los ciudadanos agradeceríamos mucho que el Ayuntamiento consultase a los usuarios de las vías que pretende modificar. Los políticos buscan soluciones de consenso que se adapten a la realidad para mejorarla; los iluminados, en cambio, tienen su propia idea de cómo tiene que ser la realidad: ¿para qué van a reflexionar sobre cómo es realmente y sobre cómo desean sus habitantes que sea, si además éstos son unos ignorantes y seguramente todos de derechas? Eso sí: si alguien me dice que ha visto a Aína Calvo ir en bici por las mañanas al Ayuntamiento, le invito a unas cañas... Periodista Digital. Última Hora.