28 enero 2011

Pactos preelectorales: no, gracias

Soy de la opinión de que, ante las próximas elecciones municipales y autonómicas, la coyuntura política y económica exige que las opciones localistas (a menudo meros chiringuitos de administración de intereses particulares) den paso a proyectos nacionales. El que piense sólo en local no podrá aplicar los principios que UPyD ya está aplicando en los parlamentos nacional, europeo y vasco, que son de valor universal y que hoy nos plagian casi a diario desde el PP y el PSOE, aunque sin reconocer el copyright. Pese a todo, no pocas personas consideran lógica la posibilidad de llegar a acuerdos preelectorales con fuerzas políticas de alcance local, y la oportunidad se multiplica en los últimos tiempos, en que se aproximan a UPyD con cierta frecuencia dirigentes de esos partidos locales que desearían compartir cartel con nosotros, por aquello de “no dividir el voto” (o tal vez por franquiciar el tirón de Rosa Díez).

Las coaliciones preelectorales siempre han estado descartadas en UPyD. Es lo mejor de la democracia: iremos a las elecciones, plantearemos nuestras propuestas y los ciudadanos elegirán. Sencillamente, somos una alternativa a los partidos nacionales, y el ciudadano empieza a darse cuenta de que cada vez es más difícil resolver los problemas municipales y autonómicos con las miras estrechas del localismo.

Aun siendo conscientes de que el sistema castiga a los partidos pequeños si existe dispersión del voto, en UPyD no podemos traicionar el espíritu de nuestro partido ni principios que están en nuestro ADN desde 2007 en favor del oportunismo o la baza electoral. Nuestro programa es el que es (el que aprueban los afiliados), nuestros candidatos son los que son (los elegidos por los afiliados) y cualquier pacto preelectoral desvirtuaría la voluntad de los afiliados y, por tanto, traicionaría todo este esquema de democracia interna. Nosotros iremos a las elecciones sin formar coaliciones con nadie; muy al contrario, estamos abiertos a acoger a todo el mundo bajo nuestras siglas, programa y candidatura, porque somos un partido transversal y participativo y lo demostramos cada día en nuestras propuestas y en nuestras prácticas; pero no habrá pactos preelectorales con partidos ni agrupaciones de electores.

Parece claro que nadie debería coaligarse si estima que ofrece algo distinto e importante, porque los electores deben tener claro que uno defiende lo que defiende, y no cualquier otra cosa con tal de comprometer puestos en listas, repartir concejalías o “no dividir el voto”. Al contrario, estoy persuadido de que cuanto más claros e innegociados sean los planteamientos de un partido con respecto a los demás, menos votos dejará escapar. Los votos que no obtengamos no serán nuestros, no serán “votos perdidos”: serán votos fieles a otros planteamientos, serán votos clientelares o votos de la proximidad, pero es que en UPyD no nos conformamos con menos que con un voto de calidad, consciente, convencido y libre de ataduras. Nada nos disgusta más que, por ejemplo, el espectáculo lamentable del PSOE y el PP cortejando a UM en los últimos días y no descartando una alianza. ¿Por qué debería votar al PSOE un militante socialista si sabe que su voto se pondrá a disposición de un partido de ideología y honorabilidad dudosas? En UPyD no se especula con los resultados ajenos: aspiramos a tener fuerza en las instituciones por nosotros mismos y por la potencia de nuestros planteamientos. Y ahí estamos. El Digital de Baleares. Periodista Digital.

19 enero 2011

La objetividad es un requisito moral en el periodismo

Como militante de UPyD, pero sobre todo como lector habitual de El Confidencial, he protestado con toda la firmeza de que soy capaz por la publicación de una noticia acerca de un presunto pacto preelectoral de UPyD con otro partido. El director del medio, en una actitud que le honra, me ha contestado aceptando la queja y dándome seguridad de que nada parecido volverá a suceder, pero compruebo que cuando escribo esta nota, y pese a la exigencia de rectificación remitida por el partido, aún no se ha retirado una noticia cuyo contenido es falso de arriba a abajo.

El periodista da pábulo a comentarios anónimos, presuntamente de militantes críticos con la dirección -¿cuántas veces habremos oído ya esta cantinela en sólo tres años?- que afirman representar a 200 disidentes que se han dado de baja -porque nunca se cuentan por menos de varios cientos- y no se molesta en contrastar la objetividad de la información mediante fuentes fidedignas. El resultado es una patraña cuyo fruto, no obstante, podría ser, o algunos querrían que fuese, el desánimo de muchos posibles votantes de UPyD. Sabemos a quién pretenden beneficiar estas falsas filtraciones, pero no estaría de más que unos periodistas bien formados y con espíritu crítico también lo supusieran antes de dar crédito a semejantes bulos, que al cabo también sirven para desacreditar al medio en que se publican.

Como ustedes sabrán, el pasado sábado hizo UPyD en el Teatro Alcázar de Madrid la presentación nacional de sus candidatos en todas las comunidades autónomas y municipios de España para las elecciones del próximo mes de mayo. Seguramente saben también que el teatro estuvo lleno a reventar, que el ambiente fue apoteósico y que, si hubiera medidores de ilusión como los hay de temperatura, en ese acto el calor de los asistentes hubiera hecho explotar el termómetro. Sabrán igualmente que la prensa ignoró en su gran mayoría esta celebración democrática. Lo que tal vez no sepan es que entre el público asistente hubo también un individuo -un presunto compañero- que se dedicó, desde el principio de la fiesta hasta su clausura, a hablar con unos y con otros para criticar todo lo relacionado con el acto y su contenido, llegando a intentar convencerme a mí mismo de presuntas ofensas contra mi persona y de otras cuestiones absurdas para, tan pronto como di por terminada la conversación, dirigirse al compañero más próximo para intentar convencerle exactamente de lo mismo, cual disco rayado, y luego al siguiente, y al siguiente... Este comportamiento es similar al de las fuentes del redactor de El Confidencial que mencionaba al principio, que probablemente trabajan para las mismas personas: no dicen una verdad pero insisten mucho para que al cabo del tiempo lo parezca. Sin embargo, el trabajo del periodista, y que me disculpen los buenos profesionales por recordarlo sin ser del gremio, en buena parte consiste en separar la información de la cizaña; porque, si no, resulta que no contamos lo que sentían los casi mil entusiasmados asistentes al Teatro Alcázar, sino las insidias del quintacolumnista.

No pretendo que los medios periodísticos eludan la crítica a UPyD. Muy al contrario, crecemos con la crítica. Lo que sí me parece mal es que se colabore con quienes juegan con las cartas marcadas dando pábulo a falsedades o chismorreos malintencionados, con el único fin -tristemente evidente en los titulares- de hacer daño a UPyD. Pero es el pan nuestro de cada día, y todavía nos quedan cuatro meses hasta las elecciones... Mucho ánimo a los compañeros, porque todo esto es señal de que algunos nos temen, y por algo será. El Digital de Baleares.

12 enero 2011

Sudán del Sur como punto de inflexión en la historia de África

Desde el domingo pasado y hasta el próximo sábado se celebra en la región autónoma del Sudán del Sur el referéndum de autodeterminación que en 2005 ordenó el Acuerdo de Paz alcanzado entre el gobierno islámico del norte y el Ejército de Liberación del Pueblo de Sudán, la milicia del sur cristiano y animista. Tras décadas de esclavitud, genocidio y finalmente una guerra (1983-2005) cuyas víctimas sursudanesas han estimado algunos en dos millones, puede que Sudán del Sur esté marcando el camino a seguir para otras comunidades africanas que aspiran a un estado propio.

¿Qué circunstancias se han dado en Sudán del Sur para que sus rebeldes hayan conseguido forzar el quebrantamiento de una norma sagrada en el derecho internacional, como es el respeto a las fronteras heredadas de la era colonial en África? Sólo Eritrea consiguió la secesión de Etiopía, tras una guerra de treinta años y con el sólido argumento a su favor de que había sido una colonia perfectamente diversa de la monarquía de los negus. En circunstancias lejanamente similares, en mayo hará dos décadas que Somalilandia aguarda por el reconocimiento de su independencia, pese a que aporta con diferencia los mayores índices de orden, democracia, progreso económico y respeto a los derechos humanos de una región eminentemente convulsa, y pese a que, como Eritrea, fue en época colonial una entidad política distinta al resto de la Somalia a la que se pretende siga perteneciendo. El Sáhara Occidental lleva un tiempo semejante esperando por el referéndum que ratifique lo que ya todo el mundo sabe: que la ocupación marroquí de su territorio es ilegal y que se trata de una nación soberana e independiente del sátrapa alauí.

La particularidad de Sudán del Sur se ha sustentado teóricamente en la crueldad probada del régimen musulmán del norte de Omar Hassan al-Bashir, un estado delincuente que no sólo se ha ensañado durante décadas con los habitantes del sur cristiano-animista, sino que también se ha alineado con el terrorismo islámico internacional y ha sido responsable del genocidio del Darfur, por el que sobre Bashir pesan órdenes de arresto del Tribunal Penal Internacional. Pero, fundamentalmente, hay un hecho diferencial decisivo que va a procurarle la independencia a un país aparentemente inviable, el más pobre de África, cuya población -que ha aumentado súbitamente debido al retorno de los sureños que malvivían en torno a Jartum- padece una renta per cápita diaria inferior a un dólar en un 90%, una tasa de analfabetismo que supera el 85% y un acceso al agua potable inferior al 5% en todo el territorio excepto en la capital, Juba; un país sin apenas infraestructuras, con una dependencia extrema del norte en casi todos los sentidos… El factor diferencial que explica tan insólito proceso de autodeterminación es la presencia en territorio sursudanés de aproximadamente el 85% de las reservas de petróleo de la República de Sudán, un petróleo que se extrae en el sur y se exporta a través de oleoductos por Puerto Sudán, en el Mar Rojo, principalmente con destino a China, que a cambio apoya el régimen genocida de Bashir.

Hoy se proyecta un oleoducto que, partiendo de Juba, atraviese Kenia directamente hacia Lamu en el Índico. Si el dominio de las rutas del petróleo fue la causa verdadera de las guerras de Irak y Afganistán (donde también había en juego un oleoducto chino que finalmente tomó rumbo hacia Occidente), hoy puede hacer posible una independencia seguramente justa, pero contra natura si atendemos los precedentes legales. No parece caprichoso que Estados Unidos, China, el Reino Unido, la India, Sudáfrica, Kenia, Brasil, Francia, Irán, Egipto y Uganda, entre otros, hayan abierto ya consulados en el país, que no tardarán en convertirse en embajadas si Sudán del Sur proclama finalmente su independencia. Contratistas chinos se interesan por la construcción del oleoducto keniata, una empresa alemana construye ferrocarriles, los Estados Unidos apoyan el proceso de independencia, Francia aspira al uranio de Darfur… Pero el plan de autodeterminación deja abiertos varios problemas, como el de la adscripción final de algunas regiones fronterizas ricas en yacimientos o el de un acuerdo sobre el reparto de los beneficios del crudo extraído en el sur, al menos mientras se siga exportando por el mar Rojo. Cabe la posibilidad de que Sudán no reconozca la independencia por incumplimiento de los complicados requisitos del referéndum, y cabe también que de nuevo arda la guerra con motivo de cualquiera de los litigios pendientes, o tal vez sin más motivo que la codicia, la ambición o la arbitrariedad, como ha venido sucediendo tradicionalmente. Pese a todo, un banco keniata pronostica que Sudán del Sur podría ser la primera economía de la zona en diez años gracias al petróleo.

(Viene a cuento un paréntesis a propósito de la política exterior española, para lo que bastará reproducir unas líneas de un reciente artículo de Pedro Fernández Barbadillo: “Washington está implicado en la pacificación de todo Sudán”, dice; “Pekín es el principal cliente de Jartum; París ha recibido esta semana al ministro de Exteriores sudanés; Nueva Delhi ha negociado más concesiones petrolíferas; Brasilia ofrece negocios a empresas sudanesas… ¿Y, mientras, qué hace España? [...] En el mayor país de África no hay diplomáticos, ni empresarios, ni cascos azules ni periodistas españoles.” Valga como reflejo de la nulidad de las relaciones exteriores de España, en cuyos análisis no parecen entrar los mismos parámetros que tienen en cuenta las naciones que hoy marcan la agenda internacional, tanto en el orden de los intereses económicos como en el de la defensa de los derechos humanos. España no es uno de esos países que han abierto consulado en Juba en los últimos años. Mientras tanto, gastamos muchos millones cada año para que varias comunidades autónomas mantengan lujosas delegaciones -embajadas identitarias- en las principales capitales de Occidente. Lógico.)

Cabe ahora preguntarse qué significará la previsible independencia de Sudán del Sur, resulte o no finalmente fallida, como precedente en un continente sometido durante más de medio siglo a las tensiones derivadas de la perpetuación de unas fronteras coloniales que nunca tuvieron en cuenta los límites tribales ni, lo que hoy es mucho más importante, la divisoria subsahariana entre el islam, al norte, y el animismo tradicional y el cristianismo importado, al mediodía. El negocio petrolífero sursudanés podría alentar así, en un temible efecto dominó, conflictos en cadena en estados que también soportan fuertes tensiones debido a diferencias religiosas, económicas o políticas, como Nigeria, Costa de Marfil, Congo, Angola… El Digital de Baleares. Periodista Digital.