Ya por motivos adultos, Tarragona vuelve a ser para mí objeto de recuerdo cariñoso gracias a las iniciativas literarias del poeta Ramón García Mateos: un catalán de Salamanca que habría que inventar si no fuera tan torrencialmente evidente que está ahí. De El Escorial a Cambrils, pasando por Zamora, Ramón riega la existencia con amistad, poesía, canciones, vino, ética y compromiso a partes iguales. Y, en Cambrils, el Goethe con Ricardo Hernández Bravo, y todos aquellos poetas en el Instituto...
Tarragona ha sido para mí, por tanto, causa de alegrías y satisfacciones. Como otros lugares. Y, también como a otros lugares, vuelvo ahora a ella triste de constatar una vez más que en todas partes cuecen habas.

También me he enterado de que, tras un cordial intercambio de cartas, el director, señor Tarrats, ha denegado la exhibición del poema junto a su objeto con el peregrino argumento de que no se cumplen efemérides que lo justifiquen, restringiendo tal categoría sólo a los aniversarios múltiplos de 25. El señor Tarrats le dice al profesor Parra que se lo recuerde en 2027, en que se cumplirán cien años del hallazgo, y se queda tan ancho.

Yo, qué quieren que les diga, no me puedo creer que el director de un museo renuncie inocentemente a avalorar su colección con la aportación de un importante poeta sobre una de sus piezas más brillantes; una aproximación interdisciplinar de coste muy próximo a cero que cualquier gestor que aplicase criterios estrictamente museológicos aprobaría sin dudarlo un segundo y sin hacerla depender de conmemoraciones pedestres. El subterfugio de las efemérides es demasiado infantil como para creérselo. Que el motivo sea, en cambio, que Salinas escribió su obra en español y no en catalán -que sea un poeta español, y no un poeta catalán- puedo creérmelo más fácilmente; porque como criterio es igual de absurdo, pero por desgracia está a la orden del día en aquella tierra de la que tan buenos recuerdos tengo.
En manos del director Tarrats queda, por tanto, rectificar este disparate en beneficio de sus conciudadanos o bien seguir proyectando la sombra del sectario adocenado que sin duda no es. Estoy seguro de que su intención nunca fue perjudicar a Tarragona.
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